Máximo histórico en ingresos por patrocinios. Audiencias récord. Dieciséis por ciento más de asistencia a los pabellones. Nuevas franquicias en San Francisco y Portland. La Liga pretende recaudar cerca de 200 millones de dólares. Pero los salarios de las jugadoras no crecen. El más alto, 240.000 dólares. Cancelar el Acuerdo Colectivo en 2025, una vía para mejorar sus condiciones.
Pero la liga profesional de mujeres más antigua de los Estados Unidos no está sabiendo reflejar esa etapa de bonanza en las principales protagonistas, las jugadoras, que actualmente cuentan con una brecha salarial enorme respecto a la NBA.
Pabellones llenos y seguimiento en televisión
La WNBA ha crecido exponencialmente y se ha reflejado en hechos como que la temporada 2022 fue la más vista de los últimos quince años, o que los ingresos por patrocinio son ya los mayores de la historia del deporte femenino.
Esos números se han disparado tan solo un año después, en este curso de 2023. Por ejemplo, el primer partido de Las Finales entre Las Vegas Aces y New York Liberty supuso un incremento del 31 % respecto a ese mismo encuentro en 2022, lo que supone que 729.000 personas lo siguieron frente al televisor.
Además, la temporada regular ha sido la más vista de los últimos 21 años.
La WNBA, además moviliza a los aficionados, y la asistencia a los pabellones se ha convertido en una de las grandes noticias del año, es el mejor registro total en los últimos 13 años. El incremento es del 16 % para un promedio de 6.615 fans en la grada.
En redes sociales el impacto es también enorme, la WNBA ha logrado generar un récord de 373 millones de visualizaciones, un 96 % más que un año atrás.
Y no es algo únicamente de shares televisivos y asistencia a pabellones, todo ha subido: la plataforma digital de la WNBA vende más, las casas de apuestas registran el doble de interacciones con el basket femenino, se batió el récord de venta de merchandising en el All Star de Las Vegas…
Son datos muy positivos y prometedores que permiten que la liga proyecte recaudar entre 180 y 200 millones combinando ingresos de la liga y de los propios equipos. Es casi el doble de los números obtenidos hace apenas cuatro años, en 2019, antes de la pandemia.
El reto de aumentar el salario de las jugadoras
Pero no todo brilla y reluce en la WNBA, existe una falta de equilibrio abismal entre todos estos datos positivos y el reflejo que tienen en el salario de las jugadoras. El salario más alto que percibe una profesional de la WNBA ronda los 240.000 dólares, ‘este honor’ le pertenece a estrellas como Jewell Loyd, Diana Taurasi o Alyssa Thomas.
Una de las sensaciones del año es Sabrina Ioanescu, de las Liberty de Nueva York, quien pese a su tremendo impacto en la competición, supera ligeramente los 200.000 anuales, la misma cifra que la pívot de las Aces, A’ja Wilson.
El salario más bajo en la WNBA está en 62.000 dólares, mientras que el de la NBA roza el millón con 950.000. Es, con los números en la mano, una de las mayores diferencias salariales entre géneros del mundo del deporte.
La solución, pese a la intención por ambas partes de ser encontrada, está lejos en el tiempo si tenemos en cuenta Acuerdo Colectivo firmado en 2020 entre el sindicato y la liga. Está vigente hasta 2027, con una opción de ser cancelado en 2025 si se notifica un año antes, opción que está sobre la mesa.
En el caso de las jugadoras, las opciones de incrementar sus emolumentos pasan por lograr acuerdos comerciales con marcas, algo muy limitado y reducido a los grandes nombres de la liga. La otra opción es la de jugar fuera de la temporada en otros continentes, algo que desde el terrible incidente sufrido por Brittney Griner en Rusia ya no se ve como algo tan interesante por el colectivo.
San Francisco y Portland se suman a la WNBA
La liga está en expansión, y parece que el éxito de la llegada de las Aces de Las Vegas a la liga ha despertado el interés de otros grandes inversores en la WNBA. El propietario que está tras la franquicia de Nevada es Mark Davis, el también propietario de los Raiders de la NFL, y que unió fuerzas con Tom Brady para adquirir el equipo campeón que defiende título este año.
Teniendo en cuenta la valoración estimada de la liga de unos 475 millones, más el valor individual de cada franquicia, se calcula que adquirir una expansión ronda los 50 millones de dólares.
Con esos números, son dos las ciudades de marcada tradición de basket como San Francisco y Portland las que aparecen en el horizonte de esa expansión que busca Cathy Engelbert, la comisionada de la WNBA.
Mientras, lo de Portland es de momento un rumor, pero el prestigioso periódico ‘The Oregonian’ publicó esta semana que el acuerdo está cerca de cerrarse y de ser anunciado antes de que termine el mes de octubre.
La nueva franquicia en San Francisco, sin embargo, está confirmada y presentada. Aunque todavía no tiene nombre, ya se sabe que jugará sus partidos en el fabuloso Chase Center, el hogar de los Golden State Warriors, desde 2025.
La lógica es sencilla, los mismos Warriors y sus propietarios, con Joe Lacob a la cabeza, son quienes han comprado la expansión y gestionarán al equipo femenino bajo sumisa institución.
Desde el equipo siete veces campeón de la NBA se le dio una bienvenida por todo lo alto, con un apoyo enorme por parte de Stephen Curry y Steve Kerr, entre otros. Ambos hablaron en el ‘Media Day’ sobre la importancia de que la Bahía tenga otro equipo profesional de baloncesto.
Para Curry, pensar en baloncesto femenino le traslada a su niñez, cuando en Charlotte vio jugar a las ya extintas Charlotte Sting: “Recuerdo cuando las Sting jugaron por primera vez. La energía en la ciudad era increíble. Ahora con la expansión de la WNBA tenemos una oportunidad aquí en la Bahía. Va a ser divertido. No hay mejor momento para desarrollar el baloncesto femenino y el deporte de mujeres en general, para invertir en este deporte. Va a ser emocionante saber cuál será el nombre del equipo”. (EFE, Nacho García)