El Consejo Nacional de la Magistratura ha iniciado las entrevistas de los postulantes que aspiran ocupar las sillas de los cinco jueces que han terminado un período de doce años, pertenecientes a la primera membresía de magistrados de esa alta corte.

Cabe recordar que el período de permanencia en la función de esa primera matrícula de jueces del Tribunal Constitucional fue sui generis, lo cual respondió a la necesidad de preservar la doctrina sentada por el tribunal, y no que fueran nombrados 13 nuevos jueces que de golpe y porrazo modificaran los criterios constitucionales que se han concebido.

Y justamente, dado el carácter vinculante que tienen las decisiones adoptadas por el Tribunal Constitucional estas necesariamente obligan e influyen en la toma de decisiones de los poderes públicos y órganos del Estado, con lo cual se pretende respetar principios constitucionales como la igualdad, la buena fe y la confianza legítima que garantizan la uniformidad en la interpretación y aplicación de la ley para preservar la seguridad jurídica y, con ella, la certeza que la sociedad tiene de que los jueces decidirán los casos iguales de la misma forma.

Dicho esto, llama poderosamente la atención la insistencia de algunos consejeros en temas ya decididos por el Tribunal Constitucional, al momento de realizar preguntas a los candidatos. Destacan los temas del orden de los apellidos decidido por Sentencia No.  TC/0127/21, la Sentencia TC/0256/14 que declaró inconstitucional el documento de aceptación de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otras. También, se ha insistido con el tema de las tres causales, lo que haría pensar que una corriente marcadamente conservadora se podría consolidar en el Tribunal Constitucional.

Pero más alarmante es la manera en que algunos postulantes se presentan, al dejar muy claro su fe religiosa, como si esto fuera una condición indispensable para tener el favor de los consejeros al momento de elegir a los cinco nuevos jueces del Tribunal Constitucional, dando la impresión de que pudiera haber un activismo de la iglesia para lograr que más de sus feligreses sean nombrados en la alta corte.

Lo que está en juego con esta evaluación es de importancia capital, por cuanto lo deseable sería que tengamos un Tribunal Constitucional en el cual hubiera jueces de ideologías diferentes, que exista un balance, de modo que sus decisiones no impliquen un retroceso en materia de derecho constitucional, pues aunque sí hubo algunas sentencias infortunadas dictadas por dicho órgano, especialmente la TC/0168/13, debe reconocerse que es verificable el avance en materia de derechos fundamentales gracias al trabajo de dicho tribunal y los jueces que ya no están.

Ojalá nos veamos en el espejo de lo que acontece con la Corte Suprema de los Estados Unidos, en la cual se ha logrado instalar un bloque marcadamente conservador que ha ido cambiando los precedentes que significaron un gran avance en materia de derechos humanos.