Agua = Vida
El 15 de octubre es el Día Mundial del Lavado de Manos, decretado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un hábito que plantea ser parte de nuestra rutina diaria y a través del cual evitamos el contagio y propagación de muchas enfermedades.
El simple gesto de “lavarse las manos, salva vidas”, es una acción que una parte de la población dominicana no puede realizar a gusto y mucho menos simple.
Lavando las manos de un pueblo que lucha sin agua en la ducha, con una cubeta a medias, quizás en el patio, almacenada de forma inadecuada empujándolo a abrazar el dengue como primo-hermano, a convivir con las bacterias como una inquilina más, producto de que 7 de cada 10 hogares no poseen inodoros como servicio sanitario en la vivienda y de los que poseen este servicio, el 26.3%, comparte su sistema. (MEPYD, 2021)
De acuerdo con el informe efectuado por el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (MEPYD) en el 2021 “para el caso de la zona fronteriza, el análisis de la vulnerabilidad socioeconómica asociada a la salud profundiza en los aspectos relativos a la materialidad de la vivienda, el hacinamiento, la falta de acceso al agua potable y saneamiento básico, la contaminación del aire interior por el uso de carbón y combustibles de biomasa para cocinar, entre otros.”
Salvar las vidas de infantes que caminan entre el polvo y las cenizas, sería el deseo de la zona fronteriza de nuestra república.
Según el Monitor de la Frontera (MEPYD, 2021), en la zona fronteriza, “el 63% de los hogares no tienen cobertura del servicio de agua potable dentro del hogar”, mientras que “el 77.4% no dispone de agua las 24 horas.” Este es el diario vivir de Montecristi, Dajabón, Santiago Rodríguez, Elías Piña, Bahoruco, Independencia y Pedernales.
“Avanzando juntos” en las líneas de un progreso de mentiras, con muchas penas, superando una pandemia que desnuda la realidad innegable de Norte a Sur, descendiendo sin medidas, a pesar de que “el agua constituye un patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida”, establece la Constitución Dominicana en su Artículo 15.
Un pueblo que camina frente al ardiente sol y arena del Gran Caribe, cargando en la mochila aquellas penas que desde hace años llevan con dolor, uniendo pesos en jarro para un tanquecito pagar y sus manos una vez al día, tal vez, lavar a lo lejos de la gran ciudad. Escondido entre montañas, piedras, arena y un poco de agua de mar que viaja de Norte a Sur, con líneas sedientas de agua fresca, invocan al de arriba que mande una llovizna para en la noche fregar, lavar, limpiar y asear un cuerpo cansado de tanto trabajar y mal pasar.
Forzosamente siendo un número más de las pocas estadísticas existentes de la zona, que desvelan su afán al andar, marcando brechas de años de desigualdad, injusticia social y un olvido absoluto.
La representación pura y dura de políticas nulas, gobiernos falaces y kilómetros que denotan distancia. Siendo un 6 de cada 10 hogares parte de la negación a un preciado líquido que promete salvar vidas, limpiar sus manchas, lavar sus heridas, higienizar su comida y lustrar sus manos.
Manos agrietadas, contaminadas, cansadas de tanto dar; dar el pan, trabajo, esfuerzo, garantías y aportes a esta sociedad, son negadas a un derecho instituido en leyes magnas, coartadas de un noble gesto “como lavarlas”. Son la representación misma de un pseudo avance, de años de no mirar atrás, de proyectos inconclusos con la esperanza cegada; la viva limitación de un desarrollo que pone en juego lavar las manos de un pueblo a lo lejos, en la franja del olvido.
¿De dónde proviene el agua utilizada en este hogar para lavar, fregar, cocinar y para otras labores de limpieza e higiene en el hogar? 2021