Introducción del escritor Aquiles Julián

Roberto Marcallé Abreu es y así he tenido como el mayor exponente de la novela noir en República Dominicana.

Su extensa obra, con títulos fundamentales en nuestra literatura, ha alcanzado otros litorales. Babelio, en España, en su mapa de mundial de la novela negra, lo destacó como el representante del género en República Dominicana.

El escritor y docente de la Universidad de Pittsburgh, Álvaro Antonio Bernal, catedrático de español y Literatura Americana, interesado en la narrativa noir, viajó a República Dominicana a conocer y entrevistar al narrador y diplomático Roberto Marcallé Abreu, Premio Nacional de Literatura 2015. Esta es la segunda y última parte de la entrevista.

Álvaro Antonio Bernal.

AAB. Como un autor insignia en este género y con múltiples publicaciones, ¿cuáles consideraría usted las principales características de su obra? Middle Atlantic Review of Latin American Studies

RMA. El hilo anecdótico de todas y cada una de mis  obras  se  refiere  a  situaciones  reales  o elaboradas  pero  que  pueden  ser  parte  de nuestra realidad cotidiana, aunque en muchos casos  se  desdibujen  para  el  lector  y  se  nos figuren  como  producto  de  la  imaginación. Personajes, situaciones y desenlaces poseen un elevado contenido de realidades concretas que se producen en nuestro medio. Al margen de los hechos y su aspecto dramático, estimo que los personajes y su devenir y los ambientes en que estos se desenvuelven en  todos  mis  libros poseen un contenido de realidad que bien se puede  calificar  como  aterrador.  En esencia, puedo resumir mi  respuesta  a  su  pregunta manifestando que, aunque la imaginación y la creatividad  son  parte  esencial  del  trabajo literario,  hay un  contenido  de  realidad realmente  abrumador  e  impactante  en  todos mis libros, razón por la cual cada uno que ha visto la luz es buscado afanosamente por los amantes de las letras y casi siempre obtienen los principales galardones en los concursos literarios de los que han sido parte. Además, el público parece apreciarlos y tanto la crítica como los niveles de venta son siempre encomiables.

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AAB. Usted habla de cierta “filosofía” local en la que se desarrolló una especie de pesimismo dominicano. Esto me parece inquietante, porque esa tendencia uno la observa en otros países latinoamericanos también. Es algo así como que “las cosas casi siempre van a salir mal, nada funciona o que no tenemos salvación”, todo lo anterior me suena familiar como ciudadano colombiano. En cuanto a ese aspecto en particular, que sin duda se puede ver reflejado en nuestras literaturas, ¿cómo lo asume usted como autor? y ¿qué se tendría que hacer para transformar esta condición que muchas veces parece una condena?

RMA. Podría decirse que cuanto se califica como filosofía local es el reflujo o la enseñanza derivada de tantos fracasos en la búsqueda de una sociedad que funcione de forma coherente y organizada.  Tenemos instituciones estructuradas  en  todos  los  ámbitos públicos y privados, pero en muchos sentidos carecemos de lo que puede calificarse como institucionalidad real, verdadera, actuante, dinámica. Vivimos en un contexto de graves deficiencias que nos distancian de lo que denominados una sociedad representativa y civilizada.  Instituciones  débiles,  gobiernos  en  extremo  poderosos  y  con  frecuencia integrados por núcleos de poder que proceden más allá de ciertas limitantes, ausencia de instituciones sólidas, que hagan valer su ascendiente social cuando este exista realmente, economías y entidades u organizaciones empresariales, grupos de poder autolimitados debido a temores derivados del poder de otras instancias y las consecuencias que se pueden sufrir por específicas disidencias o la diversidad de puntos de vista.

