A título de introducción, debo recordar a los lectores que, el 7/8/2022, yo publiqué un breve reportaje sobre la participación de Luis Ernesto Mejía, mientras conversaban con estudiantes de una de mis secciones en la UASD. Allí escuché de él, como autor, la trayectoria seguida por su familia.
Luis Ernesto Mejía.
Hay aquí en retornar del pasado al presente, para reconstruir la memoria de hechos específicos  que sirvieron de base para la organización o exposición de lo que puede ser registrado como una visión antropológica del convivir del sujeto-autor con su familia.
En esta ocasión, me enfoco en la estructuración del narrar de este sujeto-narrador y la dinámica de la obra, en diversos contextos, haciendo hincapié en el discurso narrativo utilizado por el autor, en esto que él sobretitula "Ensayo sobre el tiempo".
Portada de la novela "Voces de Tomasina Rosario- Ensayo sobre el tiempo", de Luis Ernesto Mejía.

Portada de la novela "Voces de Tomasina Rosario- Ensayo sobre el tiempo", de Luis Ernesto Mejía.

(Esta obra fue impresa en la Editora Soto Castillo, S.A., Santo Domingo, República Dominicana, 2020. Portada de Luis Ernesto Mejía. Diseño de la portada de Yurvi Vizcaíno y diagramación de de Amado Santana).
He aquí el contar sobre el transcurrir de una cotidianidad que se expande de cabeza en cabeza del tronco familiar del autor.
Hay un contar del entorno vivencial de aquella familia que sirve de excusa para, desde un decir apoyado en lo ficcional,  narrarnos parte de su vida y de su muerte.
Tres capítulos sirven de espacio para que el sujeto -autor se ajuste a un decir que nos comunica el pasado y el presente de su tronco familiar paterno y materno.
Se trata de una narración intimista y melancólica, donde la historia es pasado, pero también es presente activo; donde las acciones se proyectan como parte del historial que se fijó, como el recuerdo del autor, e hizo aparecer la mirada de una abuela apegada a sus raíces y a sus identidades.
(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
Esto es un autocontarse a sí mismo lo visto y lo imaginado. Realidad e imaginación conviven juntas en este narrar.
El sujeto-autor queda representado por el sujeto-narrador. Ambos se convierten en una misma base de expresión de lo vivido, de lo sentido y se lo sufrido en su contexto vital.
Hay una densa carga poética en lo dicho por el narrador. Se puede calificar como un poema en prosa, lo representado en las descripciones ambientales, como en la representación figurativas de los personajes que transcurren en cada escena. Veamos:
"(…)
En limitado discurso, Tomasina aparentaba tocar la puerta que todos atravesamos tras nuestra partida inventada por la muerte que, día a día, con sus ataduras íntimas venía pisándole a la vieja los talones ".
(…). (Ver pág. 10, obra citada).
El narrador asume la muerte y sus resquemores, como parte armazón comunicativo de su contarnos lo que vive o imagina vivir, porque también es parte de los personajes que participan en este narrar.
 Nos cuenta y se cuenta a sí mismo, como si tratara de una acción de auto representarse en cada motivo de su presencia, en su condición particular de personaje testigo (Domina y participa de la dinámica comunicativa del discurrir de esta narrativa).
(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
No sé a quién referir, si al poeta o al narrador. Elijo dirigir mi mirada a  ambos, porque en la construcción de su tinglado expresivo, desde la lengua, la metáfora es la que prevalece como símbolo y signo de manifestación semántica y estética.
Procurando mantener el equilibrio en mis juicios, debo referirme aquí al esquematismo que conlleva reducir una contar o un decir en torno a lo filial o a lo familiar, sin abrir la referencialidad narrativa a otros contextos socio-geográficos que pudiesen conllevar al lector a otros espacios imaginativos y de creatividad, como sujeto que, al leer, piensa y organiza juicios y escenas que no aparecen en la obra, porque leer no es simplemente una acción interpretativa y comprensiva, leer es también un acto creativo.
La memoria, el vivir y el morir, como actos humanos irrenunciables e indetenibles, son asumidos aquí como soporte filosófico de un discurso narrativo que se soporta en el habla coloquial de la gente, de su gente, como embrión y motivo en esta novela de la familia, con su andamiaje antropológico, centrado en lo cotidiano de la vida y su  transcurrir.