Trujillo y el papa. Diplomacia en Santa Sede y más allá.

El destacado periodista, economista, investigador y diplomático, Víctor Manuel Grimaldi Céspedes, aborda el tema: Trujillo y el papa. Diplomacia en Santa Sede y más allá, aspectos que permiten al lector adquirir una visión panorámica, política y sociológica de las relacione entre el Vaticano y el Estado dominicano que convinieron en el Concordato firmado el 16 de junio de 1954.

Grimaldi Céspedes, siempre se ha caracterizado por su pasión por la investigación basada en criterios rigurosos que lo definen como un escritor con un inconfundible estilo.

Esto pone en evidencia su capacidad analítica y sus excelentes enfoques que resultan pedagógicos a la luz de los sucesos y hechos que plantea y que exhiben en una factura muy acuciosa.

Sin duda, en cada texto el escritor Grimaldi Céspedes nos encontramos frente a un hombre de profunda raigambre conceptual.

Para la materialización del Concordato, Trujillo fue investido de embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Dominicana y, para esos fines, viajó primero a Madrid, para pasar unos días con su amigo el dictador Francisco Franco, y de allí partió hacia el Vaticano, acompañado de una comitiva formada por Anselmo Paulino, Joaquín Balaguer, Atilano Vicini, coronel Arturo Espaillat y Pedro Trujillo, entre otros.

En uno de los períodos de gobierno de Ulises Heureaux (1882-1884) se trató de llevar a cabo la firma de un Concordato, pero la idea no prosperó y ni siquiera la misma llegó a conocerse en el Vaticano. En 1931 y 1933, en los inicios del régimen de Trujillo, hubo dos intentos en la materialización del mismo y también se frustraron las iniciativas por parte del Estado dominicano.

Pero es el 16 de junio de 1954 cuando se materializa el Concordato entre la Santa Sede y la República Dominicana, en el papado de Pío XII. Fue firmado   por Monseñor Domenico Tardini, en representación de la Santa Sede, y por   Trujillo, por el Estado dominicano.

Por otra parte, Víctor Manuel Grimaldi Céspedes desarrolló su misión diplomática en uno de los períodos con más acontecimientos en la Santa Sede. En esa época, Grimaldi presentó las cartas credenciales al Papa Emérito Benedicto XVI quien, renunció en el año 2013 y se retiró al monasterio Mater Ecclesiae (dentro del Vaticano), siendo sustituido por el papa Francisco.

A Grimaldi Céspedes le correspondió presentar ante los dos papas (Benedicto XVI y Francisco) a los presidentes Leonel Fernández Reyna, Danilo Medina Sánchez, así como a numerosas comitivas de funcionarios gubernamentales, empresariales, líderes sociales y dirigentes políticos  dominicanos entre los que cabe destacar a Margarita Cedeño, tanto como Primera Dama como vicepresidenta de la República, y a los presidentes del Senado Reinaldo Pared Pérez y Cristina Lizardo, además de personalidades como Felipe Vicini y Frank Rainiere, Tony y Faride Raful, así como a centenares de peregrinos de nuestro país, entre tantos.

Durante el tiempo que desempeño el cargo de embajador extraordinario y plenipotenciario ante la Santa Sede, Grimaldi Céspedes afianzó los lazos de colaboración entre el Estado dominicano y la Santa Sede, llegando incluso, a motivar a las autoridades del Vaticano a participar en la Feria Internacional del Libro del año 2011, en el último gobierno de Leonel Fernández (2008-2012).

Además, por su iniciativa, la imagen de la Virgen de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano, fue colocada en un mosaico permanentemente en los Jardines de la Ciudad del Vaticano, Roma, Italia.

Quien escribe, destaca la trayectoria y el rol especial del salesiano Ricardo Pittini Piussi, arzobispo de Santo Domingo en los últimos años de la dictadura de Trujillo, según revela su biógrafo  también salesiano Francisco Rodríguez de Coro, quien publicó Pittini, el arzobispo que se enfrentó a Trujillo.   

En Trujillo y el Papa, Diplomacia en Santa Sede y más allá, Grimaldi Céspedes ofrece abundante documentación y fotografías inéditas, lo que permite a las nuevas y futuras generaciones conocer a fondo la historia vinculante entre la Iglesia Católica y el pueblo dominicano.

Las tensiones y persecuciones que sufrieron algunas figuras de la iglesia dominicana en las postrimerías de la dictadura (Monseñor Panal, en La Vega, y Monseñor Reilly en San Juan de la Maguana) es una temática pendiente en profundizar para una próxima publicación, especialmente la persecución y acoso a la iglesia que se incrementa en enero de 1960 cuando sale a la luz la Carta Pastoral de los obispos dominicanos pidiendo el cese de la represión de la dictadura contra la juventud dominicana.

En cuanto a Trujillo, Francisco Rodríguez de Coro, al biografiar la figura del arzobispo Pittini Piussi, narra lo que le contó Pittini al pisar por primera tierra dominicana y de su relación armoniosa con Trujillo:

“Huésped constante que llenó mi casa con su olor, fue Trujillo. Todavía, cuando escribo esto, perdura su olor y hay noches que me llega hasta el fondo del alma y del recuerdo”. (…) “Por su sangre corría sangre dominicana del padre y sangre haitiana de la madre, para dejarlo en tablas”.

“Rafael Leónidas Trujillo había nacido en San Cristóbal en un hogar poblado por once hermanos. En junio de 1913 desposó a Anunciata Ledesma y en 1918 ingresó como segundo teniente en la Guardia Nacional, tropa organizada por la marina norteamericana, que ocupaba la República desde el 29 de abril de 1916”.

Puede asegurarse que la misión diplomática de Víctor Manuel Grimaldi Céspedes en el Vaticano es una de las más exitosas de las últimas décadas. Los resultados están a disposición del público. En esa misión afloran con fuerza los empeños por dejar una impronta que sirva de sostén al interés de la cohesión histórica entre la Santa Sede y el Estado dominicano.

El cristianismo en el país nunca ha estado ausente de sus raíces con la fe y sus conexiones con las principales figuras del clero católico. Nos hemos detenido en estos detalles porque, por ejemplo, la imagen de la Virgen de la Altagracia, comenzó a tener relieve a partir de la batalla de “La Limonade”, entre franceses, españoles y criollos.

Desde entonces, la religiosidad católica ha mantenido incólume su dominio en la mayoría de los dominicanos, lo que justifica su incidencia en todos los actos de la vida nacional. Esto da carta de crédito del apoyo potentísimo que muestran sus feligreses.

Por tal motivo, es preciso reconocer que el libro Trujillo y el Papa. Diplomacia en Santa Sede y Más Allá, está escrito con criterios sencillos, pero bien fundamentados. Además de valorar su exhaustivo aporte documental, que permite al lector conocer la importancia de aspectos nodales del Concordato entre la Santa Sede y el Estado dominicano.

 

Cándido Gerón en Acento.com.do