Las elecciones presidenciales francesas de este domingo 10 de abril resultan un episodio de extrema importancia por el momento que vive Europa, la dura batalla frente a Rusia, las dudas que dejan sus relaciones comerciales y políticas con China, y en particular lo que se ha denominado el mejoramiento de sus relaciones con Estados Unidos por las coincidencias frente a Rusia por la intervención militar en Ucrania.
Los resultados de las elecciones han sido evidentes. Puntos más y puntos menos, la batalla electoral entre el presidente democrático Enmanuel Macron y la candidata ultraderechista Marine Le Pen ha resultado en un empate con alrededor del 27 por ciento de los votos para cada uno, con el izquierdista y populista Jean-Luc Mélenchon en tercer lugar con un 21 por ciento de los votos.
Más que el destino de Francia, las elecciones francesas están poniendo en serios aprietos a la Unión Europea, que pareciera estar dando un giro hacia la derecha, precisamente cuando América Latina está girando hacia la izquierda.
El 24 de abril será la segunda vuelta francesa, con sólo dos candidatos. Las encuestas ya dicen que el resultado podría ser 51 vs 49 a favor de Macron. Paga ganar, además del voto de los izquierdistas populistas de Jean-Luc Mélenchon, se entiende que necesitaría también el voto de los izquierdistas. Eso quiere decir que Macron deberá negociar con Mélenchon y los otros izquierdistas un programa común, y hacer concesiones, para que los días de campaña sean más activos y con más voces convenciendo a los franceses para ratificar al presidente europeista, que ha creído en el diálogo con Putin y que lo ha empujado, pese a la postura diferente de los demás países europeos. Otras investigaciones son más optimistas y sostienen que en la segunda vuelta Macron ganaría con el 55% de los votos, frente a un 45% de la Agrupación Nacional.
Francia y Alemania son los líderes de la Unión Europea. Esos dos países encabezan el esfuerzo unitario y empujan, con su economía y su política, las posturas más democráticas del viejo continente. Reino Unido fuera, hace más complejo el cuadro, y en caso de unos resultados favorables a Marine Le Pen destrozarían la relativa unidad del bloque y contribuirían con el debilitamiento de la OTAN. ¿Quién duda que los rusos estarían apostando a un triunfo de los ultraderechistas en Francia?
Ese cuadro se complicaría mucho más con el potencial triunfo de Donald Trump en unas elecciones presidenciales en Estados Unidos, que no están tan lejos, y que ya las encuestas vaticinan el triunfo de los republicanos en las presidenciales y en las congresales.
¿Podrá Macron articular un mensaje que sea aceptado por la derecha moderada? ¿Los votantes de la Francia Insumisa de Mélenchon votarían todos por Macron sin in discurso suyo que les convenga aún sea parcialmente?
El cuadro político francés se complica porque con estas elecciones en la práctica al desaparecido los partidos tradicionales, con excepción del Frente Nacional de Marine Le Pen. Los tradicionales se han quedado con menos del 5 por ciento de los votos, lo que representa en la práctica su desaparición.
La abstención registrada es de alrededor de 11 millones de personas, que pudieran convertirse en objetivo en esta campaña, y que pudieran tomar una decisión que cambie las previsiones. El debate de los dos candidatos está pautado para el 20 de abril, y sería decisivo para sumar o restar votos a partir del discurso que se presente al electorado.