El día 7 de febrero próximo debía quedar cesante el gobierno haitiano que encabeza el primer ministro Ariel Henry.
Partidos políticos opositores habían reclamado su cese de actividad para el 7 de febrero del 2022, pero Henry sostuvo que le quedaba un año para organizar las elecciones. No fue aceptado con tranquilidad por la oposición y hubo grandes manifestaciones en su contra, aunque finalmente la comunidad internacional logró imponer la permanencia de Ariel Henry como primer ministro.
Ariel Henry no ha logrado organizar elecciones. Tampoco logró que la Policía Nacional de Haití hiciera frente con algo de eficacia a las bandas criminales que azotan al país.
Ariel Henry tampoco fue eficiente en la convocatoria de las fuerzas políticas haitianas para lograr un consenso y dar paso hacia una coalición que permitiera acuerdos mínimos. No hay acciones del gobierno para enfrentar los gravísimos problemas que tiene la población haitiana, que huye desesperadamente de los secuestros, los crímenes y las carencias.
En el régimen ineficaz de Henry las embajadas de casi todos los países que apoyaban al gobierno haitiano han cesado sus operaciones en Puerto Príncipe. Algunas han trasladado parte de sus oficinas a la República Dominicana, porque su personal era agredido, violado sexualmente o secuestrado.
El gobierno de Henry tampoco pudo investigar el asesinato del presidente Jovenel Moise. Nada se sabe del crimen. No hay un informe creíble, ni hay acción judicial, ni hay credibilidad para que algo serio suceda con este gravísimo ataque a la transparencia y la legalidad en Haití.
Leon Charles, el ex jefe de la Policía de Haití cuando Moise fue asesinado, ahora es embajador haitiano en la Organización de Estados Americanos (OEA).
Leon Charles ayer solicitó en la OEA el apoyo de la comunidad internacional con una fuerza militar que le ayude a enfrentar la delincuencia.
La fuerza militar es solicitada ahora para supuestamente organizar unas elecciones presidenciales. Resulta muy cínico que ese sea el pedido cuando se cumple el plazo para el que fue designado Ariel Henry.
“Para llegar a las elecciones, la seguridad es una condición fundamental (…) sin el apoyo de una fuerza internacional en el terreno, Haití no logrará la seguridad deseada”, dice ahora Leon Charles. Un jefe policial que nunca fue investigado ni se tiene la certeza de que tenga las manos limpias respecto del crimen del presidente Moise.
El cinismo de los políticos haitianos es muy ostensible. Fue el 21 de diciembre pasado cuando Henry conversó con algunos políticos haitianos para organizar elecciones. En realidad lo que buscaba era que le aprobaran un año más de gobierno, sin supervisión, sin emprender acciones, sin pruebas de que trabaja para redirigir la política hacia cauces democráticos.
Esta irresponsabilidad de los políticos haitianos es lo que ha endurecido la piel de los líderes mundiales que antes pensaban que era necesario ayudar a Haití. Ahora ya no escuchan los pedidos ni se preocupan por lo que pase en Haití.
Los haitianos tienen que buscar, ahora sí, aliados reales. Olvidarse de su orgullo y su condición de víctimas. Los años han pasado, la mayoría de los países han encontrado rutas para el avance, con la excepción de Haití.
Están obligados a acelerar el paso. Los mejores aliados que tienen están en la República Dominicana. El gobierno dominicano es el único que sigue clamando por ellos. Ojalá lo entiendan y encuentren caminos de entendimiento y de unidad. De lo contrario, su nación ya no será viable.