Pedernales, República Dominicana.-Nicolás Corona, agricultor y conservacionista, nació en Mencía (antigua Flor de Oro) hace 55 años. La vieja finca familiar a su mando es próspera. Serrano total, en una parte produce ganado; en la otra, café, aguacates Carla y Beny, guineos, chinas y zapotes. Pero está seguro de que al Estado no le interesan aquellas lomas ubérrimas, ni a los dominicanos que se atreven a vivirlas. La despoblación provoca estragos. En las montañas, el número de los inmigrantes haitianos hasta triplica a la población dominicana.

En 1947, su padre, Juan Bautista Corona Jáquez (Tito), fue llevado al sitio por los Trujillo, desde El Higüero, San José de las Matas, Santiago, en el corazón del Cibao.

Nicolás Corona, protector de los solenodontes.

Le habían sacado de los predios que cultivaba en el lugar luego llamado Parque Nacional J. Armando Bermúdez, para asentarlo en tierras del extremo sudoeste del territorio. Y sólo retornó a su lar cibaeño, en 1956, para buscar a su esposa Juana Peralta. Tito vivió en Mencía con ella hasta la hora de la muerte a los 79 años, hace 15 años. Ella falleció a los 76, hace nueve años.

Quedan pocas razones para seguir allí, ahora. La zona está sitiada de extranjeros. Muchos de los agricultores nativos han abandonado y se han ido a probar suerte al pueblo y a otras ciudades.

Corona lo atribuye la emigración masiva a “los gobiernos". Nostálgico, refiere: “Antes había reforma agraria, había rehabilitación de cafetales, asociaciones de apicultores, había mucha miel; había créditos para los agricultores, había prosperidad en todas las colonias. Ahora no hay nada, ahora es sálvese quien pueda; no hay asistencia, la producción de café ha mermado… Antes, el agricultor podía suplir y pagar, pero ahora no puede hacer nada, y menos con esa caterva de haitianos que hay en toda la zona; ahora los haitianos han ocupado las casas porque muchos dominicanos se metieron en miedo con los techos, se derrumban. Esto es tremendo”.

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Él no presagia buena cosa. Las viviendas de cemento, de tan mal hechas, perdieron los techos o se derrumbaron. Los agricultores han optado por ocuparlas con haitianos que les trabajan los predios. Ellos las techan con lonas, zinc o cartones.

“Y la agricultura que se practica es criminal porque es tumba y quema, y cuando llueve, la lluvia se lleva la capa vegetal”, advierte.

El agrónomo y ambientalista Ricardo Estévez (Cano), 57 años, vive en Aguas Negras. Él merodea las lomas desde 1978, las conoce al dedillo. Asegura que arriba se produce de todo: habichuelas, cítricos, maíz, ñame, yautía, café, aguacates… Tiene igual convicción que Nicolás.

Agrónomo y ambientalista Ricardo Estévez.

“La gente se desgarita porque, desde el 2000, las tierras no producen igual; a final de la década del 90, el café sufrió una depresión y los altos costos no alcanzaban ni para pagar el chapeo de malezas. Los gobiernos no dan asistencia técnica ni financiera. Y no hay Banco Agrícola. En Los Arroyos, donde se produce muchos vegetales, habichuelas, café, aguacates Hass y otros productos, por las precarias condiciones de vida, se desgaritaron casi todos los habitantes. Ahora es que están retornando algunos dominicanos, incluso algunos constanceros, para la siembra de aguacates”.

Estévez estima en cerca de 800 la cantidad de habitantes dominicanos que aún quedan en el Distrito Municipal José Francisco Peña Gómez (DMJFPG), frente a más 10,000 haitianos, incluyendo Las Mercedes, al noreste del pueblo, camino a Aceitillar. El Censo Nacional reciente registró 9,701 personas. En Aguas Negras viven unos 300 nativos; en La Altagracia, 400; en Mencía 60, y en Los Arroyos, unos 20.

Santiago Carvajal, 32 años, no abrazó la agricultura, pese a que sus abuelos llegaron en 1968 a la comunidad La Altagracia y vivieron de sus sembradíos. Reside en el municipio Pedernales y es dueño de una microempresa de alquiler de equipos de sonidos y audiovisuales, así como elaboración de serigrafías y sellos gomígrafos.

