Las autoridades responsables de garantizar la seguridad de la Procuradora General de la República, Miriam Germán Brito, hicieron bien en ubicarla en un lugar discreto, más segura, junto a su hijo.

Jamás debió hacerse pública esa mudanza. No es una tarea de los medios de comunicación tratar de destruir el trabajo de seguridad que realizan las autoridades, sobre todo cuando se trata de proteger a personas, y más si se trata de mujeres, y de niños que por sí mismos no pueden resistirse a un asalto o a un intento de agresión.

Miriam Germán Brito tiene más de 40 años en el poder judicial y en el Ministerio Público. Ha tomado decisiones que pudieran poner en riesgo su seguridad. Todo el que tiene dos dedos de frente sabe que hay autoridades que deben ser protegidas, no sólo por los organismos de seguridad, también por los medios de comunicación y por todo el que pudiera emprender acciones de seguridad, protección y solidaridad.

Los periodistas, por su condición de informadores públicos, reciben confidencias y están en el deber de decidir cuándo es posible hacer una publicación y cuándo no. Saber cuándo ayudan a proteger a alguien y cuándo empujan a los criminales tras la presa que desean.

La condición de medios de comunicación o de periodistas no es una patente de corso para hacer cualquier desbarajuste o para poner en evidencia el esfuerzo oficial por cuidar a una persona.

Jamás el gobierno puede revelar la ubicación de las Casas de Acogida que se establecen para proteger a personas víctimas de violencia de género. El que tiene la intención criminal o el encargo de matar, husmea y busca la forma para identificar la ubicación de quien está amenazado o sentenciado a muerte, como le fue comunicado a Miriam Germán Brito que se podría atentar contra su hijo.

El solo hecho de que las autoridades se han tomado en serio este caso, y han aumentado la protección sobre la procuradora, y seguro tomaron medidas para resguardar al hijo de la procuradora, es un indicio de que la amenaza es seria y no debe tomarse a la ligera.

Ayudar a los criminales revelando el cambio de residencia de Miriam Germán Brito no es ni ha sido una información oportuna, sino un desliz lamentable.