De las tensiones por el Código Penal y los debates en la Cámara de Diputados, hemos pasado rápidamente a un interés desenfrenado por las designaciones anunciadas por el Palacio Nacional y el presidente de la República, para llenar las posiciones vacantes, como han sido Ministerio Administrativo de la Presidencia y el INTRANT, y posiciones que iniciarán en la segunda administración del presidente Luis Abinader.
En el plano de la política norteamericana, pasamos de la atención a los detalles del atentado de asesinato al candidato Republicano, Donald Trump, al COVID que padece el presidente Joe Biden y la posibilidad de su cambio como cambio candidato a la reelección por el Partido Demócrata. Las declaraciones de Barack Obama, sobre la necesidad de repensar esa postulación, han llevado a la especulación de que Biden estarían renunciando a su repostulación, y a que no renunciaría de la presidencia, hasta enero del 2025, cuando sería sustituido por quien gane las elecciones del 5 de noviembre próximo.
Hemos dejado atrás el interés por las incidencias del X Congreso del Partido de la Liberación Dominicana, para poner los ojos en los detalles de las designaciones del presidente de la República para el próximo gabinete. Algunas designaciones se entienden urgentes y necesarias, pero otras son vistas como mera sustituciones e intercambios de lugares para las mismas personas con cercanía al poder. Nada Nuevo bajo el sol, como dirían los postumistas.
Pero como el presidente ha dejado claro, este miércoles, que “el nuevo gabinete continuará anunciándose. Estén atentos!”, el número de seguidores del presidente en la red social X, utilizada para los anuncios sobrepasó el millón de seguidores, y se ha mantenido en primer lugar en los trendig topics de esa plataforma. Es decir, los anuncios del presidente Abinader son generadores de una adrenalina tremenda, casi como las que tuvieron argentinos y colombianos en el partido definitorio de la Copa América, o la que tuvieron españoles e ingleses en el partido definitorio de la Eurocopa, la pasada semana.
Al presidente y al equipo presidencial, en especial al de comunicación, les corresponde seguir con los anuncios. Establecieron un nuevo modelo de presentación de los designados, con valoraciones de eficiencia, integridad, vocación familiar, formación, historia laboral, edad y muchos otros datos, que no se ofrecen en un decreto, pero que en el perfil gráfico de los nuevos funcionarios funciona muy bien, para que se conozca la versión oficial de sus historias personales y políticas.
Nadie tiene los focos como los que se mantienen enfilados hacia los anuncios del presidente Luis Abinader. Y quien intente robar el espacio, en los medios tradicionales y en las redes, queda aplastado. Es un efecto control muy bien utilizado en el pasado por otros mandatarios, y que les ha proporcionado éxitos, como Nayib Bukele o como Donald Trump en el pasado. Barak Obama también lo utilizó. Ahora está teniendo efectos en la República Dominicana.
Es también la lectura de la política y la gestión de Estado como espectáculo, que ya ha sido analizado abundantemente y que llevó a Mario Vargas Llosa a escribir un lúcido ensayo, contenido en su libro La Civilización del Espectáculo, partiendo de las 221 tesis del libro del mismo La Sociedad del Espectáculo del filósofo y cineasta francés Guy Debord, quien publicó el primer libro sobre tema en 1967.
¿Hay algo más, algún propósito desconocido, en las intenciones de la estrategia de comunicar las nuevas designaciones en este formato y con la recién instalada regularidad? No lo sabemos, sin embargo, hay un un efecto que concentra la totalidad de la atención pública en el presidente de la República y en sus redes sociales.
Esperemos los nuevos nombramientos. Y disfrutemos del show que nos entregan con cierta gratuidad.