A las 6:45 de la madrugada, Pedro Martínez sale de su casa a buscar el sustento de su familia. El hombre, que trabaja carpintería con un sueldo de RD$ 40,000 mensuales, se autodenominó proveedor de su familia compuesta por tres hijos menores de edad y su esposa María Jiménez.

Tras irse, María despide a sus hijos que caminan hacia la jornada de tanda extendida e inicia las labores y quehaceres diarios, “apurándose” para que su esposo encuentre la casa ordenada y limpia, para él tomar una taza de café, cenar un mangú con tres golpes y ver su deporte favorito.

Entre suspiros, limpieza y ver entre los hierros de la casa, la fémina sueña con que sus hijos sean adultos para librarse de su marido, quien le lleva 15 años y le prohíbe incursionar en el mercado laboral de República Dominicana.

Pese a que Quisqueya ha logrado avances en la reducción en temas de brecha de género, aún en casos como los de María Jiménez, concurridos en sectores y barrios populosos, son insuficientes ante la desigualdad.

Ella no recibe golpes físicos ni abusos sexuales, la violencia tiene múltiples formas de presentarse. Desde insultos y amenazas, hasta golpes y abuso sexual, pero en todos los casos, deja consecuencias a nivel físico, psicológico y social.

En República Dominicana, dos de cada tres mujeres han experimentado algún tipo de violencia durante su vida, conforme la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Sin embargo, en la sociedad local, el 21% de las mujeres afirmó haber sido víctima de violencia económica, sin importar su estatus social o nivel financiero.

De acuerdo con la especialista en equidad de género e inclusión financiera, Yanery Villegas, la violencia económica es un fenómeno social que tiene interacción entre factores sociales, culturales, económicos y psicológicos que perpetúan los niveles de desigualdad y legitiman como una vía de controlar y dominar a las mujeres.

“La desigualdad económica viene dada en contextos donde de forma significativa las mujeres ganan un valor inferior a sus homólogos hombres por las mismas tareas y capacidades”, reconoció Villegas.

Los datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) establecen que, por cada 100 hombres pobres, se registran 136 mujeres, es decir, un 36 % de diferencia entre ambos géneros. De acuerdo con la experta, significa que la mujer se ve limitada a su acceso, ya sea por no tener la posibilidad de administrar el dinero que recibe por su trabajo o estudiar para acceder a plazas laborales.

El reto de la incursión al mercado laboral

La ONE registró que el 50.5 % de la población dominicana es femenina, al cierre del 2023. En términos absolutos son 5,442,517 frente a los 5,328,987 hombres.

A pesar de que el producto interno bruto (PIB) de República Dominicana incrementa y se vuelve en una de las economías más competitivas de la región de América Latina y el Caribe, la pobreza y violencia económica con rostro de mujer dista de esta realidad. Las féminas están más propensas a estar excluidas del mercado laboral formal, la educación y ser independientes financieramente que pueda contribuir al desarrollo de sus vidas y la de sus familias. 

En el trimestre julio-septiembre 2023, el Banco Central (BCRD) señaló una población ocupada de 4,855,631 personas. De este número, 2,817,611, o 58 % eran masculinos, los 2,038,021 restantes eran mujeres, para 41.9 % de la fuerza ocupada.

Al desglosar los datos, 406,440 están empleadas en el renglón comercial, seguido de 214,609 en enseñanza, en 231,454 en hoteles, bares y restaurantes y 154,772 en industrias. Pero, otros “servicios” emplean a 646,997 mujeres.

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Yanery Villegas, especialista en equidad de género.

“Sin acceso a capital, no podemos hablar de una real libertad”, reconoció Villegas a Acento. De hecho, agregó que las féminas sin acceso a cuentas bancarias o instrumentos financieros, sin la disponibilidad de un presupuesto personal, pone en peligro la salud financiera de una mujer y sus descendientes.

La Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) muestra este panorama social en datos: más de la mitad de los ninis dominicanos son mujeres, es decir, 309,709 del total que asciende a 506,886. Solo 38.9 % fueron hombres, hasta 2023.

“Numerosas veces son acciones tan sutiles en sociedades con alto grado de machismo que pueden llegar a ser confundidas con un rol protector del hombre para su familia”, reconoció, a la vez que aclaró que cada familia presenta un escenario distinto basado en la carencia de acceso a capital, impedimento de insertarse en el mercado laboral o la separación de con sus allegados y familiares.

El economista Cornelio Polanco afirmó que, de erradicar la disparidad salarial entre hombres y mujeres en el mercado laboral, cerca de 760,000 personas saldrían de condiciones de pobreza monetaria. Además, el MEPyD, estableció en 2019 que el costo de esta situación representó el 1.7 % del producto interno bruto (PIB), o RD$ 78,308 millones a la economía nacional.

Ante esto, ONU Mujeres estima que las mujeres aumentarían un 76 % sus ingresos si se disminuye la brecha de género y salarial entre mujeres y hombres, además mermaría los niveles de violencia económica y se reduciría los niveles de pobreza. La situación de igualdad agregaría más de US$ 17,000 millones a la economía global.

Datos del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), señalan que 2,463,185 dominicanos viven en situación de pobreza general, mientras que 346,655 están en condición de pobreza extrema. El dato se agrava cuando se evidencia que el 23.13 % de las féminas están en condición de pobreza, frente al 21.8 % de los hombres, es decir, 1.33 % más entre ambos géneros.

Salud financiera

El Banco Mundial es aún más específico: el 18 % de las niñas mayores de 15 años o más no estudian y no tienen ingresos propios, siete puntos porcentuales más que el 11 % de los hombres. Pero, además, las mujeres dedican más de 31 horas en trabajo no remunerado.

República Dominicana ocupa el puesto 112 de 189 países en el índice de desigualdad de género del PNUD (2020). En la región, de cada 100 hombres pobres se contabilizan 135 mujeres.

Rosa y Fernando Puello eran una pareja de comerciantes con alta retribución salarial. Sin embargo, él quiso emigrar sin analizar los riesgos y salió mal. “Él le pidió apoyo económico, el negocio quebró, perdió la vivienda de sus hijos y él la abandonó para irse con otra mujer”, recordó Villegas. Su frase “te pagó cuando me recupere” quedó en el olvido.

Su historia es concurrente en las calles de República Dominicana, debido a la dependencia económica de las mujeres víctimas de violencia de género, por lo que recomienda a las mujeres a “manejar” sus finanzas separadas de su pareja.

“La mejor manera de crear una salud financiera es la realización de una planificación financiera, muchas veces las personas tienen interés en aspectos sueltos como el presupuesto o realizar una inversión”, consideró Villegas.

Para lograr la comprensión de este eje, se debe lograr una transformación real, “porque en las finanzas personales un aspecto fortalece o debilita al otro, una planificación de calidad debe incluir todos los aspectos hasta los gastos fijos y esporádicos”, que lleven a la mujer a ver a dónde destina sus ingresos.