Cada 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra, con el propósito de generar conciencia en la humanidad sobre la magnitud de los problemas ambientales que la afectan, tales como: sobrepoblación, calentamiento global, contaminación, destrucción de la biodiversidad, entre otros; así como sobre la dependencia que tenemos de los recursos naturales que forman parte de ella.

La Tierra es la única casa que hasta el momento conocemos y tenemos, pero nos comportamos como si no lo fuera. Es la cotidianidad que los estados y empresas autoricen y exploten respectivamente el uso de los recursos naturales sin un criterio de sostenibilidad de estos.

Pero también es habitual una ciudadanía que no asume su corresponsabilidad en el cuidado ambiental.  Por lo que cada día es mayor el deterioro que enfrenta el planeta, que es donde se encuentra nuestro único hábitat como especie humana, y el de la restante e indefensa biodiversidad.

También, en la misma dirección, son mayores las consecuencias que recibimos, tales como inundaciones, aumento de los niveles de calor, prolongación de los tiempos de sequía, disminución de la productividad agrícola, etc.

Y desde luego, como lo hemos vivido estos últimos dos años, pandemias globales.

Siendo conscientes de todo esto, es de mucha importancia que el Día de la Tierra no nos pase como una fecha más. No olvidemos la importancia de esta celebración, la cual cada año nos hace un llamado de atención para que nos enfoquemos en las problemáticas que aquejan a nuestra casa común, nuestro único hogar en el Universo. Además, para que pensemos, y nos comprometamos, en los medios para combatirlas.

El cuidado de la Madre Tierra depende de asumir, entender, generalizar y poner en práctica la idea y el compromiso, de que ¡TODOS! tenemos esa responsabilidad ambiental. En ese contexto, las acciones del Estado Dominicano, de las empresas y de los ciudadanos son determinantes para garantizar la sostenibilidad en el tiempo de los recursos naturales y de la vida misma en la isla. Es lo que debe ser nuestro aporte colectivo en la defensa del Planeta.

Desde el estado se deben aplicar políticas públicas destinadas a fomentar una economía verde. Tales como: crear programas que otorguen créditos y reducciones fiscales a empresas e iniciativas eco amigables.

Además, introducir como parte obligatoria de la currícula educativa la formación ambiental.

Asimismo, promover la inversión y el acercamiento de capitales para la creación de empresas con bajo impacto ambiental, pero que generen mucha rentabilidad, como son las orientadas a la producción y/o utilización de energías renovables.

Además, es necesario fortalecer los criterios de evaluación, emisión de permisos y gestión ambiental (ser más rigurosos), y no ser permisivos en el uso inadecuado de los recursos. Por el contrario, promover el uso sostenible, para garantizar nuestras riquezas en el tiempo, además de perseguir enérgicamente los delitos ambientales, entre otras acciones.

Desde el sector privado se deben dictar directrices internas dirigidas a eficientizar las operaciones y así lograr una disminución de su impacto ambiental, tales como: reducir el consumo eléctrico, mejorar el manejo de los residuos peligrosos y sólidos, disminuir el consumo de papel, y mejorar la cadena de suministro. Y así lograr, dentro de su misión y valores empresariales, la integración de los objetivos ambientales definidos en sus constituciones fundamentales.

Desde la ciudadanía se corresponden medidas como: reciclar, reducir el uso del plástico, comprar productos eco conscientes, usar un transporte sostenible, educarse en temas ambientales, dar seguimiento a las decisiones estatales y empresariales relacionadas al tema, hacer activismo ambiental y denunciar los crímenes contra la naturaleza, entre otras muchas acciones en pro de la sostenibilidad.

Si asumimos el compromiso firme de aplicar estas acciones, estaremos en la ruta de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.

La Tierra, con sus diversos ecosistemas, constituye nuestro único hogar: “Un pálido punto azul”, tal como la describió el astrónomo, astrofísico, cosmólogo y astro biólogo, Carl Edward Sagan, cuando en el 1977 la sonda Voyager 1 cruzaba el Sistema Solar para sumergirse en su aventura hacia el infinito, e insondable espacio, que rodea nuestra casa común.

Es indispensable promover la armonía con la naturaleza, pues de ello depende la vida en la Tierra.

Protejamos la casa común y conmemoremos el Día de la Tierra, todos los días de este año, y de los que están por venir.  

Sobre la autora

Licda. Yissel M. Acevedo de Jesús es Procuradora General de Corte de Apelación ante la Procuraduría Especializada para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales. Tiene cuatro años como Directora Técnica de PROEDEMAREN. Miembro del Ministerio Público desde hace 14 años. Estudios realizados: Maestría en Relaciones Internacionales, Universidad Antonio de Nebrija, Madrid, España, Maestría en Derecho Constitucional y Procesal Constitucional, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Rep. Dom., Especialidad en Ciencias Penales Aplicadas al Ministerio Público, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Rep. Dom., Diploma Superior en Derechos Humanos como Fundamento de la Democracia, Universidad Autónoma de Santo Domingo.