A José Rafael Lantigua

 Fue leve en su corporalidad, pero fuerte y sostenido en la familia, en la filantropía, en la gestión cultural y en su creación artística de nuestra vasta región cibaeña. Hombre de andadura firme y silenciosa, que reencarnaba la caballerosidad de nuestros ancestros. Sus ojos tranquilos y profundos nos recuerdan las veneras de nuestro escudo. Sin tener que utilizar un caballo, como lo hizo Santiago Apóstol, era un caballero de nuestra ciudad.

Su barrio

Mural que le hicimos cuando estábamos como viceministro de Cultura, avenida Las Carreras, Santiago.

Oriundo del coraje y la valentía del barrio de Los Pepines, lleno de glorias erguidas entre sus calles y casitas polvorientas de la historia de Santiago, incendiada en más de tres ocasiones, pero recuperada por su historicidad, su tradición y su modernidad.  Citadino sector del centro de la ciudad, donde estuvo el Gobierno Restaurador, y la casa donde falleció el Patricio Ramón Matías Mella. Lugar de nacimiento del legendario lechón Guarino de la Cruz, y la famosa careta pepinera, que se destaca en la tradición de nuestro carnaval por sus dos cuernos lisos. Principio y fin, de las temibles batallas de los lechones de “pueblo arriba” y “pueblo abajo”. Es decir, de los lechones de Los Pepines y La Joya, que para diferenciarse comenzaron a utilizar sus caretas con sus dos cuernos llenos de chiflitos. Teniendo como contraparte, al histórico lechón joyero Tony Vargas. Sus luchas carnavalescas todavía son recordadas, entre las tradiciones culturales de nuestra ciudad, incluso se han formado grupos de lechones de ambos barrios con sus respectivos nombres.

Su familia

Como todo hijo verdadero, honró la naturaleza y la compasión de la honradez servicial de sus progenitores: ­ Dr. Félix Antonio Estrella Tavárez (Papito), y de Rosa Adelina Rodríguez Guerrero.   Su humildad es la continuidad de su madre. Padre, madre e hijo, son la tríada de uno solo: Víctor Antonio Estrella Rodríguez.

Estudió medicina para darle vida y sentido a su padre, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde tuvo que estudiar bajo la vigilancia atroz de una de las dictaduras más crueles y sangrientas del Caribe: Rafael Leonidas Trujillo Molina. Luego, se fue a especializarse en la Universidad de Barcelona (España), donde se graduó como médico pediatra. Era un estudioso multidisciplinario y permanente, un lector apasionado, que guardaba el dinero de su merienda para comprar libros, como él mismo lo dijo, en uno de sus artículos periodísticos que publicaba todos los jueves en el periódico “La Información”: “­­Los centavos de la merienda se convertían en pequeños libros de cuentos clásicos y así comienza una larga historia de lectura y una búsqueda sin límites, dejando muchos placeres y ocios, para recibir el emanando de delectación.

Procreador ejemplar de cinco hijos varones. Nunca he escuchado nada malo o negativo de ninguno de ellos. Los dos últimos los tuvo con María Teresa Sánchez Rodríguez (fallecida ), fue compañera del ya desaparecido Taller Literario Líttera, de la Centenaria Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, donde la conoció. Institución que dirigió durante más de cuatro lustros, en diferentes períodos, donde también empecé a tratarlo y recibir su aliento literario, siendo mi compadre favorito. Empecé a conocerlo sin él saberlo, cuando iba a Profamilia, porque al lado de ese local, mis padres tenían una fonda de venderle comida a los empleados del Cementerio de la Calle 30 de Marzo, al Cuerpo de los Bomberos y a los guagüeros que aún viajan a los diversos pueblos y ciudades de la Región Norte.  Sus alrededores eran famosísimos y pintorescos: Acilo de Ancianos, la Barra de “Pito”, las prostitutas de “Letación”, el Cementerio Municipal, los Bomberos, ente otros. Ese mismo lugar, era prácticamente la entrada de mi populoso y amado barrio de origen: Pueblo Nuevo. Es el lugar donde hoy se encuentra la Junta Central Electoral de Santiago y otras oficinas gubernamentales, pero teniendo el frente por la calle 27 de Febrero, hacia el Cementerio Municipal.

