En esta historia, narrada en primera persona por la escritora, poeta, ilustradora y diseñadora gráfica Elizabeth Balaguer, nos transporta al pensamiento, la estatura y la visión de un niño, llamado Manuel, quien cursaba el preescolar, cuya curiosidad y deseos de exploración lo llevaron a un destino inesperado.
El lector puede ir con él por los pasillos de una escuela y salir en búsqueda de la biblioteca, de su maestra y compañeros, luego de haberse quedado atrás para ir al baño.
Durante el trayecto, una señora muy amable se preocupó al verlo solo, y comenzó a interrogarlo. El niño, asombrado, no atinaba a responder a tantas preguntas juntas: ¿Dónde está tu mamá? ¿Andas solo? ¿Vives por aquí?
Al no obtener respuestas del infante, la dama comenzó a preguntar a todas las personas que encontraba por la calle: a los transeúntes, vendedores y patrulleros.
El niño, como personaje narrador, cuenta en sus pensamientos, como si fuera un monólogo interior, preguntándose el por qué no lo dejaban tranquilo, ya que él solo quería llegar a la biblioteca. Tenía tantas cosas que decir, mientras observaba de la gente preocupada a su alrededor, pero solo atinaba a mover la cabeza asintiendo o negando. Permanecía tranquilo. Para él esto era una aventura, en especial cuando, emocionado, se subió a un auto de la policía y pudo recorrer su vecindario. Al final, pudo reunirse con su madre, maestra y compañeros de clase quienes estaban muy preocupados por él.
En su obra, la autora muestra empatía por los jóvenes lectores, cuando cuenta desde su perspectiva, usando un estilo literario fresco, con palabras sencillas, una trama fluida y fácil de comprender.
En este breve relato, podemos ver unos elementos implícitos, que reflejan aspectos de lo que pudiera ser una situación ideal, con prácticas para una vida segura y adecuada para un niño: una biblioteca a la que cualquier pequeño ansíe visitar, accesible, y que lo haga con tanta frecuencia, que hasta se sepa el camino. Igualmente, una comunidad atenta a los niños, que se ocupe de protegerlos de manera eficiente, con calles seguras para ellos y un sistema de búsqueda que realmente funcione.
Elizabeth Balaguer nos muestra un anhelo sincero, de que ningún niño se sienta perdido, y que realmente, no lo esté.
Enhorabuena por historias como ésta. Que podamos decir junto a Manuel: ¡Yo no estoy perdido! Yo sé el camino a mi escuela, a los libros y a mi hogar.
¡Yo no estoy perdido! Balaguer, Elizabeth. Loqueleo, Editorial Santillana. Santo Domingo. 2015.
Ilustraciones de José Amado Polanco.
Elizabeth Balaguer es también autora de: Un secreto para mamá (publicada junto a esta historia), Mi oruga no quiere comer, La gallina de la abuela Catalina, Iris la traviesa y su perro Tres colores, El pañito mágico, Trucando, Mi Carnaval/My Carnival, entre otros.