Que los reclusos de la Penitenciaría Nacional, que se conoce con el nombre del poblado en donde está ubicada (La Victoria), en asociación con sus propios custodios trafiquen armas de fuego, cigarrillos, bebidas alcohólicas, servicios de internet y comunicación telefónica móvil, entre otras cosas, no es una novedad.

Cada cierto tiempo se destapa un escándalo de este tipo en esa y otras de las grandes prisiones dominicanas, por demás sobrepobladas.

Entre los "hallazgos" hechos por las autoridades en la más reciente intervención dispuesta por el Ministerio Público con el auxilio de fuerzas militares, se encuentran 89 cámaras de vigilancia instaladas, 29 switches de cámaras, fibra óptica para servicio de internet.

Esperamos que este reciente escándalo sirva de punto de partida hacia una verdadera y profunda reforma del sistema penitenciario dominicano.

Todo controlado por uno de los internos, a quien se atribuye conocimiento y dominio de esas tecnologías.

Que nadie se llame a engaño. Nada ocurre dentro de una cárcel sin la complicidad de sus autoridades internas, si no de todos los funcionarios, por lo menos de una parte.

Se ha informado que de ahora en adelante los custodios de la Penitenciaría Nacional (La Victoria) serán militares, y no agentes policiales.

El cambio de policías por militares no traerá una solución automático al problema de la corrupción en esa y otras prisiones. Hay que recordar que en prisiones con custodios militares, como la Fortaleza Duarte de San Francisco de Macorís, se sabe que impera la corrupción y hasta han ocurrido asesinatos sin que las autoridades internas los impidieran.

Hace años que en la República Dominicana se empezó un proceso de cambio de modelo penitenciario. Es poco lo que se ha avanzado en la conversión de cárceles del viejo al nuevo modelo. Pero incluso en prisiones del nuevo modelo se ha detectado la presencia de grupos de corrupción en complicidad con los custodios.

Esperamos que este reciente escándalo sirva de punto de partida hacia una verdadera y profunda reforma del sistema penitenciario dominicano. No solo para evitar que grupos de reclusos y autoridades corruptas conviertan las prisiones en plazas para negocios ilícitos e incluso para planificar hechos delictivos contra ciudadanos de bien, sino para que se cumpla con la finalidad de rescatar y reeducar a quienes sean condenados por los tribunales.