“Acorralado entre el río y la mar, en el barrio viejo de Santo Domingo, el pueblo resiste.” -Eduardo Galeano, Memoria del Fuego (Tomo III)

Cada acción y gesto solidario hacia el pueblo dominicano en abril de 1965 y en los meses posteriores de la contienda armada mantuvo en alto la bandera de una lucha popular (y desigual en todo los sentidos) en pugna con el imperialismo yanqui y los gobiernos latinoamericanos que pasaron de ser espectadores a cómplices de la invasión cuando enviaron tropas a Santo Domingo como parte de la Fuerza Interamericana de Paz constituida por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Por su inquebrantable heroísmo y valentía, de ahora en adelante Santo Domingo sería “víctima y ejemplo” para los pueblos del mundo como dejaba entrever el encabezado de la serie de artículos publicados en el semanario uruguayo Marcha en aquellos días de resistencia y heroísmo en tierras caribeñas.

Fundado en 1939 por Carlos Quijano, el semanario de izquierda Marcha fue un espacio crítico que reunió a los sectores más avanzados de la cultura uruguaya: la poeta y traductora Ida Vitale, el cuentista Juan Carlos Onetti, el poeta Mario Benedetti, la traductora y poeta Idea Vilariño, la narradora y ensayista Syvia Lago, el crítico literario Emir Rodríguez Monegal (cartógrafo del Boom latinoamericano) y el periodista y narrador Carlos María Gutiérrez, autor de una colección de ensayos y entrevistas bajo el título El experimento dominicano (1974), un retrato testimonial de la primera década de los doce años (1966-1978) del régimen dictatorial de Joaquín Balaguer.

En su larga trayectoria periodística, del 1934 al 1974, Marcha brindó apoyo a las grandes luchas obreras, democráticas y revolucionarias en Uruguay y más allá de las fronteras del país suramericano. Clausurada la publicación del semanario por la dictadura cívico-militar en 1974, la labor de los cuadros periodísticos, intelectuales, literarios y artísticos formados en uno de los pilares del periodismo independiente uruguayo y latinoamericano siguió de forma ininterrumpida en otras tierras y latitudes del continente.

Uruguay y la lucha anti-trujillista

Durante los sangrientos acontecimientos de abril de 1965 en Santo Domingo, el semanario uruguayo Marcha llevó a cabo una íntegra defensa del pueblo dominicano y su lucha en contra de las tropas invasoras estadounidenses.

Pero la actitud solidaria de Marcha con el pueblo dominicano no era nada nuevo ni salía de la nada. Lo cierto es que la línea política y editorial del semanario representaba la continuidad de una larga tradición de lucha anti-fascista y anti-imperialista en oposición a las aspiraciones imperialistas de las clases dominantes en Argentina y Brasil, por solo mencionar algunos ejemplos. Esa postura anti-imperialista de Marcha fue reafirmada durante la conmemoración del 20º aniversario de su fundación en la edición del 26 de junio de 1959:

“Para Marcha, el fenómeno imperialista es el eje de nuestro tiempo. Esta creencia ha inspirado toda nuestra prédica desde los comienzos.”

Asimismo, el equipo editorial de Marcha había forjado vínculos políticos con el exilio antitrujillista lo cual se reflejaba en el enfoque hacia la situación política dominicana luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo. En la edición del 2 de junio de 1961, a tres días de la muerte del sátrapa del Caribe, Marcha ponía a disposición de sus lectores un breve fragmento del ensayo Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo de la autoría de Juan Bosch. En la breve nota de presentación se pueden encontrar datos valiosos acerca de la relación del exilio dominicano anti-trujillista con sectores democráticos y de izquierda uruguayos:

“Juan Bosch tiene una personalidad literaria de renombre continental como biógrafo, novelista, ensayista y, sobre todo, como cuentista. Se le considera el escritor más señalado de la República Dominicana después de Pedro Henriquez Ureña.

“Ricardo Latcham lo coloca entre los primeros cuentistas hispanoamericanos contemporáneos.

