Bajo el título "La idea simple detrás de la economía estrella de América Latina" y el subtítulo "República Dominicana resistió la crisis económica de la región a pesar de compartir su isla con un Estado fallido", el Financial Times (FT) publicó un texto este lunes que destaca que ello se debe, en palabras del presidente Luis Abinader, a "una receta sencilla" que no consta en el listado de sus inventos,  sencillamente porque "no tenemos que reinventar la rueda”.

"Nuestro gobierno es pro inversión, pro empresa, pero al mismo tiempo hemos aumentado el gasto social más que cualquier otro gobierno”, dijo Abinader al Financial Times en una entrevista de la que este medio de la prensa británica solamente ofrece un par de frases, al menos en este texto firmado por Michael Stott.

El articulista Stott reconoce que si bien República Dominicana es otra con Abinader en cuanto a la corrupción, su economía florece gracias a que previamente se apostó por una manufactura respaldada por zonas de libre comercio, y afianzada por los servicios turísticos "y un sistema financiero más grande".

Si bien da cuenta de que hay quienes "se preguntan si muchos de esos nuevos y relucientes desarrollos de hoteles y condominios de lujo están financiados con dólares de la droga", el FT también destaca el informe del FMI que evaluó que si el país concreta las reformas pendientes, estas “podrían eventualmente transformar a la República Dominicana en una economía avanzada aproximadamente para 2060”.

A los turistas les encantan sus playas de arena blanca y sus mares turquesas, pero a los inversores les gusta la República Dominicana por una razón diferente, arranca el artículo de Michael Stott que prosigue:

La nación caribeña de 11,4 millones de habitantes ha sido una estrella de crecimiento inesperada, contrarrestando el desempeño generalmente miserable de América Latina para generar un crecimiento al estilo asiático, con un promedio de 4,9 por ciento anual durante el último medio siglo.

El largo auge ha convertido a República Dominicana en la séptima economía más grande de América Latina, superando a Ecuador y Venezuela, mucho más grandes. Un informe del FMI del año pasado incluso sugirió que la continuación de las reformas “podrían eventualmente transformar a la República Dominicana en una economía avanzada aproximadamente para 2060”.

Como era de esperar, el presidente de la nación de habla hispana, Luis Abinader, es uno de los líderes más populares de América Latina con un índice de aprobación del 69 por ciento, según una recopilación reciente de Americas Society.

La receta de Abinader, favorito en elecciones

Las encuestas sugieren que logrará la reelección en mayo, algo poco común en una región en la que los jefes de Estado generalmente están mal considerados y desbancados por los votantes a la primera oportunidad.

La receta de Abinader es simple: “Nuestro gobierno es pro inversión, pro empresa, pero al mismo tiempo hemos aumentado el gasto social más que cualquier otro gobierno”, dijo al Financial Times en una entrevista.

Al enumerar una lista de inversiones en educación superior, hospitales, transporte público y programas de bienestar específicos, añadió: "Esa es la clave del éxito porque nos ayuda a mantener la paz social".

Sin duda, las bases de la suerte económica de la República Dominicana se sentaron mucho antes que Abinader. Lo que solía ser una nación agrícola se transformó en una economía más orientada a la manufactura respaldada por zonas de libre comercio, y luego en una economía impulsada por los servicios gracias al turismo y un sistema financiero más grande.

Naturalmente, hay salvedades. El cambio climático plantea un riesgo creciente para la República Dominicana, al igual que otras naciones del Caribe. Su vecino de al lado en la isla Hispaniola es Haití, un Estado fallido cuya capital ha sido invadida por pandillas.

El creciente gasto público está ejerciendo presión sobre el presupuesto dominicano y Abinader, con un ojo puesto en los votantes, se muestra cauteloso sobre si aumentará el bajo nivel actual de impuestos después de las elecciones.

El blanqueo de dinero sigue siendo una preocupación. Los detractores se preguntan si muchos de esos nuevos y relucientes desarrollos de hoteles y condominios de lujo están financiados con dólares de la droga.

A pesar de las constantes mejoras bajo el gobierno actual, Transparencia Internacional clasifica a la República Dominicana en el puesto 108 entre 180 países en su Índice de Percepción de la Corrupción, ligeramente peor que Ucrania.

No obstante, Eric Farnsworth, del Consejo de las Américas en Washington, dice que bajo Abinader la RD “parece haber dado un giro”.

"Los inversores definitivamente están echando un vistazo, buscando trasladar las cadenas de suministro de Asia a socios de libre comercio más cercanos a Estados Unidos", dijo. "Si continúa yendo en la misma dirección, otros tendrán que tomar nota".

¿Pero lo harán? Aunque muchos economistas creen que América Latina tiene una oportunidad única en una generación de beneficiarse de la creciente demanda global de sus minerales críticos, exportaciones de alimentos y energía limpia, no está nada claro que los líderes de la región entiendan esto.

Latinoamérica versus sudeste asiático

La Comunidad de Estados Caribeños y Latinoamericanos (CELAC), un organismo de coordinación regional, emitió una declaración de 100 puntos después de su cumbre anual en San Vicente este mes.

Aunque el voluminoso comunicado encontró espacio para saludar la declaración de la ONU de un día internacional de la papa y saludar el año internacional de los camélidos (muy alentador para las llamas), fue notablemente corto en propuestas para aprovechar al máximo el potencial económico de la región.

Ahí radica el problema de América Latina. En gran parte del sudeste asiático existe un consenso nacional sobre la búsqueda de una mejor educación e infraestructura para hacer la economía más competitiva.

Pero América Latina sigue estancada en un mundo de políticas intermitentes y extremos políticos, donde la izquierda se inclina contra las empresas y hacia aumentar el gasto público, mientras que la derecha se enorgullece de equilibrar los presupuestos y cortejar a las empresas, pero a menudo descuida el bienestar y los servicios públicos.

No hace falta un gran salto de imaginación para darse cuenta de que puede ser inteligente combinar políticas moderadas a favor del crecimiento, destinadas a atraer inversiones, con un gasto adecuado en servicios públicos clave e infraestructura esencial.

Como dice Abinader: “Es una receta sencilla y no la inventé yo. . . No tenemos que reinventar la rueda”.