Manuel Enrique Tavares Sánchez (Ique) acaba de publicar sus memorias, que él ha titulado Bulle, en referencia a un viejo reloj adquirido por su abuelo paterno en 1925, y que había ganado el primer lugar en una feria realizada en París. Solo cuatro ejemplares de esa pieza se fabricaron, y con paciencia y determinación Ique Tavares Sánchez lo puso en funcionamiento, y ha recuperado el tiempo y su artefacto heredado sigue siendo motivo de orgullo para el y su familia.
El libro está escrito sin grandes pretensiones. Ofrece un conjunto histórico muy sincero, de memorias que recogen los datos que Ique recuerda de su padre y de su madre, y de los acontecimientos empresariales, políticos, sociales en que se involucraron, sin andar detrás de posiciones políticas. Es su versión de la historia contemporánea. No significa que sea la verdad, pero sí es su verdad y la de su familia. No parece buscar justificaciones, ni hacer quedar bien a sus progenitores, en particular a su padre. Hubo y habrá cuestionamientos políticos ante el Triunvirato en que participó, pero su hijo nunca recibió explicaciones, porque apenas era un niño de 9 años cuando sucedieron los hechos.
Los Tavares Sánchez son una familia de abolengo y de emprendedores. Ique lo cuenta con gran sinceridad, y se lamenta de no haber tenido la oportunidad de intimar y conversar más con su padre, a quien considera una gran personalidad pero que conoció poco, por los compromisos escolares y universitarios que tuvo y por la rígida disciplina que su padre la impuso. Su madre -Rosa Emilia Sánchez Pérez- es descendiente directa de Francisco del Rosario Sánchez, una mujer de recio carácter y de posiciones firmes, fundadora de la Liga Dominicana Contra el Cáncer.
El libro cuenta con lujos de detalles la historia de lo que denomina “La Fábrica”, que no es otra cosa que la empresa Tavares Industrial, una gran industria de materiales de construcción que requirió un extraordinario esfuerzo de los hermanos Manuel Enrique y Gustavo Tavares Espaillat, que heredaron la iniciativa y lograron transformarla y hacerla siempre más grande y eficiente, hasta que llegó a las manos de Ique.
Las memorias dedican tiempo a recopilar datos sobre los últimos años de la dictadura de Trujillo y las implicaciones que tuvieron sus padres con Huáscar Tejada y Roberto Pastoriza, quienes al día siguiente de haber ajusticiado a Trujillo se presentaron a la residencia de los Tavares Sánchez, en búsqueda de refugio. Ese dato, y otros detalles que se recogen en la memoria de Rosa Emilia, resultan revelaciones valiosas para la historia de los últimos días de la llamada era de Trujillo.
La cacería comenzó la misma noche del ajusticiamiento, y Manuel Enrique Tavares Espaillat fue apresado, implicado, e interrogado, pero milagrosamente salvó su vida por la intervención de un antiguo compañero de estudios en los Estados Unidos, que ocupaba una función política e hizo saber al gobierno dominicano, presidido por Balaguer, que el imperio le estaba poniendo atención a la prisión de este empresario dominicano, formado en Andover.
Obvio que Ique defiende a su padre de los avatares políticos en los que se involucró. Luego del golpe de Estado contra Juan Bosch y el gobierno del PRD en septiembre de 1963 fue miembro del primer Triunvirato, con Emilio de los Santos y Ramón Tapia Espinal. Se encargada de los asuntos económicos, pero cuando ocurrió el levantamiento guerrillero en Manaclas le pidieron ofrecer por radio el discurso en que se garantizaba la vida a los que se fueron a Manaclas y a otros puntos del país, a reclamar con las armas el retorno de Juan Bosch al poder. Tan pronto se rindieron los guerrilleros en San José de las Matas, Manolo y sus compañeros fueron fusilados. Emilio de los Santos renunció de inmediato, luego se marchó Tapia Espinal, pero Manuel Enrique Tavares se quedó hasta que Donald Reid Cabral se proclamó presidente del triunvirato. El libro recoge muy bien los detalles de ese corto y traumático período de nuestra política.
Es un libro muy sincero, con elocuentes datos y anécdotas, con los pormenores económicos familiares, los emprendimientos de Ique y sus pasiones creativas, culturales, deportivas y políticas.
Vale la pena leer este volumen de 597 páginas, en donde se ofrecen detalles de la fundación de empresas como el Parque Industrial de Itabo, Orange Dominicana, el Puerto Multimodal Punta Caucedo, y de las instituciones Finjus y Gazebo.
Es un libro con mucha carga de honestidad, con gran discreción, pero al mismo tiempo planteado con ecuanimidad, por ejemplo, sobre el papel de los políticos dominicanos en algunos proyectos de trascendencia para el país. Curiosa la historia, al mismo tiempo inquietante, de las relaciones de su madre, Rosa Emilia Sánchez Pérez, con el doctor Joaquín Balaguer, y las propias relaciones de Ique con Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina. O la historia de los innumerables tíos que tuvo Ique Tavares Sánchez, y que casi todos sumaron ideas, apoyos, virtudes, para ofrecerles lo que finalmente su padre no le pudo dar, por haberse ido temprano de esta vida, con apenas 61 años. Gianni Vicini, Tomás Pastoriza, Alejandro Grullón, entre muchos otros.
Invitamos a quienes tengan la oportunidad de adquirir este libro, a disfrutar las historias que nos trae, incluyendo la historia del reloj Bulle, que comienza y termina con las páginas de este interesante recuento momorístico familiar y del país, del que apenas se imprimieron 500 ejemplares.