Presidente de la iglesia cristiana y con inclinación por la política, también cree que el éxodo que sufren las zonas agrícolas ha sido obligado para la falta de apoyo gubernamental, el descuido en el mantenimiento en las carreteras y caminos interparcelarios y la imposibilidad para estudiar. En la escuela de la comunidad sólo alcanzan el nivel básico.

“Y es una pena, porque esas colonias fueron creadas para proteger la frontera y la sierra Baoruco”, lamenta el joven emprendedor.

Luis Corcino es productor en La Altagracia. Se ha pasado años reclamando atención para el campo sin que nadie le escuche. Durante los últimos meses se ha gastado exigiendo reconstrucción de cinco kilómetros de la carretera que comunica con Mencía. Es un tormento para cruce de los camiones cargados de productos.

“Esto es simple, Tony, paradójicamente, Balaguer parece que era más socialista que to estos gobiernos que han venido. Triste que lo diga un comunista, pero él le ordenaba a las instituciones como el Banco Agrícola que dieran créditos a los agricultores de aquí: denles créditos porque ellos son los que trabajan la tierra y, además, son los centinelas de esas comunidades, ¿y si las despueblan, qué pasará?… Mira un ejemplo de abandono: en La Altagracia se necesita una simple UNAP (Unidad de Atención Primaria), y nadie responde pese a que yo doné el terreno. Mira, qué cosa, después que Balaguer salió del poder, los campesinos empezaron a irse. El gobierno actual puede resolver eso, si se interesa”, comenta con un dejo de desesperanza.

Una vida de incertidumbre

Horacio Vásquez.

La tiranía (1930-1961), como el gobierno de Horacio Vásquez (1924-1930), estaba empeñada en consolidar y dominicanizar la frontera sur, y había decidido llevar familias de piel clara desde el Cibao (norte) y de San José de Ocoa (sur).

El 21 de enero de 1929, Vásquez y su par haitiano Louis Bornó suscribieron en Puerto Príncipe el acuerdo de delimitación de la frontera, que fue ratificado el 17 de febrero de 1936 por los mandatarios Rafael Trujillo y Sténio Vicent, con la concesión al país vecino de un 3% del territorio dominicano.

El documento compromete desde el norte por la desembocadura del río Dajabón o Masacre (cuerpo de agua), hasta la desembocadura del río Pedernales, en el extremo sudoeste, frente al poblado haitiano Anse -á- Pitre.

Según el acuerdo, los haitianos debían estar al otro lado, a partir de la ribera oeste del río. Pero en las lomas de Pedernales, otra es la historia.

Como El Cangrejo

Capolite, pasando por la Monte Grime, el rio de las Tinieblas cayendo a la carretera internacional y el rio Artibonito hasta su confluencia con el rio Macassia.

Del río Macassia hasta San Pedro pasando al fuerte Cachiman cortando las aguas del ríos Los Indios para luego dirigirse hacia la Laguna del Fondo bordeándola por la parte Este para pasar por el Número, Mare Limón, La Gorda de Charca, para luego bajar por la desembocadura del río Pedernales entres las Ciudades Anse-à-Pitre y Pedernales.

Antes de 1927, el área que luego designaron Pedernales estaba sitiada de haitianos. Había parajes por todas partes y con nombres en creole. Igual pasaba camino a Barahona.

En 1911 habían ocurrido conflictos preocupantes. El historiador Pedro Troncoso Sánchez, en su biografía sobre Ramón Cáceres 1972 (Pág. 371), precisa que el presidente Ramón Cáceres envió al general Alfredo Victoria al mando de 800 hombres para restablecer la soberanía violada.

Ante rumores y propaganda sobre un plan de sectores haitianos de apropiarse de áreas ricas en peces, mariscos, cerdos y chivos, como isla Beata y los cabos Falso y Rincón, la gestión de gobierno de Vásquez apuró los pasos para la protección de la frontera sur.

Sócrates Nolasco (1884-1980), escritor y periodista, nacido en la villa de Petit-Trou (hoy municipio Enriquillo), hijo de Manuel Henríquez y Carvajal, prócer de la Restauración, y la maestra Juliana Nolasco; hermano paterno de Francisco y Federico Henríquez y Carvajal, autor de Cuentos Cimarrones, fue designado como encargado de la colonización de la Sección Sur de la frontera por el ministro de Agricultura e Inmigración, Rafael Espaillat, para la construcción del primer pueblo de Pedernales (De pedernal o piedra dura).