El tema es extenso, complejo y complicado. La esencia de todo este esquema es que necesitamos desarrollar una sociedad en la que el bien común y los propósitos nacionales sean prioritarios  y  logren  deshacer  el  contubernio,  la  falsa  institucionalidad,  los espejismos y la ficción para sustituirlos por esquemas de desarrollo institucional real, verdadero, vivo, y no la ficción y la demagogia con las que se procede con tanta asiduidad.

AAB. Por otro lado, ¿podría hablarnos de las influencias literarias con las que cuenta  y  que  otros  narradores  del  género  en  las  letras  españolas admira?

RMA. Soy consecuencia de muchas lecturas: desde los clásicos latinoamericanos, los estadounidenses hasta los europeos. Puedo mencionar a Zola, a Cervantes, a Tomás Mann, a André Gide, a Marcel Proust, a Curzio Malaparte, a Tolstoi, a Dostoyevski, a Umberto Eco, a Sartre. Soy un lector asiduo de Harold Bloom, de Edgar Allan Poe, de Lovecraft, Hemingway.  Es una lista interminable.  Gran parte de mi  vida  ha  estado entregada de cuerpo y alma a la lectura. He aprendido mucho de dominicanos como Alberto Malagón, Marcio Veloz  Maggiolo,  Carlos  Esteban  Deive,  Rubén  Echavarría, Miguel Alfonseca, Efraím Castillo, René del Risco, Freddy Gatón Arce, Franklin Mieses Burgos… repito, es una lista interminable.

AAB. Una inquietud que se les suele hacer a los escritores es acerca de aquel momento en que decidió escribir. Es decir, cuando se tomó la decisión de volverse escritor. ¿Recuerda ese día o las circunstancias de aquel instante?

Galardonados

RMA. Mi niñez y mi adolescencia fueron un tanto complicadas, amigo Álvaro. Ambas coincidieron con la muerte del dictador Rafael Trujillo tras una dictadura de treinta años. El hecho provocó una ruptura de la forma de vida de millones de seres humanos. Es decir, se produjeron muchos trastornos en la existencia de personas sometidas a una paz relativa, a un desconocimiento profundo de los asuntos públicos, incluso de su misma realidad existencial, en otras palabras, a una existencia en apariencia muy apacible, con muchos controles y limitantes. La muerte de Trujillo dislocó este estado de cosas y quienes éramos niños o adolescentes fuimos testigos en primera fila de acontecimientos en verdad impactantes, extraordinarios en todos los órdenes.

Debido a las convulsiones callejeras y la ruptura violenta de un casi inamovible estado de cosas, se alteró gravemente nuestra rutina existencial. Se limitó el contacto con nuestro ambiente histórico tradicional, lo que a su vez incentivó nuestra curiosidad por saber, descubrir e indagar. Libros cuya circulación estaba prohibida empezaron a figurar en los estantes de las librerías. La prensa radial, televisada y escrita conmocionó a todos al abrir sus páginas a eventos nacionales e internacionales de toda naturaleza que antes no se ventilaban en público.

Se trató de una apertura que no dejó indiferente a nadie. Mi padre era un comerciante y poseía cientos de libros de los autores universales, adquiridos por diversas vías desde hacía tiempo. Yo estudiaba en el colegio de sacerdotes salesianos Don Bosco y a partir de entonces se nos permitió acceder a cientos de libros que anteriormente se conservaban en secreto. Tuvimos acceso a Víctor Hugo, a Alejandro Dumas padre e hijo, a Dante, a Julio Verne, a autores franceses, españoles, a los maravillosos autores rusos y estadounidenses, a rebeldes como su conciudadano José María Vargas Vila, un rebelde consumado e indeclinable, tratadistas como José Ingenieros y a muchos autores latinoamericanos y de todas partes.

