El 60 % de la energía proviene de las renovables o limpias en América Latina, es decir, 30 % más que la media, lo que coloca a la región como uno de los líderes en la generación de energías derivadas de fuentes naturales.

A pesar de esto, las naciones aun enfrentan a los retos de la transición a un menor uso de combustibles fósiles, sumado la necesidad de abordar los desafíos del cambio climático.

La cifra, según la oficial de Programas de América Latina de la Agencia Internacional de Energía, Alejandra Bernal-Guzmán, está impulsado por la hidroenergía que ha sido durante años el pilar del sector eléctrico en América Latina. Agregó que Brasil tiene un rol fundamental en el uso de combustibles alternativos, alejándose de los tradicionales como el petróleo.

“Es importante recordar que electricidad no es lo mismo que energía y a pesar del gran liderazgo que tiene América Latina en la generación de energía limpia todavía hay un desafío respecto a la dependencia de los combustibles fósiles”, aclaró durante su participación en las reuniones anuales de las Asambleas de Gobernadores celebradas en territorio dominicano durante esta semana. 

Bernal-Guzmán explicó que si bien la media de la participación de los combustibles fósiles es menor a la media global, la región aún supera el 70 % de su dependencia, debido a que son los que se utilizan para el transporte marítimo, aéreo y terrestre, y también para la industria.

De acuerdo con la ejecutiva, la participación del 5% del carbón en las economías regionales “les da una ventaja” frente al 25 %, o 20% más, que los demás países, por los que permite descarbonizar al sector industrial.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecen que para el 2050 se debe lograr el carbono cero. No obstante, se debe iniciar a disminuir el consumo de petróleo teniendo a mediano y largo plazo un impacto en las emisiones.

“Una disminución en el consumo de petróleo no implica necesariamente una disminución en la producción de petróleo en la región, nuestros análisis muestran que Guyana y Brasil serán dos de los países que tendrán aumento en la producción de petróleo”, acotó.

Sin embargo, a medida que la población y el crecimiento económico “crece”, se prevé que la demanda de electricidad aumente un promedio anual de 2.3 % de 2022 a 2050.

“Las inversiones ascienden a US$ 10,000 millones al año, pero necesitará un aumento de cara al 2030, pero recordemos que el 2030 está a la vuelta de la esquina y deberá rondar en US$ 75,000 millones”, sostuvo.

El peso del cambio climático en las finanzas públicas

Cada año aumentan los efectos negativos del cambio climático. Las naciones del Caribe luchan contra las sequías, desprendimiento de tierras, tormentas y ciclones más devastadores y el aumento de la temperatura, eventos atmosféricos que alteran las finanzas públicas de países como República Dominicana.

Desde 2000 hasta 2019, el país fue impactado por 180 fenómenos y las autoridades públicas estiman que estos eventos representan el 0.7% del producto interno bruto (PIB) nacional al año. Si bien parece una cifra mínima, estos daños directos afectan a sectores productivos clave para la economía nacional como agropecuaria y turismo.

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entre 2016 y 2022 se “reconstruyeron” 1,000 puentes y vías, lo que conllevó U$ 700 millones. Ante esto, el BID consideró que República Dominicana debe priorizar las inversiones “con parámetros de resiliencia” que, a mediano y largo plazo, garantizarán la vida útil de la infraestructura.

“Integrar el análisis de riesgo climático en la elaboración de los planes de ordenamiento territorial, para prevenir la urbanización en áreas susceptibles a inundaciones o deslizamientos de tierra”, acotó.

El organismo internacional destacó que con el puerto de Manzanillo, Quisqueya tendrá una terminal diseñada bajo los lineamientos de “resiliencia climática”.