Roberto Álvarez Gil, nuestro ministro de Relaciones Exteriores, acudió esta semana a una nueva reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para discutir, nueva vez, salidas y apoyos de la comunidad internacional a la gravísima crisis en que se encuentra Haití.

Las palabras del ministro fueron contundentes y precisas:

La situación en Puerto Príncipe es comparable a la de un conflicto armado interno, salvando la diferencia en este caso sobre la calificación de beligerante. De hecho, estamos presenciando hoy, la disolución del Estado haitiano”.

El caso que nos ocupa no requiere mayores evidencias. Cualquier decisión que evada una asistencia efectiva urgente para Haití, medida propia y exclusiva de esta Organización, por mandato de su Carta y el Derecho Internacional, podría considerarse una abdicación de su responsabilidad.  

El Consejo de Seguridad no puede hacerse ajeno a ese reclamo.

Previamente, el ministro de Relaciones Exteriores de Haití, Victor Geneus, había tomado la palabra y reiterado el pedido de su gobierno para recibir apoyo internacional para hacer frente a las bandas, la violencia, la pobreza y la hambruna a que ya está sometido más de la mitad de la población de su país.

Dos preguntas de Roberto Álvarez resonaron, sin respuestas, ante los miembros del Consejo de Seguridad, y que ponían en evidencia la ausencia de apoyos o soluciones para que éste órgano asuma el rol que le corresponde:

¿Acaso el pueblo haitiano no es víctima de una agresión que está quebrantando la paz en la región? 

¿No fue creada esta venerable organización precisamente para enfrentar situaciones atroces como la que atraviesa Haití?

Sin respuesta.

Haití pasa por situaciones agravadas en los últimos días. Asesinatos masivos, como si se tratara de una guerra, y hambruna en primero, segundo, tercer y cuarto grado. Lo explicó Roberto Álvarez Gil:

En este largo calvario, la situación humanitaria se agrava a tal punto que, según el último informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ha sido citado aquí en el día de hoy, el Integrated Phase Classification (IPC) estima que, para el período de marzo a junio actual, 19,200 personas están en la Fase catastrófica de inseguridad alimentaria, la 5ta; el 17% de la población, 1 millón 650 mil personas en la Fase 4, de emergencia alimentaria; y el 31%, 3 millones de haitianos en la Fase alimentaria de crisis, la 3. Prácticamente la mitad de la población haitiana atraviesa por una hambruna.

¿Cómo podemos permitir que ocurra frente a nuestros ojos una situación humanitaria tan escandalosa, en donde los más vulnerables, niñas, niños y mujeres son los más afectados? 

¿Qué más tendrían que hacer las autoridades haitianas en cuanto a su llamado de asistencia para enfrentar a las bandas criminales, principales responsables hoy de este desastre humanitario?

República Dominicana ha sido insistente en que la ONU asuma una responsabilidad mayor con la crisis de Haití, porque este problema tiene posibilidades de expandirse y afectar a los países de la zona del Caribe, y posiblemente al territorio que le queda al lado.

En el caso de Haití, sus autoridades han solicitado reiteradamente una fuerza especial de apoyo a la Policía Nacional. Algo que deviene urgente a la luz de lo que sigue ocurriendo en Haití: hace una semana, unas cincuenta personas fueron muertas por bandidos armados en Source- Matelas, comuna de Cabaret, y antes de ayer, debido a la capacidad mínima con que cuentan las fuerzas del orden, unas 13 o 14 personas, presumiblemente miembros de una banda criminal, fueron linchadas en las calles de Puerto Príncipe. Estos trágicos episodios, que dramáticamente nos ha narrado hoy la representante del secretario General en Haití, María Isabel Salvador, que se repiten una y otra vez, hacen recordar, dolorosamente, situaciones en que la comunidad internacional, no ha reaccionado con la suficiente diligencia para evitar desastres mayores.

¿Qué más se puede hacer?

Esperar con paciencia a que el Consejo de Seguridad se convenza de que no hay mas opciones que actuar ahora. Porque cuando todo el territorio sea controlado por las bandas no será posible sin una tragedia mucho mayor que la intervención con tiempo, como han pedido las autoridades haitianas y como ha reiterado la República Dominicana.