Cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es momento propicio para reflexionar sobre los avances que como género y sociedad hemos logrado en el ámbito de la lucha contra las desigualdades.
La mujer ha tenido una notable evolución, una transformación que ha llevado a la consecución de retos que en otros tiempos parecían inalcanzables. La mujer se ha empoderado, desafiando las expectativas y demostrando su capacidad para enfrentar cualquier desafío que se le presente en su camino hacia la realización personal y profesional.
Es de mucho orgullo reconocer que ser mujer ya no está centrado en el tradicional papel de la maternidad o crianza de hijos, sino que abarca un espectro mucho más amplio de experiencias y aspiraciones.
En el siglo XXI, como mujeres tenemos derecho a la educación, a la salud, a un trabajo digno, a ejercer el voto, a tomar nuestras propias decisiones, y aún nos queda una larga lista de derechos por los cuales debemos seguir luchando.
Miramos con determinación hacia nuevos horizontes teniendo en cuenta que somos libres, más no libertinas.
En nuestro diario vivir enfrentamos desafíos y al superarlos demostramos que somos capaces de vencer las adversidades. Por eso, en este Día Internacional de la Mujer resaltamos nuestra virtud, nuestro valor y la capacidad que tenemos para cambiar el mundo.
Si algo podemos decir, es que para 2024, hemos dejado de vivir para otros y comenzado a vivir para nosotras. Porque si eres mujer, muchas veces habrás escuchado que no debes ponerte ciertas piezas de ropa para que otros no piensen que “quieres seducir”, que no realices cierta actividad porque “es de hombres”, que no andes sola porque te verán “indefensa”, que no puedes aspirar profesionalmente porque ser madre “es lo que te toca” o que, en fin, no puedes actuar libremente porque otro así lo ha decidido.
Queda claro que las razones por las que la mayoría de mujeres se han cohibido históricamente son externas a su persona, más bien pertenecen a un contexto social que las cohíbe. Son “razones” que se resumen en ser mujer, y esa es una condición que no podemos alterar.
Pero los años en pie de lucha nos han enseñado a cambiar la perspectiva. Y como “para cambiar el mundo debes comenzar por ti”, nos hemos transformado nosotras para que el mundo entienda. Pensamos y actuamos distinto, entonces usamos la ropa que queramos: faldas, pantalones cortos, vestidos y bikinis. Y los usamos sin importar lo que otros piensen, porque sabemos que buscamos sentirnos cómodas con nuestros cuerpos antes que seducir. Practicamos las actividades que eran “solo de hombres” y hemos demostrado que lo podemos hacer igual, o mejor, a nuestra medida. Hemos aprendido a estar solas, a andar sin acompañante siempre que queramos, porque estar solas por decisión no tiene nada que ver con ser débiles o indefensas. Una gran mayoría es madre porque quiere, no porque esa sea su única opción o "lo que le toca".
Es 8 de marzo del 2024 y somos mujeres luchadoras porque otras (las 146 de la fábrica clandestina Shirtwaist Triangle) décadas atrás así lo decidieron, y nosotras reafirmamos esa decisión por las que seguirán llegando a este mundo, que no las entiende del todo, pero que una a una, pueden seguir cambiando.