El pasado viernes el precio del barril de petróleo West Texas Intermediate (WTI) cerró en US$71.34, tocando un nuevo mínimo en el año, siendo su precio más bajo desde la primera semana del mes de diciembre del año 2021; o sea, que ha alcanzado niveles previos a la invasión rusa a Ucrania, así como también ha sucedido con la cotización de la gasolina en el NYMEX, que es US$2.06 por galón. La pregunta inmediata sería ¿por qué tan brusco descenso? 

Veamos. Comentábamos en una intervención nuestra en el programa “Energía, Combustibles y Más”, el pasado martes, que existen 3 factores primordiales que han mantenido esa tendencia tan brusca a la baja de los commodities, en especial del petróleo.

Lo primero es la vuelta al confinamiento en la China, producto de un rebote del Covid, lo que es interpretado por el mercado como una desaceleración en el consumo de hidrocarburos por el gigante asiático, y lo segundo es que se mantienen sólidas amenazas de descoloramiento de la economía global, como así lo indica el último pronunciamiento del FMI, donde pronostica un crecimiento global de un 2.7% para el 2023, en comparación con el 3.2% de este año.Por último  a esto le podemos sumar la insistencia de los Banco Centrales, encabezados por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE) en su política de apriete monetario. 

Ahora bien, más allá de las expectativas, ciertos hechos ocurridos recientemente señalan una tendencia a la baja de los precios del petróleo y sus derivados a corto plazo. Solo tenemos que recordar el anuncio de la OEP sobre su recorte de 2 MM b/d en producción; aunque desde entonces el precio ha disminuido en más de US$10 por barril; y de igual forma que en su última reunión, el cartel a pesar de no lograr establecer los precios en el mercado no prosiguió con nuevo recorte, sino que, por el contrario, un miembro, Arabia Saudita, de manera unilateral, disminuyó en US$2.20 el precio oficial del “Arab Light” para el Asia. 

¿Por qué esa nueva postura de los saudís? Veamos. Partiendo de que es muy sintomático que este “corte de precio” se haga precisamente justo en la semana que entra en vigor el “cap” del precio al Ural (petróleo ruso) por la región euro y los países del G-7 de no pagar más de US$60 por barril, entendemos que países como la India, Turquía y la China aprovechan para abastecerse de la cotización del Ural a descuento, como consecuencia de perder alrededor del 90% del mercado europeo, poniendo en una situación desventajosa a Arabia Saudita al tener que competir por el mercado asiático.  

Lo más importante es que en función del interés tal vez estemos ante un realineamiento de los bloques comerciales, mientras vemos a una Arabia Saudita alejarse de los Estados Unidos cada día más, mientras se observa un acercamiento a China, donde la visita de su presidente Ki Jinping intenta asegurar contratos de energía a largo plazo y por otro lado observamos a un EE. UU. hablando de sus políticas hacia Venezuela, autorizando incluso recientemente a la petrolera Chevron volver a operar en el país sudamericano. 

De repente, quizás o sin quizás, estemos evidenciando un realineamiento global del cual la industria petrolera no será la excepción, reposicionando la presencia de países como Venezuela en la exportación de petróleo, algo que, como país, dado los imprevistos del 2021, tenemos que tomar en cuenta.