No es la primera vez que un Secretario de Estado, de los Estados Unidos, visita la República Dominicana. Antony Blinken llegará mañana, procedente de Puerto Príncipe, en una visita por el Caribe que ha tenido como centro de atención precisamente las dos naciones que integran la isla Española.

La preocupación de los Estados Unidos, en medio de un proceso electoral importante, es lograr que Haití comience a encaminarse por el sendero de la estabilización, la reducción de la violencia, y la organización de elecciones, que permita una alternancia política que libere a Haití de la inestabilidad, la violencia social y la presión que representa su flujo migratorio intenso hacia Estados Unidos, América Latina y los países del Caribe, especialmente la República Dominicana.

Algunos secretarios de Estados de Estados Unidos que nos visitaron en el pasado reciente fueron Colin Powell, en el 2004, siendo George W. Bush presidente, y lo hizo para asistir a la toma de posesión del doctor Leonel Fernández.

Seis años después el país recibió la visita de la Secretaria de Estados Hillary Clinton, en el 2010, durante la administración del presidente Barack Obama. La visita se hizo en un contexto de ampliación de la cooperación regional en torno a la tragedia haitiana como consecuencia del terremoto del 2010, y la República Dominicana desempeñó un pase relevante en la coordinación y recepción de apoyo internacional para Haití.

El penúltimo Secretario de Estado que nos visitó fue Mike Pompeo, en el año 2020, durante la administración de Donald Trump. Visitó el país para estar presente en la toma de posesión del presidente Luis Abinader, el 16 de agosto de ese año.

Cada vez que un Secretario de Estado ha visitado República Dominicana se levantan expectativas sobre las posibilidades de mejorar las relaciones con Estados Unidos, ampliar la cooperación, pero en realidad son las urgencias norteamericanas las que han determinado que esas visitas ocurran.

No hay que hacerse Muchas expectativas con la visita del señor Blinken. La agenda la establece Estados Unidos, y en este momento hay factores relevantes para el gobierno del presidente Biden: Haití, como preocupación, por su nueva tragedia de violencia social, y Venezuela, por la cooperación que República Dominicana está ofreciendo para presionar al dictador Nicolás Maduro por el nuevo fraude electoral que ha impuesto en las elecciones del pasado 28 de julio.

República Dominicana podría tener una agenda, incluso podría solicitar que Estados Unidos termine de designar embajador, luego de cuatro años de ausencia de un diplomático norteamericano en el país.

República Dominicana ha sido obsequiosa con Estados Unidos. Ha reforzado la lucha contra el tráfico de drogas, hasta emprender acciones nunca antes conocidas, ser un ente de presión para atención de la comunidad internacional ante la crisis haitiana, o ser un factor crítico frente a la dictadura de Nicolás Maduro.

Pero hay muchos problemas en el mundo que afectan directamente a Estados Unidos, y hay poco atención a un Estado amigo como la República Dominicana, que es colaborador sin grandes exigencias, y sin riesgos de desestabilización o de crear conflictos o riesgos para la gran potencia.

Blinken viene a pedir y a tratar de imponer, no a escuchar ni a traer, y hasta es posible que reclame a la República Dominicana atención sobre las deportaciones y los asuntos de derechos humanos en que se ha denunciado que el gobierno local flaquea.

Y finalmente, dos preguntas: ¿Tiene la República Dominicana una política clara respecto de sus relaciones, necesidades, urgencias, frente a los Estados Unidos? ¿Escuchará el señor Blinken los contenidos de esa política, si es que existe, tanto del presidente Luis Abinader o del ministro de Relaciones Exteriores?