El presidente de la República, Luis Abinader, ordenó que los organismos oficiales responsables, cierren desde las seis de la mañana de este viernes, 15 de septiembre, las fronteras físicas, aéreas y marítimas con Haití.

Se trata de una decisión dura de protección y defensa de los intereses de la República Dominicana y la soberanía sobre las aguas del río Masacre.

Un grupo de ciudadanos de la región norte de Haití, en la comunidad de Juana Méndez, de manera privada decidió recomenzar la construcción de un desagüe parcial del río Masacre, para irrigación de algunas plantaciones agrícolas.

Una comisión oficial de Haití se encuentra en la República Dominicana, en conversaciones con el Ministerio de Relaciones Exteriores, tratando de encontrar vías de avenencia con el gobierno dominicano, ante el plazo que había otorgado el pasado lunes el Consejo Nacional de Defensa. El plazo vencía este jueves.

Alrededor del medio día del jueves, mientras las comisiones continuaban sus negociaciones en la cancillería dominicana, el presidente Abinader, anunció que el cierre de todas las fronteras sería efectivo a partir de las 6 de la mañana de este viernes.

No habrá tráfico aéreo entre Haití y la República Dominicana. Tampoco habrá trasiego de mercancías por vía de embarcaciones entre los dos países, y el intenso cruce de vehículos pesados entre Haiti y RD por las fronteras de Dajabón, Jimaní, Elías Piña y Pedernales, tampoco será posible.

Lo que normalmente ocurre con este trasiego es que los haitianos compran productos dominicanos, y revenden dentro de su territorio. A los haitianos les vendemos huevos, salame, pollos, arroz, granos, pastas alimenticias, salsas, pan, entre muchos otros productos.

Los haitianos se quedarán con su dinero y los dominicanos con sus productos. Para atenuar el impacto negativo para los productores agropecuarios y los comerciantes dominicanos, el gobierno ha anunciado compra masiva de algunas de esas mercancías para ser colocadas en los mercados de INESPRE, que suplen alimentos a precios subsidiados a las familias de ingresos bajos.

El argumento es que la soberanía está por encima del comercio, y hasta asociaciones comerciales han apoyado la decisión del presidente Abinader.

Es muy lamentable el cuadro que se presenta con este cierre total de las fronteras. Los riesgos de desabastecimiento y hambruna en Haití son mayores. Edwin Paraison, sacerdote anglicano y exfuncionario de Haití en República Dominicana, ha dicho que la decisión es catastrófica, y que debía recurrirse a la vía diplomática para mantener la normalidad en la frontera.

El gobierno dominicano ha desplegado miles de militares para hacer cumplir su disposición en toda la frontera. También se continúa construyendo una valla que separa físicamente a los haitianos de los dominicanos. La construcción ha sido rota en algunos lugares.

Como la normalidad ha estado ausente del territorio haitiano, delegaciones diplomáticas que sirven en Haití se han transferido a la República Dominicana. Muchos haitianos con posibilidades han optado por viajar frecuentemente entre los dos países. El negocio por la frontera es más intenso de lo que cualquiera sospecha, y la relación comercial es ventajosa para la República Dominicana.

Los haitianos para viajar hacia Estados Unidos o Europa utilizan el territorio dominicano, porque es más seguro y más barato, y porque las líneas áreas escasamente aterrizan en Puerto Príncipe.

En nuestro país hay entre 10 y 12 mil estudiantes universitarios haitianos. Esos estudiantes y sus familiares en Haití viajan con frecuencia. Ya no podrán hacerlo.

Una parte de la frontera tiene empresas dominicanas, como Codevi, que es una zona franca que emplea a más de 20 mil trabajadores. El cruce fronterizo para esa empresa se complicará mucho con la decisión del gobierno.

Hemos opinado que el cierre de la frontera es una decisión dura, porque es un caso inédito. República Dominicana se negó a cumplir el embargo de la comunidad internacional contra Haití, cuando fue gobernada por el general Raoul Cedras, y Balaguer mantuvo una ruta humanitaria para facilitar la entrada de alimentos para los haitianos.

El cierre de la frontera ocurre en un momento en que la incertidumbre de los haitianos es muy grande, porque carecen de institucionalidad, de gobierno legítimo y de esperanza de restablecer la gobernanza, luego del asesinato del presidente Jovenel Moise.

Mantenemos la esperanza de que este cierre total de la frontera con Haití sea temporal y no se extienda en el tiempo. La gravedad de la situación va mucho más allá que la diferencia por el usufructo del agua del río Masacre.