Diciembre es siempre un período festivo y de celebración de la navidad, que es tiempo de paz, amor, compenetración y activación de los valores cristianos, que de algún modo motivan las festividades. Sin embargo, conmueve que el mundo se encuentre atravesado por el odio, la diatriba, el rechazo al otro y en una gran parte de países y personas, la inhabilitación sea lo que prime en las relaciones con los demás.

Es posible que los problemas mentales de las personas estén induciendo a actuaciones desquiciadas, actos de odio y de rechazo al otro, o que el miedo sea un elemento activador de las acciones violentas, porque algunos políticos y medios han levantado la bandera del rechazo al otro, al diferente, al migrante, al extranjero, al compañero de trabajo o del aula, al que asiste a la misma iglesia. Ese miedo y el odio que se agacha tras él son los factores que explican los crímenes que se cometen en escuelas, iglesias, supermercados y en otros lugares públicos en Estados Unidos y en otros países.

Acaba de ocurrir una tragedia en los Estados Unidos, en la escuela Abundant Life (Vida Abundante), que es un centro educativo privado con casi 400 estudiantes de todos los niveles educativos desde preescolar hasta secundaria, ubicado en Wisconsin, EE.UU. Estamos hablando de una escuela cristiana, que enseña los ejemplos más atractivos de convivencia, amor, entrega, dedicación, solidaridad, amor al prójimo.

La protagonista de la tragedia es una niña de 15 años, que llevó un arma de fuego a la escuela, asesinó a tres personas, hirió a otras seis, algunas de gravedad, entre los muertos y heridos hay profesores y estudiantes.

Una niña perpetró el crimen, y ella también murió en su acto de violencia. ¿Razones para una tragedia como esta? No hay explicaciones hasta el momento. Es posible que finalmente las encuentren hurgando en los dispositivos electrónicos de Natalie Rupnow, revisando sus lecturas, los archivos electrónicos o videos en su móvil o en algún escrito que haya dejado.

Son frecuentes los crímenes en escuelas, en iglesias y en supermercados. Estados Unidos se ha habituado a las masacres escolares, y ha escogido como presidente para los próximos cuatro años a un ciudadano que es partidario de que las personas posean armas y las lleven, incluyendo a los maestros, para que actúen en situaciones de riesgo.

Un caso muy recordado es el crimen contra los 26 estudiantes y profesores asesinados por un jovenzuelo en la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut en 2002, o los crímenes contra 21 estudiantes y profesores en el 2022 en el Instituto de Ivalde, Texas, o los crímenes en 2018 en Parkland, Florida, contra 17 estudiantes y profesores en la escuela secundaria Stoneman Douglas.

El periodista africano Dipo Faloyin, autor del libro África no es un país, cuenta que la tarde del 17 de junio del 2015, el joven Dylann Roof entró sin prisa en un pequeño sótano de la Iglesia Episcopal metodista africana Emanuel, en Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos. Un lugar histórico por la lucha por la justicia racial de la comunidad, desde la época de la esclavitud.

En el sótano había congregadas 12 personas negras que participaban de una sesión semanal de estudios bíblicos. Acogieron calurosamente a Roof, de apenas 21 años, y lo invitaron a unirse en las lecturas de la biblia, lo que hizo durante la hora siguiente. Incluso fue parte de la meditación en silencio.

“Cuando Roof se sintió preparado para hacer lo que había ido a hacer, sacó una Glock de su mochila. El grupo estaba inmerso en una profunda oración silenciosa: Los ojos cerrados, en actitud reflexiva, ajenos a cualquier cosa que sucediera fuera de sus reverentes contemplaciones. Sin ceremonias, Roof se levantó y abrió fuego contra los tres hombres, las ocho mujeres y la niña de cinco años que se habían reunido allí aquella tarde…Disparó sin parar durante cinco minutos. En un momento dado, una de sus víctimas, Tywanza Sanders, de ventiscas años, trató de apaciguar a Roof preguntándole por qué lo hacía. Tengo que hacerlo, Violan a nuestras mujeres y están apropiándose de nuestro país. Tienen que desaparecer”.

Nueve personas murieron asesinadas a tiros esa tarde, y fue el peor ataque por motivos raciales en la historia de los Estados Unidos. Felicia Sanders vio cómo Roof mataba de un disparo a su hijo Tywanza antes de lograr proteger con su cuerpo a su nieta de cinco años. Ambas sobrevivieron gracias a que se hicieron las muertas. Roof dejó con vida a propósito a una persona, a quien le encomendó la tarea de ejercer como testigo de la matanza y explicar al mundo todo lo que había sucedido, Huyó de la escena del crimen, y cuando lo detuvieron no mostró arrepentimiento, diciendo: “Quiero dejar muy claro que no me arrepiento de lo que hice. No lo lamento”.

Roof era simpatizante de los supremacistas blancos. Y eso pasa con mucha frecuencia en los Estados Unidos.

Los discursos de los políticos y de los medios de comunicación que promueven el odio a los demás, por las razones que fueran, son los responsables de estas tragedias. En cualquier parte del mundo, no sólo en los Estados Unidos.