Un estudio patrocinado por el Ministerio de Educación contiene datos que la sociedad dominicana, ni el gobierno, debían permitir que se escondieran y quedaran como algo más en el montón de informaciones, informes, estudios, debates y recomendaciones a que está expuesto un sistema educativo tan grande como el que sostiene el Estado Dominicano.

En el año escolar 2022-2023 el ministerio de Educación ha indagado y recibido datos, previstos para convertirse en conclusiones, que evidencian las enormes injusticias que se esconden en un modelo altamente maleado, pero que sobrevive y se convierte en un monstruo que va devorando a los pretendidos beneficiarios de la escolaridad gratuita que reivindica.

De acuerdo con los datos del ministerio de Educación, en el año 2022-2023 se registraron 1,422 estudiantes embarazadas, de las que 113 lo están por causa de violación sexual, y otras 30 por causa de incesto.

Estamos hablando de embarazos prematuros, no deseados, en estudiantes menores de edad, que por las razones altamente conocidas jamás recibieron educación sexual ni aprendieron métodos para hacerle frente inteligentemente a un abuso, a una relación sexual desprotegida o a un incesto cometido por un padre, un tío, un hermano, o algún familiar cercano.

Esto ocurre en la educación pública, en las escuelas que dependen directamente del ministerio de Educación, la entidad que alberga en su seno el Consejo Nacional de Educación, donde se deciden las políticas educativas, y donde en reiteradas ocasiones se han negado a aprobar la educación sexual integral, propuesta durante tantos años por instituciones que conocen del tema, tienen solvencia, y pusieron en manos de las autoridades manuales y esquemas de formación que muy bien pudieron evolucionar favorablemente con el paso de los años. Verbigracia, entidades como Profamilia, que ya pusieron en marcha el programa de educación sexual entre pares, y que permitía una educación integral en sexualidad, que había sido acogida en el siglo pasado, pero que los modernos gobiernos liberales del PLD decidieron eliminar por hacerse “aceptables” a las iglesias evangélicas, a los obispos católicos y a los grupos recalcitrantes de la derecha cavernaria.

Los datos no podrían ser más alarmantes y reveladores. Son informaciones que proceden de las autoridades educativas, sobre las que no hay dudas sobre su posición conservadora. ¿Estos números no les conmueven? ¿No les erizan la piel a conocer lo que está ocurriendo con la sexualidad en las escuelas? Cuando se reúnen con los empoderados socios enemigos de la educación sexual ¿No les susurran al oído que esto hay que cambiarlo? Que las evidencias están golpeando duramente, no en la caras a los obispos y miembros de la derecha, sino a las miles de familias pobres afectadas por estas tragedias.

Un embarazo en una niña es un ruptura con la escuela, es la creación de un círculo de pobreza que se eterniza, es un crimen de lesa humanidad que pueden ser atribuido a los que se niegan a que los estudiantes sean formados en sexualidad integral.

El argumento de los enemigos de la educación sexual es que eso les abre los ojos a los muchos en sus instintos sexuales. Sin observar que la sexualidad sale por todas las rendijas en la sociedad actual: En Internet, en forma gratuita, en la música urbana, en las salsas, en las reuniones de jóvenes y adolescentes, en la televisión, en las redes sociales, en Tik Tok, en Instragram, y hay maestras y maestros que hasta son usuarios de Onlyfans.

De acuerdo al ministerio de Educación, hay 4,059 estudiantes en uniones tempranas, 3,697 que ya son madres y 1.440 padres.

Estamos hablando de que estos datos surgen entre una población estimada de dos millones de estudiantes distribuidos en 7,609 planteles. El informe da cuenta de que en el mismo período se han producido 24,686 hechos de violencia entre estudiantes.

Este estudio muestra un serio problema del sistema educativo dominicano, que habría que plantearse que no corresponde solamente al ministerio de Educación, sino al conjunto de la sociedad, con todas las vías de participación que tiene, pero que comienza por atender los problemas más grandes, que no se corrigen disponiendo un código de ética ni medidas administrativas, sino reforzando y ampliando los contenidos educativos que enseñen a los estudiantes a desenvolverse en la vida, y no a memorizar materias.