La prostitución es uno de los oficios más antiguos, el comercio del placer, en sus inicios era solo la mujer la involucrada, pero con el paso del tiempo se ha unido al mercado el género masculino.
Es un negocio en que mujeres y hombres ofertan un menú de actividades sexuales a cambio de pago. En países desarrollados como Suiza se considera una profesión legítima y, a quienes se dedican a este se les respetan sus derechos, mientras en otros espacios es perseguido por la ley, por considerarlo un delito.
Pese a ello, existe en la clandestinidad, de manera enmascarada bajo la fachada de grandes clubes nocturnos, grandes casinos, centros de masajes, entre otros, para evitar ser perseguidos por la justicia de aquellos países donde no es legítimo.
Generalmente, la prostitución está relacionado con espacios donde la economía es deprimida y, personas con necesidades económicas no cubiertas carentes recurren a este oficio huyendo de situaciones calamitosas.
Esta es la realidad que exhibe Olga Consuegra en su antología “La noche parió una jinetera” en la que incluye el testimonio de veintitrés mujeres, a partir de los cuales construye la trama que compone cada relato.
La autora recoge a través de entrevistas las experiencias de cómo se iniciaron en la prostitución, lo difícil, asqueante que resulta tener relaciones sexuales a cambio de paga (P.22); detrás de cada trabajadora sexual existe una historia de dolor, que las condujo a endurecer su temperamento, evadir la ternura para poder soportar las crueldades que detonó como consecuencias trastornos emocionales a muchas de ellas.
Las protagonistas de los relatos tienen en común el propósito de salir de Cuba e ir en busca de un horizonte esperanzador, con mejores perspectivas de vida, la que no tendrían en su patria natal (P.83). Algunas chicas se iniciaron en el oficio de jinetera por complacer al hombre de quien creen estar enamoradas y por temor a perderlo aceptaban las propuestas, como ocurrió en “la predicción de la baraja española” (P. 148).
Quienes tienen como lugar de trabajo los clubes nocturnos, necesariamente, aprenden artimañas que benefician al dueño del negocio en las ventas de bebidas alcohólicas, como es tirar el contenido de cervezas, ron o whisky para que el cliente se viera en la obligación de comprar más (P.110), de esta manera las ventas se incrementaban.
Las jineteras aprendían a evadir la realidad y ofrecerle al cliente el nivel de placer por el que pagaban, hacen el amor sin sentirlo (P.170), casi todas eran de procedencia humilde, con muchas carencias económicas, a veces inducidas al oficio por otras con más experiencias, que compartía las técnicas que brinda los años en el oficio, con mucha vergüenza al inicio, pero que se va perdiendo con la práctica continua. Aprenden a evadir la culpa activando el lado pasivo de su cerebro, pensando en otra realidad distinta a la que viven en el momento.
Por otro lado, en su mayoría las chicas dedicadas al oficio de prostitución en Cuba son cultas con un preuniversitario, universitarias o profesionales graduadas, capaces de mantener una conversación de cualquier temática, lo que las hace aventajadas ante otras que suelen ser casi analfabetas, quizás de tener una oportunidad laboral no se prostituiría. En ocasiones, consiguen salir del país y evadir las carencias del sistema a través de una invitación desde el país de origen del que fuera su cliente.
El negocio del sexo resulta remunerado para aquellas chicas que salen de Cuba y que regresan porque no se adaptan al clima o deben enfrentar la barrera del idioma que impide la convivencia en el entorno y de regreso vuelven al ruedo, pero reciben remesas del marido dejado en el exterior (P.166), esto así, hasta que promulgaron la ley que las enviaba a prisión y ser condenas a una pena de cuatro a cinco años de prisión. Es que en Cuba para sobrevivir tienen que doblar el horario laboral para alcanzar a completar el monto que cubra los gastos.
En fin, la noche que parió una jinetera es una obra que combina ficción con realidad, y que invita al lector a la reflexión sobre la prostitución en Cuba, cada relato describe las emociones de mujeres procedente de familias humildes que huyen del sistema a través del trabajo sexual. La autora muestra de manera descarnada los maltratos que deben enfrentar quienes se dedican al oficio de jinetera en un sistema que mantiene a su población anclada en el pasado, controlada en nombre de la revolución.