El hambre y la subalimentación en República Dominicana han mantenido una continua tendencia a la baja pasando de un 6.7% en el 2021 a un 6.3% en el 2022.
La afirmación la hace el representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en República Dominicana, Rodrigo Castañeda, quien destacó que también se ha mantenido una baja en el nivel de inseguridad alimentaria severa pasando de un 24 % en el trienio 2014-2016 a un 22 % en el trienio 2020-2022.
Castañeda atribuye la tendencia a la baja debido a varios factores como:
El país logró aumentar la producción agropecuaria. El Ministerio de Agricultura y el Gobierno lograron cifras récord en producción, "y eso es muy importante porque lograron la disponibilidad de alimentos".
La implementación de programas sociales como los de Inespre, de alimentación escolar, Súperate, comedores económicos, los cuales proveen de alimentos a esas familias que no tienen acceso para comprarlos.
Las acciones de organizaciones de la sociedad civil como las iglesias, ONGs, juntas de vecinos.
Buenos resultados del sector turismo
"El Estado en su conjunto, organizaciones sociales e instituciones publicas logró cubrir la demanda faltante de ingresos de esas familias que no tenían dinero para comprar", dijo Castañeda durante su ponencia en el panel “Impacto de la Tecnificación de Riego en la seguridad alimentaria en el marco d l cambio climático” organizado por la Dirección de Tecnificación Nacional de Riego.
De acuerdo con Castañeda, la mayor parte de la población con inseguridad alimentaria se encuentra en las zonas rurales y son jóvenes, mujeres, envejecientes que dependen de la agricultura y necesitan más producción y eficiencia en sus cultivos.
En ese sentido, el representante de la FAO destacó que la agricultura tiene que ser más rentable para que los jóvenes de la zonas rurales quieran quedarse, y contribuyan al desarrollo de la agricultura familiar.
Castañeda entiende que para mejorar los ingresos económicos de estas familias de la parte rural, que "depende de la agricultura, ahí por ejemplo hay que innovar tecnológicamente con la tecnificación que es relevante para aumentar el nivel de producción, bajar los costos y que esa producción sea más rentable".
Sin embargo, Castañeda destacó que a nivel global se desperdicia el 14% de los alimentos desde el proceso de cosecha y su distribución, lo que significa una pérdida económica de US$ 400,000 millones, "y cuando se desperdicia alimento se pierde mano de obra, agua, energía, y eso contribuye al cambio climático".
"La agricultura es un generador de ingresos, es un motor económico de desarrollo rural, y también genera emisones de carbono, 24% a nivel global; entonces qué necesita, necesita innovaciones tecnológicas aceleradas", manifestó el representante de la FAO.