Dentro de las acepciones que admite el término discreción está la de actuar con prudencia, sensatez para formular juicios y tacto para hablar u obrar. Son estas las que atraviesan las historias contadas por Gustavo Olivo Peña en su antología de cuentos: Un hombre discreto y otras historias. La misma está compuesta por once cuentos los cuales pueden agruparse conforme el mundo literario que recorran. Seis de ellos exploran el realismo, Un hombre discreto, La profesora Campos, Decisiones, El encargo, Y, ellas dos y El expediente diez; El monumento y El reino del silencio recorren lo fantástico y los restantes ambos mundos. En muchos de ellos se mantiene el patrón de la discreción por medio de alguno de sus personajes.  Este artículo pretende desentrañar los valores estéticos, humanísticos y culturales de los cuentos.

Un hombre discreto recorre el contexto histórico de algo más de la mitad del S.XX en el que su protagonista asediado por los traumas de la guerra, el duelo y la desazón de la vejez planifica su muerte, para cuando ya no le queden razones para vivir y convence a unos niños de que le colaboren si no puede lograr su propósito. Los niños así lo hacen y a la hora de la investigación todo aparenta un suicidio más, se cuenta con la discreción de uno de los investigadores que prefiere callar a arruinar la vida de los muchachos.

La profesora Campos es una maestra brillante, culta y rica, quien con resignación debe abandonar su profesión y enfrentar la humillación y el rechazo a causa de un embarazo estando soltera. El otro responsable es uno de sus trabajadores, tiene su hija y planifica beneficiar al padre económicamente en recompensa por su discreción y magnanimidad.

Decisiones Cuenta la común historia del hombre que vive doble vida entre esposa y amante, que se deja llevar de las circunstancias, pero que al final ellas deciden dejarlo y buscar la exclusividad.

El encargo relata la vida de un hombre y una mujer que transcurren bajo los yerros del abuso del poder y el celibato. Ella es abusada por un militar de alto rango y puesta en bandeja para casarse con otro militar que también es obligado, alejándose de quien en verdad amaba. El se enamora de ella, pero es censurado por su condición de cura. Este en su lecho de muerte encomienda a su compañero buscar el hombre de quien ella creyó estar enamorada de por vida, sin embargo, al encontrarlo decide no dar un paso adelante.

El expediente diez es la historia de un joven rico que abandona su carrera de cine para estudiar derecho y trabajar en investigación judicial, desempeña su rol con responsabilidad y eficiencia, pero su propósito es vengar a su madre y a otras mujeres víctimas de violencia doméstica.

Y, ellas dos   narra la historia de dos mujeres que dan muerte al hombre que las abusaba tanto física como psicológicamente, lo que él nunca pudo imaginar, puesto que la esposa actuaba con la esplendidez y sumisión esperada por todo macho.

Las historias anteriores se inscriben en el realismo, puesto que recrean la crudeza de la vida humana en tanto experimentan la tristeza, el dolor y las consecuencias del contexto social donde conviven. Así como los prejuicios y estereotipos, especialmente, con respecto a la mujer, quien es juzgada por la moral imperante, que soslaya sus valores humanos y profesionales, sufre el maltrato físico y emocional que le producen las decisiones del macho y el abuso de poder. Lo que no es privativo de la mujer, el hombre también es presa de las realidades de un tiempo que le impide sentir, solo le obliga a actuar.

Con los cuentos El Monumento y El reino del silencio el autor de un salto hacia un mundo fantástico, puesto que los personajes entran en conflicto con la imaginación. En el primero; confunde lo estático con su cotidianidad, ve en un monumento lo que es el transcurrir de sus días, lo que se puede leer como la vida de alguien presa de la rutina y la monotonía. En el segundo se da lo mismo, pero el símbolo es el sueño.

Muñecas creadas por Ana Almonte, alusivas a la historia "Esa mujer", uno de los cuentos del libro "Un hombre discreto", de Gustavo Olivo Peña. Fotografía de Edgar Hernández y Emil Socías.

En esa mujer y La bailarina Aidyn confluyen lo real y lo mágico, son mujeres que aman el arte, pero con la primera pasa igual que con las anteriores es víctima de la censura por prejuicios, lo que no impide que su coprotagonista se enamore no solo de su físico, sino, de su intelecto, ella pervive en él hasta punto de sentir su presencia muchos años después de no verla. Su imaginación la mantiene en su ser y quiere empatar los tiempos pasado y presente para dar vida a otra ilusión creada por la fantasía de su pasado y la utopía que daba forma a su futuro. La segunda; es una bailarina que en su infancia cree ver a otra y luego de mucho tiempo se entera de que estuvo en el pasado, pero había muerto. Ambas historias están impregnadas de lo fantástico.

Resurrección es el cuento más desvinculado de los demás, cuenta el extrañamiento literario de un poeta que inicia su periplo, como tal, por medio de la lectura, comienza leyendo los libros de su padre y termina reconociéndose en el poeta que él mismo construyó.

En fin, se puede afirmar que la obra de Gustavo Olivo Peña recorre por varios mundos literarios, Para ello se vale de un estilo llano, pero cargado de vitalidad. Una narrativa cautivante, la cual contiene recursos de las demás manifestaciones artísticas como son la música y la danza. Mezcla lo real, lo fantástico y el extrañamiento literario para dar vida a unos personajes tan humanos como las historias de las que forman parte y que el autor funge como testigo de lo que cuenta. Leer estas historias permite al lector reconocerse como parte de cualquiera de los mundos en cualquier tiempo.

 

Andrea Teanni Cuesta Ramón en Acento.com.do