La inteligencia artificial ya no es ficción, se ha convertido en realidad. Esta semana, Satya Nadell, director ejecutivo de Microsoft, anunció el lanzamiento de Copilot para Office 365. Copilot no es otra cosa que la inteligencia artificial integrada en herramientas que usamos cotidianamente como Word, Excel, PowerPoint, Teams, etc. Ya no será necesario detenerse a redactar un documento de Word o hacer una presentación de PowerPoint. Copilot toma una orden y ejecuta el proceso completo, desde la redacción del documento a la preparación de la presentación visual en PowerPoint sin la necesidad de la intervención humana. Pero no solo ha sido Microsoft que ha dado este paso. Esta semana, múltiples empresas también han anunciado nuevos productos de inteligencia artificial como es el caso de ChatGTP-4, Midjourney, Google PaLM API y Alpaca de Stanford. ¿Qué indica ésto?


IA. Imagen cortesía de MIT Sloan Management Review México

Estamos en medio de procesos de cambios que no sólo van a impactar el uso que hacemos de los dispositivos tecnológicos, sino que también nuestro modo de vida en todas sus dimensiones se verá afectado. Para profundizar en estos cambios retomo los aportes del documento que publicaron Laura D. Tyson y John Zysman, titulado Automation, AI & Work. Los autores resumen el impacto de los avances de la inteligencia artificial en tres grandes acontecimientos: el primero es el desplazamiento o la disminución de la demanda de mano de obra en tareas que pasarán a estar automatizadas; el segundo es el efecto de la productividad o aumento de la demanda de trabajo en áreas en las que no se pueda llevar a cabo la automatización de tareas; y el tercero es la reinstalación o el efecto de crear nuevos trabajos, lo que quizás podríamos etiquetar como innovación.

El Estado deberá ser garante de esas políticas y sus actores tendrán que capacitarse para asumir los retos de estos tiempos.

Tomando como punto de partida esos grandes acontecimientos, podemos hacer algunas proyecciones de los cambios que generará la inteligencia artificial para tratar de anticipar y mitigar las consecuencias, pero también para potenciar las áreas que contribuyan al desarrollo humano. Partiendo de los aspectos negativos, la inteligencia artificial no indica que vayamos a lograr una mejor distribución de las ganancias. Todo indica que no habrá cambios en los patrones socioeconómicos que llevan a la desigualdad y a la marginación. Por lo que el aumento de la productividad de todos estos avances impulsados por la inteligencia artificial podría servir para exacerbar aún más las desigualdades, dejando mayores ganancias en el bolsillo de unos pocos y salarios paupérrimos en el bolsillo de las mayorías. En adición a esto, otro problema es el de la especialización del trabajo. Muchas áreas dejarán de ser relevantes porque estarán automatizadas, entonces los mejores salarios estarían en las manos de los trabajadores que logren especializarse en estas áreas, pero ¿qué haremos con la población que no tenga acceso o las capacidades necesarias para dicha especialización?

Lo antes posible, deben ponerse en marcha políticas públicas que ayuden a canalizar las variables que afectarán el bienestar de la población. Ya se ha discutido de la renta básica universal, pero será necesario llevar todas esas discusiones a la ejecución. De igual manera, habrá que hacer ajustes en los códigos laborales, en la seguridad social y también implementar planes de desarrollo de infraestructura que hagan accesibles estas nuevas tecnologías a toda la población. El Estado deberá ser garante de esas políticas y sus actores tendrán que capacitarse para asumir los retos de estos tiempos. Solo así evitaremos más miserias y caos social. Muchas otras cosas se pueden decir de la inteligencia artificial y su impacto en nuestro mundo, pero concluyo este artículo motivando su uso. Tenemos que apropiarnos de las nuevas tecnologías, conocerlas, analizarlas, criticarlas y aportar los cambios necesarios para que no sólo se rijan bajo la lógica del mercado y la productividad, sino para que prime el desarrollo humano integral.

Ángel Germosén Veras en Acento.com.do