Aumentó el número de fallecidos por el fenómeno del fin de semana, y era previsible que así fuera. Inicialmente se contaron 21 personas víctimas de los aguaceros, inundaciones y derrumbes, y ese número ha subido sobre los 25. Aún hay personas desaparecidas y el número podría ser aumentando.
Pese a los esfuerzos de diversos gobiernos, el país no está preparado para resistir los embates de los fenómenos atmosféricos, como huracanes, ciclones, lluvias intensas, o terremotos y maremotos.
En nuestra historia son muchas las tragedias que hemos tenido por ciclones, lluvias intensas y crecidas de ríos. Los dos países que ocupamos la isla Española hemos sido testigos angustiados por los daños y desastres de los fenómenos de la naturaleza.
Incluso, países y asociaciones internacionales nos han aportado recursos para aumentar nuestra capacidad de resiliencia frente a los fenómenos a los que nos exponemos por estar en la ruta de los huracanes y otros fenómenos, ahora potenciados por el cambio climático.
Aumentar nuestra capacidad de resiliencia implica formar personal, supervisar con eficiencia y determinar los puntos débiles frente a una crecida de un río, un huracán, un terremoto. Implica también revisar y fortalecer las normas y requisitos para las construcciones públicas, como puentes, carreteras, acueductos, embalses, túneles, y también implica fortalecer las exigencias para las edificaciones privadas.
Hay que tomar en serio esta cuestión. Los políticos atacan al gobierno de turno por no prever la tragedia del fin de semana, o por no tener los equipos y las condiciones para una gestión de auxilio más eficiente.
Sin embargo, no era previsible la caída de tanta lluvia en Santo Domingo y los pueblos y provincias del país. Esas culpas no son atribuibles a este gobierno, sino a todos los gobiernos que hemos tenido, que no han hecho el esfuerzo por mejorar la capacidad del Estado para tener mayor y mejor resiliencia frente a los desastres provocados por las lluvias y los vientos, a pesar de que siempre hemos estado en la ruta de los huracanes.
Otra cuestión, en el ámbito político y ético: La tragedia no puede ser utilizada para montarse sobre los muertos en la tragedia de la 27 de Febrero o los que se ahogaron arrastrados por las aguas, para hacer campaña electoral, cuando lo que corresponde es poner el hombro, aportar voluntades, compañía, solidaridad, recomendaciones y trabajo para auxiliar a quienes requieren del apoyo porque se encuentran sus casas sepultadas, sus familiares y allegados fallecidos o sus bienes arrastrados por las aguas.