Leonel Fernández, aspirante a la presidencia a través del partido Fuerza del Pueblo, nunca antes había sido tan agresivo en sus críticas a una administración como lo hace en la actualidad, con todo su derecho aunque carezca de suficientes razones, contra  el gobierno que encabeza Luis Abinader.

El momento de mayor agresividad que se recuerde en el político Leonel Fernández ocurrió cuando se intentó cambiar la Constitución del 2015 para permitir una segunda repostulación del entonces presidente Danilo Medina. Lanzó a sus seguidores a las calles y pronunció palabras muy duras contra ese intento de reforma política.

Contra el fraude electoral de 1990, de Joaquín Balaguer contra Juan Bosch, fue siempre moderado. Y aunque escribió el libro “Radiografía de un poder usurpado”, siempre fue muy cauto contra Joaquín Balaguer.

El doctor Fernández no baja a Luis Abinader de inventor de falsedades: “la más grande transformación la hicimos nosotros con todas las obras que presenté que son realidades y las otras son suposiciones”.

Igual tratamiento ha dado a la inflación, sobre la que sabe que tiene origen en el exterior debido a la crisis global que generó el cierre de la economía mundial debido a la pandemia y que ha prolongado con nuevos problemas la guerra de Rusia y Ucrania con todas sus consecuencias.

Al tres veces expresidente peledeísta, ahora en su partido Fuerza del Pueblo, no le gustaron las comparaciones sobre el costo de las obras de ingeniería construidas durante su mandato y las que ahora se han construido y las que están en proceso de construcción.

A juicio del dirigente opositor, lo que ha hecho Luis Abinader es dar picazos y los presenta como realidades: "Por lo tanto, no podemos comparar mitos con realidades”. Lo mismo dice sobre la independencia del Ministerio Público, que según él, no es tal, pues "O es independiente o no lo es y si es independiente que se separe del Gobierno y que el mérito no es del Gobierno sino del Ministerio Público que sí es independiente”.

Pero resulta que criticar la seguridad ciudadana y hablar sobre independencia del Ministerio Público y la labor policial equivalen para el expresidente a caminar sobre un terreno minado.

Para poner un caso que  ha sido señalado como déficit de esta administración (la inseguridad ciudadana y los homicidios), habría que revisar el trabajo periodístico de Pedro Martín Sánchez, de Diario Libre, sobre los homicidios entre el 2007 y el 2021.

El promedio de homicidios en esos 14 años fue de 1,857 por año. Entre 2007 y 2012 gobernó Leonel Fernández. Los homicidios en 2007 fueron 2,092, en 2008 fueron 2,357, en 2009 fueron 2,378, mientras que en el 2010 subieron a 2,474 y en 2011 alcanzaron los 2,517.

El año de su salida del gobierno, en 2012 bajaron a 2,268 homicidios. Y a partir de ese momento cada año hubo descensos en los homicidios: 2013 fueron 1,990, en 2014 fueron 1,810, en 2015 fueron 1,680, en 2016 llegaron a 1,616, en 2017 bajaron a 1,561, mientras que en 2018 bajaron aún más a1,390 homicidios. En el 2019 bajaron a 1,232 y en el 2020, como resultados del cierre de las actividades los homicidios quedaron en 1,136.

Con la reapertura de las actividades en 2021 llegaron a 1,349 homicidios.

Esos datos ubican al gobierno de Leonel Fernández, entre 2007 y 2012, como la administración de gobierno en la que más muertes violentas han sucedido en los últimos 14 años, con 27 mil 850 muertes por homicidios.

Todo opositor tiene derecho a intentar restar méritos a su oponente que ejercer el gobierno; es un ejercicio políticamente legítimo, aunque no siempre esté revestido del aval que otorga la historia con sus datos confirmables.

El expresidente Fernández sabe que la virulencia en el discurso y en la crítica al adversario no necesariamente genera el desgaste que se desea provocar. Y más si su aspiración es volver a una posición que ya ha ocupado en tres ocasiones, en cuyos ejercicios se le puede evaluar a partir de los datos comparables que existen, y que son muchos, algunos de los cuales no puede utilizar, como el nivel de transparencia de cada gobierno, los niveles de impunidad, la corrupción y cuánto se hizo para combatir la corrupción. Y dos más: Qué ha hecho cada gobierno en políticas sociales, más allá del asistencialismo y el uso clientelar de los recursos del Estado; y cómo evaluar a cada gobierno respecto a la perniciosa práctica del rentismo en la política.

Resulta interesante mirar a quienes rodean al candidato opositor, observar rostros y nombres de sus más cercanos compañeros de partido, entre los cuales hay personajes que no pueden explicar el origen de sus fortunas escandalosas acumuladas al pasar por la administración del Estado en los gobiernos de Leonel Fernández. Por algo hablar de corrupción parece prohibido en ciertos litorales opositores.