Los hijos de Víctor Estrella Rodríguez.

 Su filantropía

Fue un maestro del altruismo sosegado, que nunca lo hizo con halago periodístico. Su apostolado de servicio nos hace recordar al famoso líder revolucionario chino, Mao Tse Tung, cuando dijo: ­ “Vivir no consiste en respirar sino en obrar”. Su caridad desprendida era continua y permanente, llegando incluso a fundar el Dispensario Médico San Antonio, de ayuda social, en 1976, hasta su muerte. Fue miembro de la Asociación Médica Dominicana y de la Asociación Médica de Santiago, en la cual obtiene la presidencia en 1983.  Miembro fundador de la filial norte de la Sociedad Dominicana de Pediatría. Miembro del Capítulo Americano de Pediatría.  Miembro del Instituto Latinoamericano de Parasicología, con sede en Miami, E. U. Miembro de la Asociación Dominicana Pro-bienestar y de la Institución Médica (PROFAMILIA), llegando a ser presidente por cuatro años de la filial Santiago. Durante su presidencia se inauguró la clínica de Profamilia Rosa Cisneros. Conferencista de los Cursillos Prematrimoniales de la Iglesia Católica por quince años. Miembro de la Cooperativa de Consumo Médico de Santiago, y de la Cooperativa la Altagracia. Miembro de la Sociedad Latinoamericana de Medicina Natural con sede en Venezuela. Miembro de la Fundación Testimonio, y de la Sociedad Astronómica de Santiago, Inc.  Realizó la primera charla sobre educación sexual impartida en la ciudad de Santiago. Organizó en 1969 el primer y el segundo Cursillo de Orientación Sexual en el Centro Cultural Deportivo Los Pepines, en el que participaron el Dr. Antonio Zaglul, la Dra.  Mundeta, el Dr. Ramón Gómez Estrella, el Dr. Israel Castillo, entre otros.

Su gestión cultural

En los escondrijos artísticos y culturales, nunca oí una sola persona hablar mal de él. Un récord nunca visto en la historia dominicana, tan propensa a calumniar hasta el Padre de la Patria, el más heroico y honrado hombre que ha nacido y nos   proveyó de nuestra dominicanidad. Víctor Estrella fue un consagrado al bien común de la cultura dominicana, pero, sobre todo, a la de Santiago su ciudad natal. Creador y fundador de algunas de ellas, miembro acreditado de la mayoría de las instituciones culturales de Santiago. Ingresa a la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, Inc. (1972), y desempeña los cargos de vocal, vicepresidente, censor y presidente en cuatro períodos alternos. En ese mismo año, fundó El Círculo Paracelso, donde se estudiaba ciencia, filosofía, cultura y misticismo. Fundador del Boletín de la Alianza Cibaeña, en 1979.  Fundador, junto al profesor Hugo Gil, del Taller Literario Líttera, de la Alianza Cibaeña, del cual fuimos cofundador junto a un grupo de jóvenes escritores: Andrés Acevedo, Virgilio Hernández, Enegildo Peña, José Acosta, Tomás Erikson, Dionisio López Cabral, Jin Ferninand (fallecido), Rafael P. Rodríguez, Teresa Sánchez (fallecida), Johnny Guerrero, Carmen Bernabel, Ramón Cabral de la Torre (fallecido), entre otros.  Realizaba el programa de radio “Hombre y Cosmos”, en 1978. Fundador del Instituto Dominicano de Investigaciones Parasicológicas en 1975. Miembro del Grupo Cultural “La Roca”, junto a Aulio Ortiz, Cuquito Peña, Marcos Tejeda Céspedes, Walker González, entre otros.

Fundador, junto a su esposa, del periódico cultural “Néktar”, y junto a Andrés Acevedo, de la Tertulia Literaria “Ramón Gómez de la Serna”, que funcionaba en Casa de Arte. Coordinaba las tertulias literarias de la Librería Cuesta en Santiago.  Miembro del Taller de Narradores de Santiago, participó en sus dos libros: “Para matar la soledad”, “Y este era el principio”. Fundador de la Sociedad de Escritores de Santiago. Fundador del boletín poético mensual “Folium”, en 1993.  Miembro de Casa de Arte, institución de la cual ha sido secretario. Fundador del Capítulo Literario Eugenio Deschamps de la Sociedad Alianza Cibaeña.