La caída de Trujillo abrió para los dominicanos un mundo de conocimientos que antes yacía en la oscuridad y el silencio, en los límites de lo inaccesible y lo prohibido. Sume a estas nuevas realidades la condición de testigos  sedientos  de  acceder  a  situaciones desconocidas que despertaban nuestra curiosidad e interés. Yo, particularmente, empecé a escribir sobre este nuevo mundo, llevaba un diario que, posteriormente, se transformó en relatos de las  nuevas  circunstancias.  Este hecho, unido a la  apertura  de  nuevas realidades, y de seguro que, de una curiosidad ilimitada, así como del acceso a nuevos medios de información fueron el ámbito que estimuló una temprana vocación literaria que se ha desarrollado en todos los años posteriores hasta el presente.

AAB. Sería interesante saber según su conocimiento y experiencia, cómo se construye una mala  narración,  una  mala  novela  o  cuento.  En otras palabras, ¿cómo identifica usted una narración que no cumple con lo que debería?

Roberto Marcallé Abreu.

RMA. Es un asunto de desconocimiento, carencia de cultura, y de sentido común. Estos aspectos están vinculados con la falta de imaginación, de creatividad, y ausencia de una motivación que se extiende a lo que podríamos calificar como el interés colectivo o la posibilidad de atrapar el interés del lector y su identificación con personajes y situaciones. Una mala narración es un texto deficientemente escrito, que ignora o descree de la realidad y la cotidianidad en un contexto que podríamos denominar la condición humana. Importa la caracterización de los personajes, el conocimiento a fondo del ámbito en el que estos se exponen, importa la sobriedad de los eventos, las reacciones, expresividad y realidad de dichos personajes, los diálogos, importa el discurrir de los acontecimientos, su lógica, la percepción de la realidad y cómo el autor maneja estas y otras tantas variables y sus íntimas relaciones en diversos escenarios o planos.

AAB. Usted como intelectual conocedor de la realidad dominicana, ¿cree que en el país se lee como se debiera? ¿No pasa como en muchos lugares, que la lectura es un ejercicio elitista, solo para ciertas capas sociales privilegiadas?

RMA. Creo que debería leerse más. Nuestras librerías han ido desapareciendo y ese hecho nos hace pensar en que otros medios alternativos se están desarrollando  de  forma creciente. Es un tema en el que deberíamos reflexionar con detenimiento. Particularmente yo creo que la lectura supone una realidad y una compenetración entre el autor, el texto y el lector significativamente trascendente y, es mi punto de vista, muy  superior  a  otras  maneras  de acceder al ámbito del conocimiento.

AAB. Hablando de  su  experiencia  en Nicaragua  como  embajador  (2021- 2023),  creo  que  valdría  la  pena  que  describiera cómo vivió esa labor y además nos diera su visión del presente y el futuro del país.

Rubén Darío, poeta nicaragüense.

RMA. Fue una experiencia definitivamente maravillosa.  El pueblo nicaragüense es fascinante, muy sensible, muy original.  Yo deseo para ese país maravilloso y  sus habitantes todas las bienaventuranzas.

Trabajar con los nicaragüenses elevó significativamente mi percepción y calificación sobre el ser humano y creo que todos debemos esforzarnos por lograr el mejor de los destinos posibles para quienes vivimos y sobrevivimos en el planeta Tierra. Es un pueblo muy culto, muy entregado a los asuntos propios de las artes, y el número de eventos de esa naturaleza tanto públicos como privados es sencillamente extraordinario.

Considero mi estancia en la República de Nicaragua por cerca de tres años como Embajador de  la  República  Dominicana  como  muy  enriquecedora.  No acepté ser designado en ese país con otro propósito que no fuera el de estrechar  los  lazos fraternos entre dos pueblos amigos y hermanos. En mi condición de Embajador, debía ceñirme a propósitos muy específicos, como el de fomentar las relaciones culturales, comerciales y de amistad entre nuestros pueblos. Eso hice durante mi permanencia en la tierra de Rubén Darío.

En su medida, procuré estrechar el intercambio cultural y comercial, el de difundir la cultura y las costumbres de los dominicanos y conocer a fondo las de los hermanos nicaragüenses. En ese orden, puedo decir que, en su medida, logré todos mis propósitos y las relaciones de amistad y solidaridad  entre  ambos  pueblos  se  estrecharon significativamente.

