En retaliación por la invasión a Ucrania se han impuesto un sin número de sanciones a Rusia, desconectando prácticamente al país del sistema financiero global, y provocando que se hayan formulado muchas conjeturas y especulaciones, entre las cuales la reevaluación del dólar como moneda de preferencia entre países que se ven en el espejo ruso.

Y ha tomado más fuerza desde mediado de este mes, cuando Wall Street Journal reportó que Arabia Saudita, principal exportador de petróleo del mundo y aliado tradicional de los EE. UU., consideraría vender su petróleo en yuan a China. A partir de ese momento se han alzado algunas voces vaticinando el fin del dólar como moneda hegemónica en el sistema financiero mundial, que nosotros entendemos no es tan fácil.

Es de señalar que no es la primera vez, y probablemente no será la última, que escuchemos “pronósticos” de esta magnitud, pues es de recordar que en otras ocasiones también así se hablado del Bitcoin como nueva moneda, el euro como sustitución del dólar y recientemente también del yuan.

Veamos. El caso del Bitcoin, como ya se ha expresado, muchos economistas a nivel local como internacional, han apuntado que esta criptomoneda no sería una forma práctica como forma de pago y que en el mejor de los casos apenas podría cumplir el rol de instrumento de inversión especulativo, y que de hecho no ha sido de gran utilidad en estos momentos de incertidumbre con retornos de -3.10% desde inicios de año, contrario al oro que ha exhibido un retorno de 6.94% como “hedge” contra riesgo e inflación.

Por otro lado, tenemos el euro. Lo que primero que tenemos que entender es que el euro es una pesada réplica del marco alemán, con la misma estructura y fortaleza. La tendencia del tipo de cambio del euro/dólar tradicionalmente ha beneficiado a Alemania, pero el mismo tipo de cambio no ha corrido la misma suerte para el resto de los demás países de la Unión Europea. A la misma se le dificulta realizar la conversión en moneda reserva, mientras reine la desconexión entre las políticas fiscales de sus distintitos miembros y la política monetaria del Banco Central Europeo.

En el caso del yuan, por ser China el principal exportador del mundo y simultáneamente uno de los principales compradores de deuda norteamericana, es natural el aventurarse a pronosticar el surgimiento de su moneda como nuevo rey del sistema financiero; sin embargo, debe entenderse que una de las grandes claves del éxito chino, como motor exportador, ha sido atar su moneda de manera artificial al dólar. Igualmente es importante señalar que una cosa es cotizar, como es el caso de los saudís, el petróleo en yuan, y otra es acumular los ingresos en otra moneda que no sea el dólar.

¿Estarían dispuestos los principales productores de petróleo del mundo a depositar sus ingresos en yuan? Habría que ver, a sabiendas que el Banco Central Chino predica la devaluación artificial ante el dólar; o bien, que no deja el yuan flotar.

Otro elemento es la gran acumulación de bonos norteamericanos por el Banco Central Chino, pues si bien es cierto que China posee alrededor del 3% de la deuda norteamericana, no lo es menos que el principal dueño de la deuda pública estadounidense es el pueblo norteamericano con un 15% y la reserva federal con un 12%. Incluso, fuera de los EE. UU., Japón posee 5% superior a la de China.

De todas maneras, si el gigante asiático decide embarcarse en una guerra de divisas, y liquidar su posición de bonos, pensamos que sería un arma de doble filo; primero, porque el desmonte de deuda difícilmente, por no decir imposible, se pueda hacer de manera instantánea dada la dimensión. Segundo, porque aún se concretice, un desmonte de deuda de manera gradual de esta magnitud deterioraría el retorno de su inversión, y la vez afectaría el sistema financiero del cual China ha sido un gran beneficiado.

En efecto, si el gigante asiático quisiera proponerse establecer el yuan como reserva mundial, debería pasar de un país exportador a uno de constante déficit comerciales, esto partiendo del famoso dilema de Triffin que argumenta que se requieren de déficits comerciales para mantener la liquidez internacional necesaria para la expansión del comercio mundial.

Por el momento, es bueno saber, que gran parte de las deudas externas se emiten en dólar; 60% de las reservas del mundo son en dólares.  El mundo compra petróleo, aluminio, cobre, azúcar, cacao, algodón, hierro, gas, trigo y otros commodities  en dólares. De manera que por el momento no vislumbramos que eso cambie. Lo demás es canto de sirena.