El salario mínimo es uno de los precios donde los políticos tienen la oportunidad de sacar dividendos de popularidad porque la mayoría de los trabajadores entienden que la avaricia de los empresarios es lo único que impide les paguen mejor. Es generalizada la creencia de que toda actividad debe ser remunerada en función del costo de los bienes y servicios necesarios para cubrir mínimamente gastos de alquiler, manutención, medicinas, educación, transporte, comunicaciones, ocio y espirituosas.
La mano de obra es diferente a un pedazo de metal que ni siente ni padece. Es para esos insumos inertes que se puede hablar de precios de mercado para transacciones entre los dueños de los metales y el empresario que lo quiere comprar para incorporarlo al proceso productivo. Cuando está de por medio “el sudor de tu frente” debe existir una valoración objetiva, externa al proceso, que fije los salarios mínimos permitan adquirir todo el tiempo la canasta básica representativa del gasto familiar. Es decir, el salario mínimo debe ajustarse anualmente con la inflación para mantener el valor real de su poder adquisitivo e incorporar mejoras por productividad que, de no estar presente como árbitro un funcionario del gobierno, se queda con toda ella el dueño del capital.
Ajustar en forma compulsiva y frecuente los salarios por inflación y productividad se cree que es posible porque se piensa que las ventas son siempre seguras y los productos duran apenas horas en las góndolas de los supermercados. A las personas hay que apurarlas con diplomacia para que la sobremesa no sea larga porque hay clientes en espera y las próximas reservas de hotel disponibles están para dentro de año y medio; la inversión se ha recuperado cinco veces en dos años y la revista de los reyes del mercado tendrá que salir semanal porque no dan abasto para contar las historias de empresarios exitosos en todas las actividades económicas del país.
Todo el que emprende gana y le sobra, así que a subir salarios como Dios manda con una norma que aplique para todas las empresas (de manera que no exista la ventaja de vender más barato porque se paga menos del mínimo). Las ventas disminuyen porque existe un problema de la gerencia, no por culpa del trabajador, así que salario mínimo universal para toda actividad.
Ahora bien, el discurso comienza a caerse cuando en la mesa del diálogo para el salario filosofal se cae en cuenta que no todas las empresas son del mismo tamaño, no están en los mismos sectores, algunas operan en áreas deprimidas y otras operan como enclaves que deben tener condiciones les permitan competir a nivel mundial, entonces, hay que tener un mínimo diferente.
Es decir, en la familia de los mínimos hay algunos que podrán comprar la canasta básica de referencia completa y otros apenas la mitad o un poco más y al mismo tiempo se establecen diferencias salariales entre empresas de diferente tamaño que pueden estar vendiendo un mismo producto en el mercado local. Pero sumen a eso el caso de negocios que operan dentro de un régimen les permite pagar salarios menores y exoneraciones impositivas que compiten frente a frente con quienes pagan un mínimo más alto y están sujetos al pago de todos los impuestos. Eso para otro día, ahora aquí unos recursos para ver la carrera entre el salario mínimo y la inflación con datos del Ministerio de Economía (MEPyD) y el Banco Central, con la información hasta diciembre 2021, que se completó con los datos de la más reciente resolución del Comité de Salarios.
En la primera gráfica están los salarios mínimos de zonas francas junto con las empresas y hoteles clasificados como grandes, desde enero del 2000 a diciembre 2022, con datos tomados del portal del Ministerio de Economía. Dentro de la gráfica un recuadro para los salarios mínimos en vigencia para enero del 2011 por todo tipo de empresas. Por la evolución de estas variables se nota que existe un comité bastante activo en verificar las desviaciones del poder adquisitivo del salario en que se usan las estadísticas que sobre la inflación publica el Banco Central.
Uno de los recursos que el Banco Central tiene para ayudar con la actualización de cualquier valor entre dos fechas es una calculadora que se muestra en la imagen con el ejemplo para conseguir el salario mínimo indexado de las empresas grandes en enero 2011. Colocando la fecha final diciembre del 2022 y el monto de 8,465 se tiene un resultado de 13,874 pesos.
El IPC entre esas dos fechas varió en un 63.9% para un factor de ajuste de 1.6390 con que se multiplica el salario inicial. Ese monto indexado es menor al salario mínimo vigente a diciembre 2022 de 21,000 pesos porque la inflación no es la única variable que influye en la decisión del comité de salarios. En sus reuniones se presentan estimaciones sobre el aumento de la productividad agregada y la contribución en ésta del factor trabajo. Para los demás salarios por sector y tipo de empresa se multiplica también por ese factor que representa la variación acumulada del IPC entre las dos fechas y el mismo resultado se tiene para todos los salarios mínimos por sector y tipo de empresa. ¿Un salto cuántico en las decisiones del comité de salarios? No, es un caso de uso y costumbre, por lo que muestran las series históricas.
La evolución del salario mínimo desde el 2011 ha sido consistentemente mayor que el valor indexado del salario (su ajuste por la inflación acumulada) para todos los sectores y tipos de empresas de los datos aquí presentados. En la gráfica se muestra la evolución para las empresas grandes y un resultado similar se tiene para los dos sectores más integrados a la economía mundial (zonas francas y hoteles), de manera que no hay mucho margen para hablar de un antes de insensibles con la situación de los trabajadores y un después glorioso de solidaridad con los asalariados. Por fortuna hasta ahora, porque pasarse de simpático buscando dividendo electoral no es una apuesta segura ¿Pero y cómo comparan los ajustes del salario mínimo con la evolución del costo de la canasta básica? Eso se explica en una próxima entrega.