Entrevista a diez escritores de Santiago y la Región (2008), su autora Arelis Albino, le preguntó a Víctor Estrella: ¿Se tiente completamente satisfecho con el trabajo realizado en el área cultural? “Eso hay que aclararlo. Me siento satisfecho, porque la Providencia me ha dado la oportunidad de manifestarme; he tenido cabida en muchos círculos de la sociedad de Santiago, personas que me han apoyado, que me han estimulado y han acogido mi trabajo. Mi labor no ha terminado. Muchas cosas de las que yo soñaba cuando estaba chiquito las he podido realizar. Como ver un libro mío en un escaparate de una librería y ya hay varios­.” (Págs. 17-18).

Su creación

Su universo creador estuvo oscilando entre la pintura, la escultura, la narrativa y la poesía. Con la exposición que inauguró en marzo, en Casa de Arte, ya tiene 19 exposiciones individuales de pintura, 30 colectivas, tres retrospectivas y cuatro exposiciones de escultura. Recibió mención de honor en la Bienal de Arte de E.  León Jimenes de 1973, con la obra “Cazador Egipcio”, y participó en tres ocasiones más en dicho concurso.

Su narrativa vive cargada de erotismo y sexualidad. Desde la perspectiva tradicionalista, también posee descripciones y entramados de muchas complejidades sicológicas. Como la mayoría de los niños y jóvenes dominicanos, no le gustaba la literatura, pero su madre sabiendo la transcendencia de las letras, lo obligaba no solo a leer, sino también a pronunciar los discursos de la época. Esto lo dice, en el libro de entrevista más arriba citado: “Paradójicamente, cuando estaba en el bachillerato y me hablaban de la literatura, decía que la odiaba, porque la metodología que se utilizaba para ese tiempo  era de memoria, de repetir, igual que el libro las biografías de los autores, no te incentivaban con el tipo de obra y no te dramatizaban, o te ponían a analizar, sino a aprenderte una biografía y para mí eso era traumático, porque yo siempre he tenido una capacidad de memoria fatal, no obstante desde pequeño, tenía el deseo de escribir un libro. Mamá decía, y yo recuerdo, que cogía un papel y me ponía a decir los discursos de la época, que era la de Trujillo. Después, cuando estaba en el bachillerato, me ponía a escribir en una máquina mecánica, muy vieja, página por página, un libro de sobre ciencia, rebuscando entre la Física y la Química (…). Recuerdo que una de las obras que leí fue la de Thomas Man, La Montaña Mágica, que es una obra voluminosa, pero como estaba relacionada con la medicina, la encontré muy interesante. A mí me pasó una anécdota muy buena, cuando estaba en tercero de la primaria en el Instituto Iberia teníamos un profesor, y él nos aconsejó que leyéramos constantemente, para aprender, Edmundo Amicis (Corazón) y recuerdo que mamá fue quien me leyó el libro, porque, aunque yo sabía leer, la educación era muy diferente a la de ahora. Y ahí empecé a leer el cuento que se llama Sangre Romañola”. (Págs 12 -13). 

“Tropezar con la humildad, es una razón para comprender la vida”, nos dice en uno de sus versos.  Desde esa premisa, es que su poesía revela a un poeta tradicional y humilde en su estructura y lenguaje. Dicho acierto, es confirmado y descrito por él, en su poema titulado Mis poemas:

Mis poemas

son la emanación

de un dolor inescrutable.

Tienen una rima

que se desvanece

en tímpano perforados.

Esos poemas

son pestañeos de mi extraño

universo

y se extinguen en alas de falenas

moribundas.

Son soledades

ideas a veces natimuertas;

estrellas fugaces,

ríos tumultuosos

que se desbordan

en áridos campos

de zarzas ensangrentadas.

Esos poemas

son lamentos de cipreses,

silencios de intimidades,

oraciones de camposantos.

Mis poemas

son alegrías,

pero son mis poemas

aunque resulten antipoemas.

