Celebramos con alegría y esperanza la llegada del 2023. Nos sumamos al optimismo de toda la sociedad, reconociendo que cada sector social, político, productivo, regional, debe hacer un gran esfuerzo para que los desafíos del año que ha entrado no se conviertan en un retroceso ni nos arropen con lamentaciones.

Celebramos que el cierre del 2022 haya sido optimista, con crecimiento económico, con reducción de muchos de los indicadores de vergüenza relacionados a transparencia, institucionalidad, calidad del gasto, empleo, divisas, exportaciones, remesas, turismo. Esos son los factores fundamentales para un crecimiento económico que nos acelere el crecimiento en 2023.

No podemos dejar a un lado la realidad de que este año 2023 será de gran importancia política, porque el presidente Luis Abinader finalmente optará por una repostulación presidencial, que le está permitida constitucionalmente, y porque en el escenario no se percibe a nadie de su entorno que esté trabajando para la construcción de una candidatura por el Partido Revolucionario Moderno.

El Consejo Económico y Social (CES) tiene en sus manos un legajo de reformas entregadas por el gobierno, que ha trabajado en diversas mesas. Muchos de los consensos se han conseguido, pero la reciente aprobación de una reforma electoral luce fuera de los pactos del CES, y podría indicar un fracaso de este Consejo en los debates que les fueron encargados por la presidencia de la República.

Celebramos que el entorno regional de América Latina y el Caribe esté ofreciendo datos esperanzadores al inicio del 2023: El presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció un cese total al fuego, hasta junio del 2023, prorrogable en el tiempo, con el Ejército de Liberación Nacional, y con la disidencia de las FARC, en lo que avanzan las negociaciones para la desaparición de las guerrillas en ese país. Y en Brasil, el nuevo presidente Luis Ignacio Lula Da Silva juró como presidente este domingo, por tercera ocasión, y de inmediato comenzó a revertir muchas de las medidas dictadas por el saliente presidente Jair Bolsonaro. Por cierto, Bolsonaro salió de Brasil, no estableció fecha de regreso, pese al rol que le tocaba jugar en la entrega de la banda presidencial al entrante presidente. Tampoco ocurrió el temido golpe de Estado contra el proceso electoral que eligió a Lula, pese a que Bolsonaro sigue sin reconocer que Lula ganó las elecciones.

Celebremos estos primeros casos de progresos en el área, en particular la salida de Bolsonaro del poder, y esperamos que haya posibilidad de reformas políticas en los casos de dictaduras como las de Nicaragua, Cuba y Venezuela, y reformas políticas fundamentales para alcanzar la estabilidad en Perú y en Haití, países que han sufrido caídas de presidentes y situaciones de violencia social y política lamentables.

Especialmente en Haití, en donde se acaba de crear un Alto Consejo de Transición (HCT), para organizar elecciones transparentes en camino a una institucionalización y cese de la violencia. Ese Alto Consejo tendrá que trabajar para tener acceso a todo el territorio haitiano, para elaborar un padrón electoral creíble y de consenso, y para convencer a los haitianos de que participar de las elecciones será una oportunidad para cambiar su lamentable deterioro político e institucional.

Apostamos por un nuevo año 2023 cargado de buenas noticias, que lleguen con optimismo, para mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, reducir las inequidades y reducir, tanto como sea posible, la impunidad, el monopolio, las miserias sociales y los abusos de los poderosos.