El nicaragüense es un pueblo admirable, muy sensible, desbordado de amor por los seres humanos, muy apegados a sus costumbres y tradiciones.  Mi familia, mi gobierno y nosotros mismos fuimos tratados de una manera muy fraternal por parte de estratos diversos de su población. Cuando concluí mi estadía, me sentí profundamente triste, porque, en honor  a  la  verdad,  debo decir  que  el  nicaragüense  es  amable,  fraterno, humilde, ama de manera entrañable su país, y extiendo ese amor por las personas que lo respetan y  que  a  su  vez  sienten  ese  sentimiento  de  manera  recíproca  por  los nicaragüenses. Bien puedo decir que me sentí de manera muy placentera entre los nicas y aprendí a amar un país y a un pueblo extraordinariamente hermosos, al extremo de compenetrarme hasta las lágrimas y la tristeza con sus pobladores, sus mujeres, sus niños, sus ciudadanos y su suerte en la percepción amplia de ese término. Creo haber dejado una gran familia en Nicaragua, y debo decirle que mi amor y preocupación por su bienestar no ha cedido ni un ápice en el año y medio transcurrido desde que dejé esa tierra bendecida por Dios, colmada de personas tan gentiles y amorosas como solo los nicaragüenses saben serlo. Su alegría es mi alegría y su dolor es también el mío. Es así como me siento.

AAB.  Finalmente, la  pregunta  típica en  algunos  casos,  pero  que puede llegar a ser necesaria. ¿Cómo quiere que se le recuerde?

RMA. Como un ser humano admirado y sorprendido siempre por la condición humana, por el  universo  y  la  existencia  en  general,  por  su  profundidad  y  sus  misterios indescifrables…

Premios obtenidos

2017   Premio Único de Cuento, XVI Concurso literario de Cuento y Poesía de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña

2015   Premio Nacional de Literatura, Ministerio de Cultura y Fundación Corripio. 2012   Premio Nacional de Novela, Ministerio de Cultura.

2006  Premio anual de novela, Educarte.

2006  Premio de ensayo, Fundación Juan Bosch.

2005  Premio anual de cuento, Sociedad Renovación, Puerto Plata.

2005  Premio de ensayo, Fundación José Francisco Peña Gómez.

1999   Premio Nacional de novela, Secretaría de Educación.

1978   Premio Nacional de novela, Secretaría de Educación.

1974–1976: Mención en cuento, Agrupación cultural La Máscara.

1973   Menciones en novela y poesía, Movimiento Cultural Universitario.

1972   Primer premio en cuento, Movimiento Cultural Universitario.

Obras

2020  Las calles enemigas

2017   Las puertas cerradas

2017   Esquivos rostros de mujer

2015   Bruma de gente inhóspita

2013   En la oscuridad de la habitación, historias

2012   Confidencias en torno al oscuro destino de la única mujer fatal

2012   La manipulación de los espejos

2010   En honor a mi muy querida Stella

2009  No verán mis ojos esta horrible ciudad

2007  Contrariedades y tribulaciones en la mezquina existencia del señor Manfredo Pemberton

2007  Gente de estos tiempos

2002  Sobre aves negras, cortes de media luna y lágrimas de sangre

1999   Las siempre insólitas cartas del destino

1998   Esas oscuras presencias de todos los días

1987   Alternativas para una existencia gris: relatos de New York

1986   La comunidad dominicana en el exterior: El desarrollo de la década

1980   Espera de penumbras en el viejo bar

1982   Ya no están estos tiempos para trágicos finales de historias de amor

1978   Cinco bailadores sobre la tumba caliente del licenciado

1978   Sábado de sol después de las lluvias

1973   El minúsculo infierno del Señor Lukas

1972   Las dos muertes de José Inirio, entre otras