“Pero Juan Bosch tiene una saliente personalidad política, como primera figura de la oposición democrática dominicana en el destierro. Asiduo lector de Marcha y amigo de esta casa, Juan Bosch puso en manos de uno de nuestros compañeros, en Caracas donde se halla exiliado, un ejemplar de su reciente libro Trujillo: causas de una tiranía sin ejemplo.

“De ese libro, que es un juicioso análisis sociológico del régimen trujillista, extraemos las páginas que van a leerse. Contienen ellas una respuesta a la interrogante del momento: ¿Qué pasará en la República Dominicana muerto Trujillo?

“Saludamos al mismo tiempo en Juan Bosch las esperanzas dominicanas y americanas que esa muerte permite alentar. Que la desaparición del tirano sea la desaparición de la tiranía.”

Carlos Quijano.

Solidaridad uruguaya con Santo Domingo

En respuesta a la violencia de los marines en Santo Domingo, las acciones de protestas en solidaridad tomaron un giro extremo. En Montevideo, capital uruguaya, el día 6 de mayo una bomba explotó en la oficina local de una compañía de cable estadounidense.

Mientras tanto, desde la cultura, la Sociedad de Escritores del Uruguay (SEU) no titubeó en tomar una postura clara y expresar el descontento generalizado con la agresión militar. El dia 7 de mayo, Marcha dio a conocer en sus páginas una declaración de cuatro puntos de la SEU expresando:

“1) Su repudio a la agresión consumada por los marines norteamericanos (cuyas reiteradas incursiones en países de América Latina no han sido olvidadas por sus pueblos), agresión que en las ya deterioradas relaciones interamericanas significa un nefasto retroceso a los tiempos en que Estados Unidos solucionaba por la fuerza colonial los problemas de su vasto negocio colonial.

El gremio de escritores también expresaba:

“2) Su admiración frente a la heroica resistencia de un pueblo que defiende su derecho a ser dueño de su propio destino.

“3) Su apoyo a la resolución adoptada en esta emergencia por el gobierno uruguayo, así como su esperanza de que no decaiga ese levantado tono nacional frente a las previsibles ofertas o amenazas de los Estados Unidos.

“4) Por último, llama a la reflexión sobre el efecto esclarecedor que esta conducta del gobierno de Washington debe tener para determinar nuestras futuras relaciones con una potencia que ahora ha confirmado su condición de enemiga.”

En una nota editorial aparecida en esa misma edición de Marcha, Carlos Quijano analizaba de forma desgarradora y en tono emocional el sentido de la política imperialista de Washington y, a la misma vez, el significado de la resistencia del pueblo dominicano, una lucha de la que Quijano estaba convencido no fue en vano:

“Santo Domingo, otra vez víctima, es otra vez testimonio. Testimonio de una verdad que los hechos tozudamente muestran. Estados Unidos no es el Mal ni el Bien. Estados Unidos es nues­tro enemigo, nuestro enemigo número uno. Y lo seguirá siendo, inevitablemente, mientras la relación de fuerzas sea la misma.

“Saludemos con emoción a los hermanos muertos en Santo Domingo. Su sacrificio dará nuevo ardor a los tibios; abrirá los ojos a los cie­gos; empujará a los remisos. Su sacrificio es tes­timonio y revelación.

“Sea con ellos nuestra gratitud. Cayeron cara al enemigo común en defensa de un derecho que nos es también común: el de determinar nuestro destino. Muertos nos enseñan el camino de la vida. Derrotados preparan nuestra victoria. Murieron por nosotros.”

Desde los sectores obreros más combativos surgieron expresiones de solidaridad como registra la edición del 14 de mayo de 1965 de Marcha donde apareció la posición de la Acción Sindical Uruguaya (ASU) la cual declaró:

“Su más absoluto repudio a la alevosa intervención armada de que fue objeto el pueblo dominicano por parte del gobierno estadounidense , que viola en esta oportunidad nuevamente el derecho de autodeterminación de los pueblos.”

En la declaración la Acción Sindical reiteraba:

“Su más amplio apoyo solidario al pueblo dominicano, que ha sabido mantener heroicamente su decisión de sacudir el yugo que lo oprime, simbolizando con su ejemplo el ansia incontenible de justicia que estalla en todos los rincones de Latinoamérica.”

