Desde finales de la década de los sesenta hasta nuestros días, el punk ha sido vital en la propagación universal de valores antiautoritarios y anticonvencionales en los sectores juveniles.

En estos tiempos de desolación donde predomina el oscurantismo, el fundamentalismo religioso y el fascismo, la existencia de movimientos contraculturales como el punk refuerzan la continuidad de espacios críticos a la ideología conservadora.

Sin temor a equivocarnos se nos ocurre especular que dada la relación genética con la música rock, el punk alcanzó altos niveles de popularidad y prestigio entre la juventud porque el rock & roll en sus orígenes y en sus diferentes vertientes, representó el advenimiento de un fenómeno cultural que tuvo tanto alcance popular y masivo como lo tuvo el cine desde sus inicios.

A pesar de que la juventud anglosajona fue la que más cercanía tuvo con el fenómeno cultural del punk a través de la creación musical y la moda, durante su apogeo entre las décadas de 1970-1980, los símbolos y la producción cultural punk que se identificaban con las escenas musicales y artísticas en las calles de Nueva York y Londres se extendieron a otras ciudades del planeta. Esto a razón de que su atractivo y mística se propagó como chispa y pronto se convertiría en un movimiento internacional, construyendo redes de apoyo mutuo, alentando las colaboraciones artísticas y los lazos fraternales entre jóvenes de países industrializados, semi industrializados y semi coloniales.

En resumen, el punk cruzó barreras lingüísticas y culturales en oposición a la lógica patriotera y chovinista de los estados-nación; le imprimió identidad propia a sectores juveniles que vivían en los márgenes de la sociedad, juventudes en constante movimiento y rebeldía ante la voracidad capitalista, la censura y la prevalencia de ideas conservadoras y contrarrevolucionarias en un mundo moderno.

En nuestro hemisferio, por ejemplo, las juventudes mexicanas, brasileñas, colombianas, peruanas y argentinas gravitaron en mayor número a la música punk y a la cultura y postura antiautoritaria que esta sigue representando. En cambio, en la región de las islas caribeñas, el punk fue un fenómeno tardío que se manifestó con más fuerza a principios de la década de los años 90.

En el caso de México, la cercanía geográfica con los EE UU podría haber sido uno de los factores que le dieron impulso al punk mexicano pero ese detalle no es una explicación suficiente para entender su popularidad. En cambio, una explicación más acorde con la lógica y la historia es el hecho de que la música rock, semilla constitutiva del punk, se convirtió en un ritmo popular en la sociedad mexicana a tal punto que el rock mexicano en los años 50s–y una serie de rockanroleros de origen mexicano nacidos en los EE UU como el Chicano Richie Valens, el icónico intérprete de “La Bamba”– impactaron el rock estadounidense.

Además de Richie Valens, otra banda estadounidense con raíces mexicanas que tuvo un profundo impacto en los EE UU fue Question Mark and the Mysterians, banda rock del subgénero garage rock constituida en Michigan a principios de la década de 1960 por jóvenes descendientes de trabajadores agrícolas mexicanos.

También cabe mencionar el legado de la artista chicana Alice Bag en la escena musical de la ciudad de Los Ángeles y en la cultura punk en general.

Definición del punk 

El término punk tiene una connotación negativa; se usa como un insulto en el idioma inglés y se refiere a un criminal, bandido o persona agresiva o alguien o algo de poco valor. Pero la prensa musical (por ejemplo, la revista Creem fundada en Detroit a finales de la década de los setenta) se apropió del término para referirse a un nuevo estilo musical, agresivo, rápido y ruidoso: el punk rock.

Fundado por John Holmstrom, Legs McNeil y Ged Dunn en la ciudad de Nueva York en 1975, el fanzine musical Punk contribuyó a legitimar el término en la naciente escena musical.

Consultando el diccionario Oxford encontramos la siguiente definición de la palabra punk:

“Admirador/a o intérprete de una forma de música rock ruidosa, rápida y agresiva, popular a finales de la década de 1970, y caracterizada típicamente por cabello con púas de colores y ropa decorada con agujas o cremalleras; también, forma de música. También se utilizan los términos punk rocker y punk rock.

“La palabra se registra desde finales del siglo XVII refiriéndose a  ‘madera blanda y quebradiza que puede usarse como madera’, y desde principios del siglo XX refiriéndose a ‘una persona sin valor’; también puede estar relacionado con la palabra arcaica punk ‘prostituto/a’ y spunk, ‘coraje’.

Desafortunadamente, la prensa amarillista en Inglaterra y en los Estados Unidos y otros países difundió una imagen negativa y estereotipada en torno a la música y la cultura punk. El ataque al nuevo estilo musical y moda juvenil tenía antecedentes en la criminalización de la juventud. Desde un principio, la prensa amarillista y tradicional insistió en encasillar el punk a una imagen o forma de vestir que denotaba los estereotipos propagados por Hollywood en torno a comportamientos delincuenciales y a la moda juvenil de los años 50 que muchas veces consistía en jackets y jeans.

