Recién se inicia el año 2023, para algunos podría parecer que las cosas no van mal en este año, pues Standard & Poors hace poco mejoró la calificación crediticia para la República Dominicana, la economía continúa creciendo a buen ritmo, las reservas internacionales se encuentran a niveles nunca alcanzados y los flujos de turismo, remesas e inversión extranjeras son muy positivos, pero a pesar de que estas son buenas noticias no todo es color de rosa en nuestro país.
Tenemos como principal problema la crisis haitiana, a la cual no se le ven visos de solución a corto plazo, provocando las mismas fuertes y costosas presiones de este lado de la frontera de imprevisibles consecuencias.
La seguridad pública se ha deteriorado convirtiéndose en el principal tema de preocupación para los dominicanos y, aunque se hacen esfuerzos e importantes inversiones para mejorar la Policía, es preciso reconocer que el incremento de la delincuencia no solo se debe a ineficiencias policiales, pues existe una gran deuda social acumulada que influye en el comportamiento de las personas. Por esa razón es necesario realizar acciones que disminuyan la pobreza y la desigualdad que mejoren el nivel de vida de aquellos a quienes se les hace tan difícil vivir de manera digna y decente.
La educación pública es un asunto que nunca pierde relevancia por su importancia en el desarrollo futuro del país; está más que comprobado que el 4% del PIB destinado a la educación preuniversitaria, sólo ha servido para aumentar los salarios de los profesores, construir algunas escuelas, hacer negocios turbios y poco más, pues la preparación de los estudiantes es igual o peor que cuando el Ministerio de Educación comenzó a recibir esa inmensa cantidad de dinero. No es posible que ese presupuesto continúe aumentando indefinidamente, sin atarlo a metas medibles que aseguren una mejor capacitación para los maestros y estudiantes bien preparados.
Otro tema muy importante que tiene un notable impacto en las finanzas públicas es el del sector eléctrico, el año pasado los subsidios recibidos por este, fueron de la astronómica suma de US$1,600 millones, sin vislumbrarse una solución para parar esta hemorragia. Del total de la energía que sirven las distribuidoras, el 37% no se cobra, mientras esta situación se mantenga es imposible llegar al punto de equilibrio, si a esto le agregamos la carga de un personal supernumerario y las ineficiencias de una operación politizada, las perspectivas no son nada buenas.
Estamos en un año preelectoral con todas las implicaciones que esto tiene, sabemos que no es momento para hablar de reforma fiscal, pero en algún momento habrá que hacerlo, pues la presión fiscal en nuestro país es muy baja, aunque existen sectores altamente gravados, mientras otros prácticamente no tributan, es necesario corregir eso, así como controlar más la evasión e incrementar el número de contribuyentes.
El pasado año los ingresos del gobierno fueron muy buenos, tanto DGII como Aduanas, sobrepasaron sus estimados, teniendo las autoridades una posición de caja excelente con miles de millones en bancos, que parece indicar que la capacidad de ejecución de las principales entidades públicas encargadas de llevar a cabo las obras es pobre, o que existen obstáculos institucionales que lo dificultan. Opino que es un buen momento tanto para evaluar a los responsables de esos ministerios, como para hacer un alto en el camino y repensar seriamente si es conveniente continuar con el ritmo de endeudamiento que se lleva.
Aunque tenemos problemas serios como el de los aumentos de precios provocados por una inflación de origen externo y el peligro de una recesión económica a nivel mundial, quiero terminar este artículo con un comentario sobre la corrupción.
Este fenómeno es una hidra de siete cabezas que por donde quiere asoma, no siendo exclusiva de ningún colectivo particular, pues el lisio es sistémico y su control difícil, aunque se reconoce que hemos mejorado en esa materia, aún somos catalogados como un país de alta corrupción en las mediciones que se hacen sobre ese particular, siendo necesario decir que cada vez son más frecuentes los comentarios sobre la ocurrencia de actos dolosos en diferentes niveles de la administración pública, sin que abunden sometimientos por estos hechos.
Aunque el presidente de la República ha sido claro y enfático en su posición en contra de ese flagelo, hemos visto el trabajo que dan y el tiempo que toman los juicios por corrupción, esta es una lucha que se tiene que continuar librando, la ciudadanía debe brindar todo su apoyo al Lic. Abinader en esta cruzada por el adecentamiento de la gestión pública.