El sistema político nuestro tiene una manera de privilegiar a los partidos políticos: Aquellos que obtienen un mínimo de un 5% de los votos en el último proceso electoral pasan a la categoría privilegiada que recibe el 80% de los fondos destinados a los partidos políticos en esa condición. El restante 20% se distribuye entre todos los partidos que se registran y se quedan con menos del 5% de los votos.

La clasificación no es ideológica. Se sustenta en un criterio de racionalidad que privilegia el porcentaje de votos recibido.

El PRM obtuvo en las elecciones del 2020 el 52.52% de los votos, y entra dentro de esa categoría privilegiada, seguido del PLD que obtuvo un 37.46% y de Fuerza del Pueblo que obtuvo el 8.90%. Estos tres partidos reciben el 80 por ciento de los fondos estatales destinados al sostenimiento de los partidos políticos y con el interés de reducir la influencia del sector privado en la financiación de la actividad política y electoral. Intenta también reducir el uso de los fondos del Estado en las campañas por parte de los partidos que tienen influencia en las políticas públicas.

Hacia la parte baja, en los porcentajes electorales, el resultado es asombrosamente débil. Alianza País, una fuerza democrática y con buen discurso, obtuvo el 0.8%, seguido de una fuerza derechista como el Partido Demócrata Institucional (PDI), que obtuvo un 0.08.

Los demás partidos políticos se salvan por las alianzas que hicieron, con los partidos mayoritarios, que los proteger y les evitan el desconocimiento por baja votación.

Con el PLD asistieron como aliados el PRD, MODA, el PCR, UDC, PPC, PAL, PDP y PRI. Esos partidos mantienen su reconocimiento pero ya no son aliados del PLD, salvo alguna excepción.

Con el PRM fueron como aliados PHD, Frente Amplio, DxC, APD, PRSD, y PP. En las últimas semanas varios partidos que asistieron con el PLD pasaron a apoyar al PRM, ahora en el poder.

Con la Fuerza del Pueblo asistieron como aliados los partidos PRSC, BIS, PUN, FNP y PQDC. En este bloque también hay cambios con miras a las elecciones del 2024.

Al margen de los fondos que reciben los partidos del presupuesto nacional, vía la Junta Central Electoral, los aliados del partido de gobierno se nutren ampliamente de los fondos estatales. Por diferentes vías. Por ejemplo, a los dirigentes de los partidos aliados se les designa en entidades del Estado, y el personal de esas instituciones viene de las listas de dirigentes de los esos partidos. Las compras y contrataciones que se hacen en esas entidades tienden a favorecer a empresas vinculadas con los líderes de los partidos designados. Ahora hay un poco más de rigor y tal vez se ha reducido ese componente.

El sector privado sigue siendo un factor importante en la financiación de los partidos grandes del sistema. Los empresarios apuestan con grandes sumas a los partidos punteros. Cuando hay encuestas y evidencias de que un candidato es puntero, fluyen en abundancia los recursos del sector privado.

Es común que a los partidos en el poder, y que tienen fuerza electoral notable, le sobre dinero en su campaña electoral. Es tanto el dinero que reciben que sus candidatos y administradores de recursos quedan ricos desde la campaña electoral. Hay varios ejemplos notables en la política dominicana.

Los partidos que reciben pocos recursos del Estado son los que menos reciben del sector privado. Porque se sabe que no tienen posibilidad de ganar las elecciones presidenciales y tampoco de obtener ganancia en las municipales ni en las congresuales.

La política electoral en este sistema es una cuestión de dinero. Las encuestas, los medios de comunicación, las concentraciones de simpatizantes ayudan a formar una percepción de mayoría. Mientras más un candidato huela a ser presidente más abunda el dinero para sus cuentas.

Y muy especialmente hay empresarios y donantes que se hacen notar, que entregan los fondos a través de cheques (para tener constancia de su apoyo) y reclamar ventajas cuando el candidato ganador está ya en el ejercicio del poder.

De ese modo se entreteje el poder y la designan muchas posiciones estratégicas en en la República Dominicana.

Ha sido así y seguirá siendo así, pese a la necesidad que se tiene de que ese sistema de privilegios y colindancias debe cambiar. Estamos hablando del futuro y la fortaleza de la democracia dominicana. Hablamos del sistema de partidos políticos y su honestidad en el desempeño de su rol de proteger el país y echar adelante con el desarrollo, la eliminación de la desigualdad y el ventajismo en la política dominicana.

El sector privado debe ser consistente con su prédica y evitar que estas formas de hacer política se eternicen. Los empresarios siguen en el medio y saben que deben parar la maneja de controlar el Estado, por vía del financiamiento de la actividad política y electoral.