Sin embargo, cuando se generaliza acerca del punk se simplifica y despoja de su potencial, borrando su esencia lo cual corre el riesgo de ofuscar su sentido de ser porque la cultura o el movimiento punk no es solo sinónimo de música ni significa llevar un recorte mohawk o teñirse el pelo más bien denota una actitud independiente, anticonvencional y antiautoritaria ante la vida. Claro está, dada su heterogeneidad social y clasista, la cultura punk está llena de contradicciones y dentro de las escenas punk se encuentran tanto sectores politizados como sectores que no tienen interés alguno en activismo político por sufrir de apatía extrema.

Idealizar el punk sería un grave error.

Aun así, al punk han gravitado ácratas o anarquistas, feministas, LGBTQ y otras comunidades disidentes. En la mayoría de los casos, el punk ha sido un espacio abierto a sectores marginados y vilipendiados por la cultura oficial y el racismo.

Basándonos en nuestra experiencia personal así como en el conocimiento de la producción cultural y musical de algunos adherentes al punk podemos enfatizar los siguientes axiomas como un intento inicial de reflexión:

  • Punk es ser anticonformista manteniendo en todo momento una postura independiente como artista o ente social en un medio que mercantiliza todo desde el arte a la música hasta la vida.
  • Ser punk es ir contracorriente.
  • Ser punk es mostrar irreverencia ante sectores dominantes en la sociedad.
  • Ser punk es desafiar la censura no importa el régimen político que sea.
  • Ser punk es combatir los esquemas de la cultura tradicional y conservadora que hemos heredado con el objetivo de aprender a vivir y crear en libertad, etcétera.

El rastro de carmín

Siguiendo la modalidad de los manifiestos literarios de principios y mediados del siglo veinte, el punk desarrolló una serie de programas de resistencia cultural que mantienen cierta vigencia hasta el día de hoy.

Si como bien dice Greil Marcus en Rastros de carmín: una historia secreta del siglo XX (Lipstick Traces: a Secret History of the XX Century), dentro del punk se puede encontrar la continuidad del dadaísmo o dadá, movimiento artístico de la vanguardia europea surgido en 1916 en medio de la creciente conflagración interimperialista, entonces era de esperarse que las coordenadas de acción del punk estuvieran marcadas por la documentación, lo absurdo, la performance, el humor, la liberación sexual, la destrucción/deconstrucción, el proselitismo y la divulgación.

En el caso particular del punk, la labor artística hizo de la música su ingrediente primordial y enfoque principal (y en muchos casos la anti-música) así como la poesía. Lo más certero es que Marcus coloca el punk en el mismo plano que el dadaísmo por el elemento literario que le imprime su inconfundible mística y vitalidad. La presencia de poetas como Patti Smith o Jim Carroll o grupos musicales como Television o Richard Hell and the Voidoids por solo mencionar algunos ejemplos, corrobora la tesis de Marcus.

Más allá del movimiento dadaísta, Marcus explora el punk y sus orígenes desde la óptica de la revuelta estudiantil en Francia en la cultura punk, el mayo francés de 1968 que llevó a la calle a 10 millones de trabajadores en huelga y el cual tenía como antecedente la revolución cubana de 1959, la revolución argelina (1954-1962) y la revolución de abril de 1965 en Santo Domingo y por último, la revolución contracultural y la lucha antirracista en los EE UU. O sea que el punk como escena musical y movimiento contracultural surge en un contexto revolucionario, rupturista y transformador.

En aquellos tiempos de Guerra Fría, luchas anticolonialistas y golpes de estado, la cultura y en particular, la música, jugaría un rol esencial en la difusión de ideas antiautoritarias y de izquierda. En el número zero de la revista Ajoblanco del año 1974 ( publicada en plena España franquista) encontramos algunas pistas del contexto político y social en que se desarrolló la cultura musical del punk y el resto de los géneros musicales de la década de 1970 en un texto bajo la firma de Josep Solé:

“La música como todo arte, no evoluciona en el vacío. Sino en una relación directa con el elemento social, político y económico en que está creada. Forma parte del medio ambiente y la música de los años 70 será una música de locura y de crispación. La música del espacio y quizás la música de la aniquilación. Como el arte no morirá del todo hasta que todos nosotros estemos muertos, pero tampoco nunca antes hemos estado tan cerca ni hemos perfeccionado tanto el auto asesinato físico y mental.”

Retomando la tesis de Marcus, para el escritor y crítico cultural estadounidense el punk representa en lo concreto una síntesis de ideas y programas contraculturales, en fin, un amalgama de movimientos, legados culturales y literarios que dejaron su impronta en la cultura y la sociedad en general a pesar de guerras y crisis financieras.

Siguiendo los pasos de la evolución del punk podemos resaltar que este movimiento urbano fue sumamente impactado por la música jazz porque muchas veces la improvisación era (y es) un elemento clave de las composiciones punk.

Lo llamativo de la historia alternativa que cuenta Marcus es la conexión intergeneracional entre el punk y otros movimientos de resistencia cultural, y en última instancia, el rol de la estética de vanguardia en la construcción de una nueva cultura juvenil en tiempos de postguerra acompañada por una ola contracultural que tomó forma y cuerpo en los Estados Unidos y se diseminó a otros lares del globo terráqueo adoptando formas y gestos distintos pero esencialmente fieles al cuestionamiento juvenil del sistema social, cultural y económico imperante en la sociedad.