El pasado miércoles se realizó en Santo Domingo, bajo la coordinación del Ministerio de Energía y Minas, y el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio, con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el primer taller consultivo para la “Evaluación Económica de la Descarbonización del Sector Eléctrico en la República Dominicana”. 

En el mismo el ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, aseguró que un 30% de la demanda energética será suministrada por fuentes de energías renovables para el año 2030. Por su lado, el vicepresidente ejecutivo del Consejo para el Cambio Climático indicó que la transición energética no puede esperar más tiempo.

A lo expuesto, pensamos que si bien la iniciativa es loable, a la vez tenemos que andar con cautela, porque cualquier paso en falso sería catastrófico.  Igual hay que tener sumo cuidado con las políticas públicas “copy/paste” que no necesariamente arrojan los mismos resultados en todos los lugares; tan solo tendríamos que ver la crisis energética que azota a Europa. 

El caso de Alemania

Aun siendo nosotros grandes defensores de las energías renovables, reconocemos que fue un gran error en su política energética poner a un lado sus plantas nucleares, sin tener un plan a corto plazo. 

A raíz de la catástrofe nuclear en Fukushima, Japón, el 11 de marzo del 2011, el mismo gobierno de Angela Merkel decidió, a mediados del mismo año, acelerar el proceso de cierre de sus plantas nucleares, incluyendo los siete reactores más antiguos de Alemania durante el mismo período, dando como resultado que del 2011 a la fecha la producción energética proveniente de plantas nucleares pasara de 43% a 12.3% de la matriz energética. 

 Lo más arriba señalado ha provocado que hoy el país europeo esté a merced de la disponibilidad de energía renovables y de los precios del gas natural, que dada la situación geopolítica del momento y los exorbitantes precios en la región del gas, la electricidad que usualmente representa el 1% de su PIB, se     proyecte a ser superior al 12% del PIB el próximo año.

El caso del Reino Unido

A fines del año 1991, las energías renovables representaban tan solo el 2% de toda la generación eléctrica en el Reino Unido, pero sucede que ya para el 2014 superaba el 15%, colocándose para el 2017 en uno de los líderes europeos en el crecimiento de la generación de este tipo de energía. 

De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía, IEA por sus siglas en inglés, al concluir el 2019, por primera vez la producción de electricidad sin emisiones de carbono superó a los combustibles fósiles con un porcentaje de energía renovable del 85% de su matriz energética (39% eólica, 25%s solar, 20% nuclear y 1% hidroeléctrica). 

Ahora bien, a pesar de verse como un paso muy positivo, no son uno ni dos los contratiempos que se han registrados desde el pasado invierno hasta la fecha, con deficiencia energética; ¿a qué se debe esto?

Por ejemplo, el pasado noviembre un frio inclemente provocó un consumo por encima de lo normal de electricidad, mientras la falta de viento cortó la generación de energía disponible de los parques eólicos; al mismo tiempo sucedía que varias plantas de energía se encontraban sometidas a mantenimiento, colocando al país, igual que a Alemania, a merced del gas natural, con la agravante que diferente a Alemania, Reino Unido no posee la infraestructura para abastecerse de gas natural a largo plazo, sino que más bien consume gas natural a medida que lo necesita. Como respuesta, en ocasiones se han puesto centrales eléctricas de carbón para satisfacer la demanda del momento. 

El caso de Francia

Francia es un país con una matriz energética predominantemente de generación atómica, con más de un 70% de esa energía generada por sus plantas nucleares, que inclusive en numerosas ocasiones ante un “superávit” de producción le suple a España. No obstante, en los mercados el contrato de electricidad a plazo de un año llegó a cotizarse por encima de los 1000 € por MWh por primera vez, cuando históricamente se había mantenido en un promedio de los 45 € por MWh. 

Estos altos costos se han debido precisamente a un sin número de averías en las plantas nucleares, al igual que poca producción de sus hidroeléctricas. 

Resaltamos esos casos, porque si bien el objetivo es el de desplazar de la matriz de generación la mayor cantidad de consumo de combustibles fósiles incentivando la instalación de proyectos renovables para descarbonizar el sector eléctrico es un paso positivo, debemos aprender de los errores de los demás. 

Debemos advertir que hay que tener sumo cuidado para que, con el afán de cumplir las metas de la transición energética a energías renovables, donde ya tenemos una dependencia del gas natural superior al 40% de nuestra matriz energética, no pongamos todos los huevos en una sola canasta.