Las regulaciones del sector energía, además de la legalidad que le otorgan las leyes, deben sustentarse en la legitimidad que aporta el diálogo con las empresas y los agentes sociales, para abordar con realismo en un ambiente de colaboración el largo camino de la transición energética hacia fuentes renovables.

El titular de la Superintendencia de Electricidad (SIE), Andrés Astasio, dijo que el proceso de desarrollo económico y social de los países se caracteriza por cambios impactantes que "nos han llevado de la sociedad industrial con su visión de maximización enfocada en los beneficios propios de la industria, en la que cohabitan los intereses propios de la industria, pero a su vez con un marcado interés en la sostenibilidad social y la protección del medioambiente”.

Explicó que los avances tecnológicos impactan todas las áreas del quehacer humano, pero a su vez lleva a considerar el bienestar de las personas como eje fundamental del andamiaje económico, y esta necesidad de sostenibilidad es un “reto y un compromiso transgeneracional”.

“La sostenibilidad, calidad y confiabilidad como la misión por la  que debemos esforzarnos en la identificación y uso de fuentes energéticas y tecnologías de  menor impacto en el medioambiente, porque  este objetivo es el motor que estimula el uso de nuevas tecnologías y fuentes que amplíen las opciones para el reto de descarbonizar la producción de energía”, explicó.

En el período 2021-2023, a pesar de la crisis provocada por la pandemia, se triplicó la generación de electricidad con fuentes renovables, y aunque el incremento de la demanda fue del 33% logro elevar su promedio diario de servicio de 17 a 23 horas en la red de distribución.

Este contexto obliga a garantizar la inclusión de nuevas fuentes en la lista de opciones, al mismo tiempo que se asegura la satisfacción de la  creciente demanda, realidad que sugiere “guiar una transición entre lo existente y las nuevas tecnologías, que evite disrupciones” que puedan afectar la prestación del servicio.