A entender de los gremialistas de la ASU:

“Este hecho que señala el fracaso del sistema panamericano, indica la urgente necesidad de lograr la impostergable integración de los pueblos latinoamericanos en un esfuerzo histórico por construir la comunidad latinoamericana, por los latinoamericanos, para los latinoamericanos y entre los latinoamericanos.

“Solo así construyendo la Gran Patria Latinoamericana  que luche por sus propios intereses, se lograra en definitiva la verdadera autodeterminación en el orden político, económico, social y cultural de sus pueblos, proceso en el cual los trabajadores tendremos un papel de preponderante importancia.”

Tal vez pueda parecer extraño para las nuevas generaciones que, décadas antes del giro derechista y de la ola de golpes de estados militares impulsados por los Estados Unidos en la región, existían corrientes juveniles críticas y radicales a lo interno de los partidos conservadores. En Santo Domingo, por ejemplo, el Partido Revolucionario Social Cristiano apoyaba la resistencia anti-imperialista mientras que en Uruguay, desde los partidos burgueses, las corrientes juveniles más liberales expresaron repudio absoluto a la invasión yanqui. La corriente reformista del Partido Colorado representado en las Juventudes Batllistas hizo sentir su repudio a la ocupación a través de una declaración pública:

“Las Juventudes Batllistas 99, organización nacional de la juventud de nuestro sector, manifiesta su condena a la agresión yanqui a la República Dominicana.

“Sostenemos que este tipo de práctica por parte de los norteamericanos debe recibir una respuesta en el mismo tono, a la guerra imperialista, guerra de liberación.

“No podemos permanecer en la misma actitud decismatoria y panfletista: nuestra major solidaridad está en abrir nuevos frentes de lucha. Nuestra mayor ambición es el triunfo absoluto de los pueblos en su anhelo de independencia y progreso.”

El semanario Marcha también se hizo eco del horripilante baño de sangre en Santo Domingo a manos de la soldadesca del General Imbert Barreras. Ese registro histórico quedó plasmado en una nota firmada por el periodista y educador Julio Castro publicada el 11 de junio de 1965:

“Ahora se han descubierto los asesinatos y los crímenes en masa. Noche a noche de las concentraciones imbertistas parten camiones con las víctimas. Los famosos Potreros de Trujillo, en los aledaños de Santo Domingo, son el teatro de las ejecuciones nocturnas. Los camiones regresan pero las víctimas quedan.”

Cabe resaltar que años más tarde, Julio Castro, fundador de Marcha junto a Carlos Quijano, se convertiría en una víctima más del salvajismo y la violencia fascista de la dictadura militar en Uruguay. En 1971, Quijano y Castro fueron de los fundadores de la coalición de izquierda Frente Amplio. En plena dictadura, Quijano salió al exilio mientras que Castro fue secuestrado por las fuerzas represivas en 1977.

Lo cierto es que la postura anti-imperialista de Castro y Quijano en repudio a la agresión militar estadounidense en Santo Domingo y a las tropas de la OEA contrasta con la postura de los gobiernos de centroizquierda del Frente Amplio de Tabaré Vázquez (2005-2010) y José Mujica (2010-2015 ), gobiernos presididos por líderes frenteamplistas que claudicaron sus posiciones anti-imperialistas para apoyar la brutal ocupación militar de los cascos azules de las Naciones Unidas en el vecino Haití. Desde luego, el pueblo uruguayo y algunos parlamentarios del Frente Amplio estuvieron en desacuerdo con la presencia de tropas uruguayas en Haití y se movilizaron para poner fin a la colaboración militar.

Por último, es sumamente primordial reconocer y honrar la solidaridad del pueblo uruguayo con el pueblo dominicano en sus momentos más difíciles. Lo cierto es que la hermandad uruguaya con Santo Domingo en 1965 construyó un invaluable legado internacionalista que forma parte de la memoria colectiva en contraposición a la historia oficial de los hechos.