“Hay mortales que nunca debieron morir,

como tampoco todo aquello que en su vida hicieron

por el mejoramiento de sus semejantes”.

Una vez alguien escribió esta simbólica frase que hoy recordamos para honrar la memoria de don José León. Estos momentos de reflexión, motivan hacer un recuento de algunas de sus arraigadas creencias y sus formas de actuar. Para este fin, recordaremos sus propias palabras expresadas en distintas ocasiones.

Los principios desarrollados durante su extensa labor corporativa quedaron expuestos en la década de los años noventa, específicamente en un párrafo de su discurso para recibir un reconocimiento como empresario excepcional. En esa solemne ocasión, don José dijo:

“Es justo indicar que hoy se concentra en mi persona un alto honor que debe dársele al esfuerzo de muchos, y en especial de mi padre, mi tío y mis hermanos mayores, que desde siempre comprendieron e inculcaron en mí, que el éxito empresarial debe ir de la mano con la responsabilidad social. De lo que tratamos es de aunar esfuerzos, de sumar fortalezas. De articular la lógica de la gestión efectiva a la del equilibrio, el desarrollo, la participación, la dignidad y la justicia. Hay una hermosa frase del poeta argentino Menapache que acostumbro enfatizar, porque transmite la esencia que nos articula como grupo de empresas y que me impulsa como persona: “No tenemos en nuestras manos la solución de todos los problemas del mundo, pero ante todos los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”.

Mr. President, como solía decirle, fue un hombre de muchas realizaciones que le produjeron iguales satisfacciones. La creación y desarrollo del Centro León se encuentra entre las más acariciadas de todas. En una entrevista en el año 2001, le hicieron la siguiente pregunta: ¿cómo usted sueña que debe ser el proyecto que la Fundación Eduardo León Jimenes está construyendo? Don José contestó:

“… debemos entregar al país una institución cultural completa, bien equipada, con una visión contemporánea y que sea capaz de presentar de manera digna la cultura dominicana ante el mundo, integrando para ello todos nuestros programas en arte, cultura y medio ambiente, para proyectarlos al futuro con la participación dinámica de todos los sectores sociales…”.

A don José le encantaba recolectar citas y frases de diferentes pensadores, para luego difundirlas motivando buenas acciones en aquellos que las leyeran o escucharan. Cuando inició la emisora Raíces, él propuso una sección diaria que, cada cierto tiempo, comunicara un pensamiento que sirviera de inspiración. En 2004, con motivo del Día de la Amistad, uno de esos “Mensajes de Vida” decía:

“Nadie llega a ti por casualidad… Todo encuentro amistoso es un proyecto de Dios. El mundo está en las manos de quienes tienen el valor de soñar y de quienes se atreven a correr el riesgo de vivir sus sueños. Cada uno tiene sus talentos…”.

A mediados de la primera década de este siglo durante una convención anual de ventas de la Cervecería Nacional Dominicana, don José mencionó ocho consejos que siempre solía dar a quienes trabajaban con él en cualquier empresa o proyecto:

1. Confíen en el Señor.

2. Sean personas de detalles… dejen huellas.

3. Déjense llevar por el corazón.

4. Traten a todos por igual.

5. Escuchen música y disfruten de la naturaleza.

6. Vivan inspirados.

7. Amen su trabajo.

8. Estén abiertos a los cambios.

Para finalizar, les recordaré el cuento favorito de don José:

“Un padre mandó a sus hijas a estudiar con un sabio, quien siempre respondía a todas sus preguntas sin dudar. Impacientes con el sabio, una de las niñas decidió inventar una pregunta que él no sabría responder. Tomó en sus manos una linda mariposa y le dijo a su hermana: “Voy a esconder en mis manos la mariposa y a preguntarle al sabio si está viva o muerta. Si él dice que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que está viva la apretaré hasta matarla. Así cualquiera que sea su respuesta, será una respuesta equivocada”. Las dos niñas fueron al encuentro del sabio y la que tenía la mariposa le dijo “Tengo aquí una mariposa. Dígame ¿está viva o muerta?” Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió: “Depende de ti… ella está en tus manos.”

Y después, don José leía lentamente la moraleja escrita por el autor del cuento:

“Así es nuestra vida, está en nuestras manos y somos los responsables de lo que hacemos con ella. Dios nos la dio, como las mariposas, y nos toca a nosotros escoger qué hacer con ella. Cada oportunidad que recibimos es una mariposa, podemos aplastarla y al final el daño mayor será para uno mismo. Yo confío en que donde quiera que vayamos sepamos agregar valor, no destruirlo, y que se vean volar multiplicadas a nuestro alrededor infinitas mariposas de prosperidad y de huellas, fruto de nuestro esfuerzo y de nuestros valores”.

Concluyo con una frase de Atahualpa Yupanqui: “un gran hombre, un creador, no tiene biografía.  Toda su vida está en los principios que practica con su trabajo”. Gracias, don José, por todo y, por tanto. Gracias.