Hay una frase que expresa: de la crisis surgen grandes ideas, y cuando se materializan, pueden significar el inicio de un emprendimiento que genere los recursos que suplan la necesidad de ese momento.
Algunos emprendimientos pueden verse emerger durante la época navideña. El conocimiento de preparar alimentos dulces y salados, tallar madera o aprender a hacer ponche, son ideas de negocios que tienen un nicho importante en las fiestas, haciendo que Navidad sea una temporada fuerte en ventas.
En Navidad se comercializan los ponches, los charamicos, los postres, las catibias y los pasteles en hoja. Estos productos, ya de tradición, con un fuerte empuje comercial para estos tiempos, representan para muchos de los vendedores una entrada económica fija desde el mes de octubre, que aligera las cargas del hogar.
Ponche Nona es un ejemplo de ello. Una Navidad, donde Nere Acosta del Orbe no sabía cómo llegarían a fin de año o iniciar uno nuevo dada su condición económica en ese momento, la idea de emprender un negocio llegó a sus manos, significando hoy un ingreso importante para su familia.
“Es una historia que cada año me llena de mucho sentimiento, sobre todo por como comenzamos”, contó Nere sobre sus inicios. Dijo que en 2016 donde su familia pasaba un momento “económico muy fuerte”, cuando una amiga, residente en Estados Unidos, le dio la idea de comenzar el negocio del ponche, aunque ella no sabía prepararlo.
Sin conocimientos sobre la preparación del ponche y sin el capital para iniciar, la mujer, madre de cuatro hijos, decidió lanzarse y cambiar su historia. Su amiga, que ya había iniciado a vender la bebida en Estados Unidos bajo el mismo nombre comercial, le envió la receta, pero ella – afirmó – le dio su propio toque personal: Amor y agradecimiento.
“Yo no tenía capital para hacer la primera producción. Lancé la voz a un grupo de personas… ¡Estoy haciendo ponches! Y una amiga de una vez me respondió y me dijo ¡Yo quiero tantos! E inmediatamente me depositó el dinero, lo que hoy podemos decir que fue mi capital semilla: RD$ 9,000. Compré lo que necesitaba y así fue mi primera entrega y de ahí vinieron más pedidos”, recordó.
Nona, para Nere y sus hijos, es sinónimo de abuela, de familia; un proyecto que nació en Navidad y con el cual ahora pueden planificar ingresos y planes anuales. “Era Navidad cuando inició, donde yo no sabía qué le iba a dar a mis hijos de comer, la primera que yo tenía temor de lo que estábamos viviendo, pero fue de la temporada más hermosa que Dios nos ha permitido vivir”.
El ponche artesanal tiene siete variedades: dulce de leche (el tradicional) Nutella, coco, pistachos, ciruela, café y almendra. Se venden a RD$ 1,300 la botella de 750 mililitros y RD$ 800 la de 350 mililitros.
En octubre comienzan los grandes pedidos, clientes que ordenan ponches para regalar durante las festividades navideñas. También, los ponches Nona viajan, y tienen un público en Estados Unidos y Europa.
“Poche Nona tiene un valor importante económico para nosotros, hoy podemos planificar ingresos importantes que son beneficios para la familia y poder decir este año podemos pagar esto, hacer esto”, dijo
Indicó que aunque hoy hay una “economía agresiva”, su ponche no ha perdido la calidad, ni ha variado su precio.
De un postre que salió mal a un emprendimiento
Coconutly, dulces y salados, surgió antes de la pandemia del COVID-19. Primero eran solo postres, muchos de ellos regalados a amigos como muestras y luego como un emprendimiento, que al llegar el coronavirus y cerrarse las puertas de muchos comercios, se convirtió en el sustento de su creadora.
Liliana Rijo, una joven de 30 años, publicista, quedó sin empleo como muchos en pandemia por lo que su pequeño negocio, que funciona en una cocina en su casa, comenzó a sustentarla.
La idea de cocinar surgió de ver a su madre preparar pudin de pan y arepa. “Eso despertó en mí una curiosidad por inventar, mi primer intento fue una receta que salió en un periódico, ese bizcocho quedó malísimo, duro, que no se podía comer y ahí comencé a estudiar repostería, inicié en Infotep y luego en escuelas especializadas de repostería”.
Aunque fue difícil iniciar, porque la repostería requiere de muchos utensilios y hay que invertir, hoy Coconutly tiene clientes fijos, admiradores de las catibias y los brownies, los más famosos de su proyecto.
“Mi primera batidora la saqué a rédito a 24 meses y comencé a pagar con la ganancias. Lo primero que vendí fueron brownies”, contó.
Dijo que captar clientes fue fácil, pero que regalaba mucho, "no lo recomiendo, ponga precio”. Contó que el boca a boca le ayudó y la gente comenzó a hacer pedidos. “Si comienzas a regalar es difícil tener los amigos como clientes, porque siempre quieren que le regales”, recomendó.
Aunque Liliana prepara diversas picaderas saladas y dulces, en Navidad lo que más se venden son sus catibias de pollo, queso y carne de res molida, además de sus brownies y ponches de dulce de leche y turrón y almendras que la gente comienza a pedir desde noviembre.
Navidad es una época fuerte para el negocio de Liliana, quien divide su tiempo en su empleo formal y su emprendimiento, pero también hay otras festividades que suman importantes ingresos como San Valentine y Día de las Madres.
Charamicos, un símbolo navideño con pocas ventas
Luis tiene más de 30 años en el negocio de la madera. Tallando y realizando mesas y otros adornos, se ha ganado la vida y como el mismo expresó “ha mantenido a tres familias”.
Los charamicos por años le han dado sustento durante Navidad, aunque asegura que este 2024 “las ventas no están buenas”, más bien, lentas.
El arte de Luis se muestra en unas de las calles principales de la ciudad, la avenida 27 de Febrero, y forma parte de ese grupo de vendedores que comienzan a colocar los charamicos en las aceras de diferentes avenidas desde octubre.
“Estamos desde el 85 (1985) haciendo esto, y a través del tiempo los clientes vienen pidiéndote un diseño y vas aprendiendo más, yo duré unos años con el difunto Víctor Erarte, Vitico, el artista”, cuenta sobre sus inicios en el arte de la madera.
Aunque se limitó mucho en su historia y al explicar el negocio de los charamicos, al igual que todos los demás vendedores ubicados en toda la avenida Winston Churchill, dijo que un hombre puede realizar tres o cuatro piezas al día.
Explicó que se inicia a las 6:00 de la mañana y se termina a las 6:00 de la tarde. En ese tiempo se crea el charamico y se pinta en una especia de pileta a baños, “se le tira la pintura”.
Un charamico varía en su precio, dependiendo de la forma y tamaño, por ejemplo, uno en forma de árbol de Navidad pequeño cuesta RD$ 1,000, pero otros pueden superar los RD$ 2,000.
Este adorno tradicional de la Navidad comienza a darle color a las calles desde octubre, pero a estos negociantes, Acento habló con otros vendedores que no quisieron identificarse, no solo los charamicos les da ingresos, sino que también muestran diferentes artículos hechos de madera, como mesas, y que de acuerdo con ellos, es más rentable.
Todos los consultados coincidieron en que las ventas están lentas y que hace años, que en diciembre no se vende igual. De acuerdo con Luis, la baja no es cosa de esta Navidad, sino que hace más de cuatro festividades atrás, que “los arbolitos ya no se están vendiendo mucho”.
Lo que sí es que los charamicos siguen siendo símbolo de Navidad, continúan adornando las calles y siendo un modelo de negocio para la época de muchos emprendedores, aunque está lenta la venta.