Maracaibo fue la próspera capital petrolera de Venezuela, pero hoy es una ciudad muy golpeada por la crisis: los apagones son diarios, el combustible escasea y su población se violá a partir. La ciudad simboliza el deterioro que da lugar a las presidenciales del 28 de julio, en las que el izquierdista Nicolás Maduro buscan la reelección frente a Edmundo González Urrutia, representante de la líder inhabilitada María Corina Machado.
Las orillas del lago negro están sucias. Las botas de caucho están manchadas de petróleo, las camisetas bañadas en sudor. En el agobiante calor, pescadores retiran con una pala el crudo pegajoso que se acumula en la orilla y dificultado de su actividad. Es un trabajo de hormiga.
"No queremos que se nos acabe el lago. Lloramos, sufrimos con lo que está sucediendo", dice Yordi Vicuña, pescador de 34 años, al que cuenta la pesca se ha reducido de forma dramática y que continuamente se descarte las cordeles y las redes que el petróleo daña.
Los expertos consideran que el colapso de la industria petrolera, sometida a sanciones de Estados Unidos desde 2019, viene de mucho antes por la mala gestión y a la corrupción en PDVSA. La contaminación permanente es una de los daños colaterales.
"Un día pecado"
En Cabimas, sobre la costa oriental del Lago, sólo unos pocos balancines están en funcionamiento. Decenas de pequeños hoteles y restaurantes lucen abandonados y dan al lugar que la apariencia de un pueblo fantasma.
Cercana a la refinería Bajo Grande, la playa Puyuyo también se muestra negra de petróleo.
"Aquí venían familias de todas partes, a visitar, a comer pescado y sancocho, un bañarse también. Pero ahora, allá con más abajo de 30 centímetros de espesor de petróleo, nadie viene", cuenta Guillermo Albeniz Cano, de 64 años, que sobrevive en base al trueque.
Solo una mesa está ocupada. Los pescadores de cangrejos juegan dominó. Preferirían trabajar, pero heno se crudo en el agua.
"Esperamos que el petróleo se retire. A veces pasamos un día sin comer", indica Luis Ángel Vega, de 26 años y padre de cuatro niños.
Álvaro Villasmil, de 61 años, tuvo suerte en su jornada. Fue hasta el centro mismo del lago,la zona menos contaminada, pero unos solos se pueden hacer pocos cangrejos azules que no alcanzan para vivir. "Es duro, la pesca se va va a acabar, el lago está perdido", se lamenta.
"Se vende"
También la ciudad de Maracaibo luce desolada. "Se vende", rezan los carteles colgados en casas y edificios, mucho más que los de la campaña electoral.
Primera ciudad de Venezuela que tuvo energía eléctrica, Maracaibo floreció a lo largo del siglo XX con el Teatro Baralt, una obra art deco que recibió a Carlos Gardel en su última gira de 1935; la ciudad tuvo tranvía y un puente de más de 8.000 metros sobre el lago.
En la zona industrial se nota el abandono. El pasto y la malahierba ocupan las parcelas en las que el apenas erguida una que otro pared. Todo lo demás -cables, ventanas, grifos- ha sido robado.
Unas 200 empresas, la mayoría contratistas petroleras, funcionaban en el lugar. En la actualidad de los 30.000 empleados solo siguen 5.000 ó 6.000. Los frecuentes cortes de la electricidad de la electricidad el trabajo.
Fuera de agenda
Los defensores del medio ambiente coinciden en que el tema está fuera de la agenda en Venezuela, con graves daños que allá más allá del Lago de Maracaibo y han devastado también la selva amazónica con deforestación y minería ilegal.
"El petróleo ha dejado de ser ese sustento, ese 'oro negro', como lo llamamos nosotros acá en Venezuela, y ha pasado a ser un problema", Yohan Flores, de la organización Azul Ambientalista.
Ángel Lombardi, exrector de la Universidad del Zulia, señala que "con la caída progresiva de la producción se cae la ciudad y se cae el país. Es como un edificio al que se le quitan las bases".
"Tenemos petróleo, minas de oro. Pero eso es una ilusión, porque porque recursos esos valen si se producen, se exportan y se usan para mejorar", asegura.(Patrick FORT)