Víctor Estrella Rodríguez de forma sincera, describe y se describe a través de palabras sencillas. Otro ejemplo de ello, lo encontramos en su poema Desnudo, donde realiza un mapa autobiográfico de su nacimiento, vida y su propia muerte:

La suerte fue que nací desnudo,

vine al mundo sin mochila,

sin maleta ni cartera.

Anduve vestido y calzado

desde niño

y salté en un grito

tomando leche Klim

y espero no sé qué

en la contingencia

de infantiles olvidos.

La suerte fue que no caminé

con los pies torcidos,

me salvé de una terrible

enteritis,

cuando apenas respiraba lento

y parecía muerto o dormido.

Crecí, me hice joven, adulto,

maduro, envejecido…

y ya voy para muerto,

pero estoy conforme,

porque tuve la suerte

de nacer desnudo

y no soy presumido.

Escuché las marchantas,

los cascos de los caballos del “coche”,

el botellero, la carretilla,

la campana del camión de la basura

la voz de “Pan de Gente”,

uno más del folklore

de mi pueblo, mi barrio,

y mis sueños que no olvido.

La suerte fue que nací desnudo,

sin camisa y sin dientes

y voy a morir no sé cuándo;

pero es posible que cuando muera

me lleven vestido a la tumba

y me lleve conmigo

la historia de un niño

que se hizo joven, adulto

y maduro…

y cursó la existencia

como otro sueño perdido.

La suerte fue que nací desnudo

y desnudo

quiero irme de este mundo.

La palabra escondida: Antología poética de Víctor Estrella, ideada, prologada y publicada en Amazon, por el escritor y narrador Máximo Vega, quien escribió: “Sus mejores poemas son los autobiográficos. Al mismo tiempo, sus versos son coloquiales y sencillos. Ignoran las generaciones y los movimientos literarios. Tiene poemas tan simples y concisos que aparentan haikús, aunque no lo son. Algunos fueron escritos (y así deben ser leídos) con humor, aunque nunca con ironía o con cinismo. Los poemas suyos que más le llegan al lector, son los puramente contemplativos. Unos sonidos que se escuchan en la calle, un paisaje recientemente conocido, la presencia de un hijo, el descanso de la mujer que se ama. Un hombre que ha vivido tanto, con tanta experiencia, entiende muy bien de qué se trata disfrutar de los pequeños placeres que nos da la vida. Hay una mirada de hombre satisfecho con las cosas transitorias, con los instantes irrepetibles que se nos entregan en breves dosis. Hay una necesidad de transmitirlo al lector sin aspavientos ni excentricidades. Este libro lo componen treinta y dos poemas. Debía ser así, puesto que los volúmenes editados por Víctor Estrella son sumamente breves. Los primeros, han sido extraídos de la obra “Sortilegio de Insomnio”, el que considero su mejor libro. Dicho sea de paso, le atraen los títulos estrambóticos o esotéricos (“Epicedio”, “Sombras del Hipogeo”, “Fario”, etc.), pero los poemas son simples y sucintos. Me parece que estas estrofas (palabra extrañamente en desuso ya) representan fielmente lo que ha querido transmitir como escritor”.

El doctor Víctor Antonio Estrella Rodríguez fue un padre de la gestión cultural de Santiago de los Caballeros, por lo que recibió muchos reconocimientos, siendo el más importante el que realizara el Consejo de Cultura de la República Dominicana, en un acto solemne el 23 de mayo 2012, encabezado por el Ministro de Cultura, el escritor e intelectual José Rafael Lantigua, consagrándolo como Valor Cultural Dominicano, donde tuve el privilegio de hablar sobre su vida y obra. En el trascendental evento, fue también proclamado el afamado fotógrafo santiaguero internacional Domingo Batista, como Activo Cultural de la Nación, colocando en su residencia una tarja que anuncia: “Aquí reside el artista del lente”. El acto se realizó frente a la casa del fotógrafo, donde se preparó un magnífico escenario acompañado de la presentación del Manual de Armas en Silencio a cargo de cadetes de la Marina de Guerra y la lectura de la proclama, a caro del actor Amador de la Compañía Nacional de Teatro, junto a un grupo de artistas y personalidades de Santiago de los Caballeros.

[1] Víctor fue mi compadre, pero también como un padre para mí, por eso lo llevo siempre en mi corazón y en mi accionar cotidiano, igual que mi madre Alicia Peña.