Radhamés Martínez Ureña, reconocido ensayista francomacorisano de temas políticos, históricos y sociales, ahora nos sorprende gratamente con el libro Gramática, ortografía y redacción. No son estas las principales áreas de estudios y especialidades de Martínez Ureña, pero como disciplinado lector, con suficiente dominio de la redacción de textos, sobre todo en el campo de la divulgación periodística, y preocupado (así me lo ha manifestado en muchas ocasiones), por la forma lamentable en que se expresan en términos de escritura muchas de las personas con las que se ve obligado a interactuar en diferentes medios, se ha visto precisado a redactar este manual, esperando que el mismo pueda ayudar, si no a superar del todo las graves deficiencias orto gramaticales de que adolecen muchos de sus relacionados, y en otros tantos en iguales condiciones, por lo menos a mejorarlas notablemente. Entre estos se encuentra una cantidad casi alarmante de individuos a quienes se les considera destacados profesionales en sus diferentes áreas.
Este es, sin duda, un importante y necesario texto, el cual, como todo lo que valor y utilidad en el mejor sentido del término tiene, está expuesto a opiniones con pretensiones detractoras, las que probablemente vengan de personas que no les dan la más mínima importancia a la necesidad de una buena redacción, pero sobre todo de otras que, creyéndose con más dominio y autoridad sobre el tema que nuestro autor, no han tenido la disposición y la generosidad de hacer este aporte tan necesario.
Pero esto a Radhamés no lo preocupa en lo más mínimo, porque su propósito es altruista, va en la dirección de ayudar a quienes, afectados por las señaladas deficiencias, les han manifestado un sincero interés en superarlas.
Como lector y escritor, y como amigo del autor, saludo entusiasmado la aparición de este su nuevo libro, y estoy consciente, como sé que lo está Martínez, que éste, como todo aporte bibliográfico que busca contribuir al buen uso de las reglas gramaticales y a una decente redacción de textos, debe enfatizar – y lo hace – que la regla por el excelencia, que la práctica de oro para una buena escritura, resulta, indefectiblemente, de un consagrado hábito de lectura y escritura combinados y permanente, lo que por vía de consecuencia propiciará, en quien quiera lograr buenos resultados en este aspecto, una necesaria autocrítica y una vigilancia permanente de cuanto escriba. No está demás consignar aquí que es de vital importancia para el que quiere logros significativos en el asunto en cuestión, tener a alguien de confianza, y que se entienda con probado dominio en la materia, para presentarle sus escritos.
Ceñirse a lo dicho anteriormente es mucho más provechoso para lograr buenos resultados que obviarlo y apelar solo a manuales y a fórmulas para una buena redacción, a los que son dadas muchas personas que quieren escribir con corrección, obviando el hábito de la lectura, o invirtiendo el menor tiempo posible en ello. Es como que queramos tener un vocabulario amplio recurriendo sólo a la lectura de diccionarios, a la memorización de palabras y términos, sin antes pasar por los textos donde se encuentran contextualizadas esas palabras cuyas significaciones queremos asumir de manera arbitrarias, si se quiere. De todas maneras, es bueno dejar sentado aquí que es mejor leer manuales o diccionarios, que no leer nada.
Ojalá este noble esfuerzo de nuestro amigo Radhamés Martínez Ureña pueda llevar luz a ciertas personas que quieren avanzar en este sentido; que entienden como un valor fundamental el buen uso de la palabra escrita.