En sabana Juan López (hoy Pedernales centro), el gobierno construyó 50 casitas, una escuela, una iglesia católica, un horno para panes, un mercado, un depósito para instrumentos y potreros de 25 tareas para cada familia de las trasladadas desde Las Damas o Duvergé, Baoruco y Barahona a través de los caminos de las escabrosas montañas del Baoruco. Luego, Nolasco fue nombrado administrador de la colonia que entró en operación en abril de 1927.

Pocas intervenciones han recibido las comunidades agrícolas desde que el gobierno de Joaquín Balaguer, en 1988, inauguró 100 casitas de cemento en Aguas Negras, 102 en Mencía, 100 en La Altagracia y 25 en Las Mercedes. En Los Arroyos, se quedó en el nivel de zapatas un proyecto de 50 viviendas.

Algunas sobreviven, otras se han desmoronado a causa del abandono.

El DMJFPG, con sede en La Altagracia, tiene una extensión de 237.10 kilómetros cuadrados. Según el censo nacional reciente, tiene 9,701 personas (41 habitantes por kilómetro cuadrado). Fue creado el 25 de agosto de 2005 mediante la Ley 298. Está limitado al norte, por los pinos de Duvergé; al sur, Paso Cena, Municipio de Pedernales; al este, sección Las Mercedes; y al oeste, río Pedernales.

Casi un siglo después, 96 años, hay en el ambiente signos de involución. Las comunidades fueron creadas para asegurar la frontera con Haití, pero sufren despoblación progresiva.

Los viejos agricultores se van con todo y familias a otros sitios para probar suerte, porque allí no hay, y languidecen de abandono. El Estado no responde.

Los servicios de agua son precarios. La educación y los lugares para el entretenimiento, también. La provisión de agua “potable” es impredecible. Mencía contaba con un acueducto que se alimentaba del río El Mulito, pero las promesas de solución para “los próximos días” ya superaron cinco años. Desde entonces se auxilia de La Altagracia, que recibe agua de “El Riíto”. Y Los Arroyos de un afluente. La energía eléctrica proviene de una pequeña hidroeléctrica que el gobierno de Danilo Medina hizo en El Mulito.

Estévez reclama atención urgente del Gobierno. Los viejos productores no han sido relevados por los hijos, y, por falta de incentivos, estos se ven obligados a trabajar hasta el último aliento en condiciones desventajosas.

“Usan el método del quintil con los haitianos, al 1 por 5; es decir, les dan las parcelas a trabajar, y si el haitiano produce cinco quintales, les dan 1 y ellos se quedan con cuatro y se los llevan para Haití. Ese ese negocio de capa perro no garantiza seguridad alimentaria y empobrece a los productores”, explica el agrónomo.

Sugiere hacer eficiente aplicación de la Ley de Migración, instalar el Banco Agrícola para facilitar créditos, dar incentivos a cada productor, como se hacía con los colonos del 27, e incentivar por producción de oxígeno conforme la Ley Forestal para evitar las talas.

La Constitución de 2010, artículo 10, sobre Régimen Fronterizo, establece: “Se declara de supremo y permanente interés nacional la seguridad, el desarrollo económico, social y turístico de la Zona Fronteriza, su integración vial, comunicacional y productiva, así como la difusión de los valores patrios y culturales del pueblo dominicano. En consecuencia: 1) Los poderes públicos elaborarán, ejecutarán y priorizarán políticas y programas de inversión pública en obras sociales y de infraestructura para asegurar estos objetivos; 2) El régimen de adquisición y transferencia de la propiedad inmobiliaria en la Zona Fronteriza estará sometido a requisitos legales específicos que privilegien la propiedad de los dominicanos y dominicanas y el interés nacional”.

Y el 11 manda a que “El uso sostenible y la protección de los ríos fronterizos, el uso de la carretera internacional y la preservación de los bornes fronterizos utilizando puntos geodésicos, se regulan por los principios consagrados en el Protocolo de Revisión del año 1936 del Tratado de Frontera de 1929 y el Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929 suscrito con la República de Haití”.

Desde el municipio Pedernales hasta el poblado más alto, Los Arroyos, son 42 kilómetros, pero hasta allá no ha subido los tales mandatos constitucionales. Ni siquiera hasta la comunidad más cercana, Aguas Negras, que dista a 18 kilómetros.

El Gobierno ha dicho que el Proyecto de Desarrollo Turístico, en fase de ejecución (12 mil habitaciones, puerto de crucero, aeropuerto internacional) contempla la integración de las comunidades agrícolas.