La intervención del presidente de la Cámara de Cuentas, Janel Andrés Ramirez Sánchez, en el programa de televisión del telematutino El Día, aclara bastante lo que está ocurriendo en el organismo que dirige, y que cuenta con un pleno dirigido por tres mujeres, que ha marginado a los dos varones del grupo, quienes han tenido que expresar a través de votos disidentes el malestar en ese importante organismo de supervisión de la administración del Estado.
En el editorial de este martes expresamos nuestra preocupación por la ausencia de liderazgo en la Cámara de Cuentas. Obviamente, el problema es mucho mayor del que consideramos, y percibimos que en el principal órgano de dirección existe el compromiso de mantener la misma estructura, y los mismos procedimientos, para ocultar los datos reales de las auditorías que se hicieron en diversas instituciones públicas, sobre pasadas administraciones.
Janel Andrés Ramirez Sánchez ha dicho con mucha claridad: “Soy un preso de confianza, tengo que hacer en muchos casos lo que diga el pleno aunque esté en contra de la ley”.
Su caso es dramático. Junto al miembro titular Mario A. Fernández Burgos debió salir y buscar alianzas, o recoger apoyo del Senado de la República, que es la entidad que los designó, y debió plantear al país con tiempo la realidad del órgano auditor del Estado Dominicano.
Apenas lo acaba de plantear ahora, casi tres años después de su designación, y eso representa un momento inadecuado para identificar la crisis en la que están metidos y empantanados los miembros de la Cámara de Cuentas.
Tres miembros del Pleno tienen controlada la Cámara de Cuentas, y el presidente no puede mover el personal, incluso el más cercano, está imposibilitado de orientar el tipo de auditoría que debe hacerse. Todo cuanto propone en el organismo es derrotado por una mayoría mecánica femenina que, en realidad, es quien controla todo lo que ocurre en la Cámara de Cuentas.
Las auditorías que se siguen realizando no cumplen con los requisitos de calidad que se demanda. Cuando la Cámara anuncia que hará 100 auditorías apenas logra realizar siete en un año. Todo es un desastre.
Hay políticos y legisladores que tienen capacidad e influencia para maquillar las auditorías. Lo han hecho en el pasado y lo siguen haciendo en la actualidad. Con razón el reconocido abogado Francisco Alvarez Valdez escribió un mensaje diciendo “Hay personas que olvidan que algunos funcionarios corruptos antes de salir de la posición “pedían” a la C de C que hiciera una auditoría a su gestión, que obviamente pagaban, para estar preparados contra cualquier acusación”. Y revela que “en la Cámara de Cuentas se hayan maquillado auditorías es algo que se hacía con frecuencia. Para cortar esta práctica fraudulenta, debe someterse a la justicia a los responsables. No hay otra forma. Espero que la PGR haya visitado la C de C con ese fin”. Finalmente sugiriendo que “las auditorías maquilladas deben ser invalidadas como consecuencia de Operación Caracol. Dejarlas estancadas solo ayudaría a los beneficiarios de las mismas pues tarde o temprano saldrán a la luz pública. El Pepca debe culminar su investigación en la C de C”.
La Cámara de Cuentas no puede seguir avalando auditorías fraudulentas y espurias, maquilladas con el propósito de algunos auditaos evadir la persecución del Ministerio Público. Habría que buscar el modo de destrabar o desempantanar a la Cámara de Cuentas. El Senado de la República podría ser el organismo con más poder para hacerlo, sometiendo a un juicio a los integrantes y auditando su escasa capacidad de ponerse de acuerdo para hacer lo que la ley les manda.
El país debió enterarse que la corrupción establecida corrompió profundamente a la Cámara de Cuentas y la penetró de tal modo que desembarazarse de ella iba a resultar un parto muy difícil y doloroso. Ha llegado el momento de hacerle frente.