En las cálidas aguas de la Bahía de Samaná, unos 3,000 ejemplares de ballenas jorobadas encuentran el ambiente ideal para emerger de la superficie para deleitar con su breve espectáculo a los visitantes del santuario marino. Es entre enero y abril que los lugareños avistan al colosal cetáceo llegar a reproducirse y “desembarcar” la cría en aguas dominicanas.

Las ballenas jorobadas se destacan por ser mamíferos de acrobacias y alcanzar un peso de 40 toneladas, las cuales recorren las frías aguas del Atlántico y llegan al Santuario de Mamíferos Marinos Bancos de la Plata y Navidad, en la costa noroeste de República Dominicana.

Para acceder al santuario, protegido desde 1990 y regulado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cada visitante debe pagar RD$ 250.

De acuerdo con la entidad estatal, entre enero-marzo del 2023 se reportó la asistencia de 108,476 personas, siendo marzo el mes más concurrido con 65,290, seguido de febrero con 29,160 y enero con 14,026. Conforme los datos, los extranjeros sumaron 81,334 y los nacionales unos 27,142.

Desde 2021 hasta 2022 se reporta una variación de 204.6%, al pasar de 33,000 a 100,518. Al pagar RD$ 250 y se reporta la asistencia de 108,476 se evidencia un ingreso de RD$ 43,390 al Estado, solo en 2023.

Cada vez que el espectador tiene la dicha de ver al animal asomarse del fondo del mar, se emociona al ver a este mamífero en su hábitat natural. “No siempre tenemos la fortuna de ver un salto de estos mamíferos, los avistamientos de la cola o su soplo son los más concurridos y visitados por los turistas”, indicó la veterinaria Ileana González.

“Busquen el soplo”, repite seguidamente. La doctora se refiere al aire condensado que expulsa el animal al respirar que suele alcanzar unos tres metros de altura.  Con cada soplo, en el barco de unas 75 personas se escucha el “¡Mírala ahí! ¿Dónde es ahí?”. “A las once”, exclama el capitán. Parece que “a las once” es el lugar ideal para los cetáceos emerger del océano.

“Con cada visita intentamos fomentar ese amor por la conservación por las especies marítimas. Ver un coletazo, un salto o un soplo, mueve algo en tu interior. Al hacer ecoturismo estamos apoyando la conservación de las especies”, explicó González. Esta modalidad de viajes, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), puede ser “el catalizador” de la transformación de prácticas más sostenibles.

Solo se permiten cuatro barcos al mismo tiempo, a 100 metros entre sí y deben estar regulados por la entidad estatal. Al cierre del 2023, se registraron 43 barcos con permiso para el avistamiento de barcos. “Recuerden que una mancha blanca en el agua nos indica que el mamífero estuvo cerca”, explicó.

“Nos enfrentamos a la contaminación ambiental que pueden afectar las tortugas marinas, los delfines y las ballenas, por lo que tenemos el reto de prevenir que este tipo de practicas surjan durante las excursiones”, comentó.

Recordó que el programa de monitoreo que lleva a cabo el país identifica por su cola a los ejemplares para saber qué ballena ha llegado y si regresa. “Del total de ballenas que nos visitan en Samaná, de 100 ejemplares, regresan 73”, aseguró el biólogo Nelson García Marcano.

En el período 2018-2023, el organismo estatal ha avistado 4,229 ballenas con 138 ballenatos. Explicó que la población de ballenas está protegida desde 1986 con el decreto 319-86, siendo el primer santuario de mamíferos marinos del océano Atlántico.

De hecho, el mamífero Megaptera Novaeangliae, salió de la lista de peligro de extinción debido a las acciones de protección entre República Dominicana y Estados Unidos. “Las ballenas son dominicanas, nacen aquí y se van al Norte a buscar su comida y regresan a nosotros, un elemento importante que debemos resaltar y que nos hace sentirnos orgullosos”, apuntó García Marcano.

Según las estimaciones, la población de ballenas jorobadas es la más grande de la región del Caribe, que acuden a aparearse, dar a luz y en el caso de los ballenatos es porque “aún se sienten indefensos y ven en su madre la protección”. Estos ejemplares mamíferos recorren gélidos mares de Canadá, América del Norte, Groenlandia e incluso Canadá.

Impacto

Apenas el 0.7% de las llegadas vía aérea fue por el Aeropuerto Internacional de El Catey en Samaná. Es decir, 63,313 turistas de los 9,009,094 reportados en 2023. Sin embargo, en los últimos años se muestra un descenso paulatino, al pasar de 61,400 en 2015 a 32,114 en 2022, de acuerdo con datos del Banco Central (BCRD). En 2016 cerró con 63,766; 2017, con 69,601; 2018, 86,009; 2019, 82,760; 2020, 26,098; 2021, 13,205.

El funcionario estima que el 90% de los negocios de Samaná “se beneficia, ya que los restaurantes, comercios, los capitanes de las embarcaciones e incluso los guías turísticos brindan sus servicios a los turistas”.

“Todos los dominicanos pueden interesarse por los avistamientos, los cuales se pueden realizar desde los barcos autorizados para navegar en la zona que visitan los mamíferos o incluso desde el mirador terrestre de Punta Balandra”, explicó.

El avistamiento de ballenas en la Bahía de Samaná no solo representa una experiencia emocionante para los visitantes, sino también un ejemplo de cómo la conservación y el turismo pueden coexistir de manera sostenible. “Lo más importante es que esta actividad dinamiza toda la economía de Samaná, moviliza desde los capitanes de embarcación, a los guías, inspectores de vida silvestre que acompañan y monitorean a las ballenas”, señaló García Marcano.