El pasado 13 de septiembre, el Consejo de Ministros de Haití tomó la decisión de eliminar el subsidio al precio del diésel y el queroseno y reducir considerablemente el subsidio al precio de la gasolina, provocando desde entonces que en aquel país se viva un ambiente de intensas protestas y violencia.
Ante esta situación, Bénédique Paul, director de investigación de la Universidad Quisqueya en Haití analizó la situación y se cuestionó si dadas las circunstancias y el nivel de pobreza y desigualdad que vive esa nación, vale la pena o no subvencionar los precios de los combustibles.
El catedrático entiende que la respuesta a esto pudiera ser trivial. “Es tan obvio que discutirlo a nivel político proviene de un primer juego de póquer mentiroso por parte de los protagonistas que saben todo lo que el presupuesto del estado no cuadra con el subsidio”.
“Estamos hablando de subsidios para la población más pobre dentro del país más desigual de la región. Mientras no esté dirigido, no se justifica, es nuestra opinión”, dijo.
Entiende que en Haití no se sostiene el subsidio a los derivados del crudo, pues en el presupuesto rectificativo para el ejercicio fiscal del 2021-2020, los subsidios al producto superaban los 20 mil millones de gourdes (US$ 167, 952,560), casi la ¾ parte del presupuesto de educación, más de 3 veces el presupuesto de agricultura y más de 2 veces el presupuesto de salud.
“Es por esto que debemos dejar de practicar un subsidio que empobrece al país, lo endeuda, reforzando las ya insoportables desigualdades en un contexto de crisis de inseguridad alimentaria”.
Paul aseguró que en la práctica, el subsidio al precio de los derivados del petróleo tiene un estimado en alrededor del 11% ingresos fiscales.
Recordó que en 2021, durante la primera recuperación precios de los derivados del petróleo en más del 100% por el actual gobierno, los sindicatos de transporte habían acordado con él retornos específicos en términos de beneficios sociales.
“Pero las promesas del gobierno no han sido seguidas por acciones conocidas por el público en general, hasta ese día. También en este nivel, es posible detectar un tercer juego de póquer mentiroso, donde la palabra dada por los actores debería ser autoritativa, pero se encuentran jugando a los más inteligentes”, manifestó.
Paul planteó que la mejor forma de satisfacer las necesidades sociales haitianas se logra trabajando la aceptación de las medidas sociales, haciendo que los líderes que gestionan la cosa pública digan la verdad, muestren sinceridad y empatía hacia la población más pobre.
"En segundo lugar el gobierno debe abandonar la salida fácil de subsidiar los precios de entrada y centrarse en subsidiar preferentemente a los hogares más pobres de Haití. Finalmente, recomendó iniciar una verdadera política de protección social", destacó.