Continuando los compromisos de Durban, en Sudáfrica (2001), hace más de 20 años en la conferencia mundial de lucha en contra del racismo, la discriminación y la xenofobia, este encuentro de reflexión, diálogo, festividades y debates alrededor de los temas de aquella conferencia, recupera los ejes temáticos de esa vieja convocatoria, los repasa, los replantea y retoma como reto sus desafíos iniciales.

A pesar del tiempo transcurrido, las luchas libradas, los avances de la ciencia y la tecnología, los niveles logrados en las sociedades modernas, el mundo ha cambiado algunos de sus paradigmas, sin embargo, aún persiste la vieja mirada de segregación, exclusión, racismo, xenofobia, discriminación e invisibilización de actores importantes de la historia y protagonistas de gran significación, pendientes de reconocer.

Este entramado de percepción, prejuicios y valoraciones sobre el otro va a contraponerse a los éxitos del desarrollo alcanzado hasta el momento y perturba las relaciones humanas, los diálogos culturales y el intercambio de los pueblos, pues si bien en lo social y en las políticas públicas se han alcanzado metas, sigue presente en la mentalidad de los seres humanos, vencer las barreras ideológicas, perceptivas y del reconocimiento de esas diferencias y de los aportes a la cultura universal de África.

La memoria es un recurso invaluable en la lucha por recuperar el pasado para pensarlo con sentido crítico y reflexivo, evitando caer en sus trampas e impedir sus errores. Recordar para no repetir y para no olvidar, sabiendo que la diáspora africana, es y ha sido parte de estos logros y avances alcanzados por la humanidad en los últimos 5 siglos. Visibilizar estos hechos es hacer justicia con quienes han construido a América, junto a los demás pueblos que aquí se mezclaron.

Sin embargo, hoy sentimos algunas preocupaciones en la manera de interacción social y ausencias de políticas públicas capaces de doblegar el racismo, la discriminación y el prejuicio entre los grupos y sentimos con preocupación el auge de hechos sangrientos y de abierta discriminación que aún se practican en muchas de nuestras sociedades americanas, reeditan viejas relaciones humanas marcadas por la subjetividad de una racionalidad inexistente que divide lo que es esencialmente diverso, diferente y a la vez unificado por lo cultural, no necesariamente por lo biológico.

La lucha por visibilizar los grupos excluidos propone además otros sectores igualmente afectados por estas miradas que impiden el dialogo cultural y entre los seres humanos, pero esta lucha hoy la encabezan grupos sociales organizados, conscientes y activos en las demandas programáticas de los afroamericanos, y de otras expresiones marginales o excluidas socialmente y que cada vez más alcanzan niveles de conciencia, militancia y cuotas de poder que van transformado sobre la marcha, los viejos esquemas de percepción, sin que ello implique una absoluta eliminación de esta denigrante concepción entre los seres marca por la universalidad del hecho cultural.

Así vemos que Diálogos de tambores, desde la diversidad  cultural dominicana, fue un espacio para el encuentro, el debate, la alegría, la reflexión, las sugerencias a gobiernos e instituciones sobre elaboración de políticas públicas incluyentes, y sobre el compromiso de continuar navegando el camino de la recuperación de un espacio de libertad, reafirmación y de respeto de nuestra herencia afrodescendiente en pueblos marcadamente definidos desde su fundación, por el mestizaje, la reinterpretación y diversidad cultural, esencia de sus valores constitutivos.

Desafíos. Luchar para lograr espacios de igualdad, de oportunidades y facilidades de acceso a los recursos y ofertas sociales, confrontar las evidencias de discriminación en distintos aspectos de la vida desde la publicidad, el sistema educativo, el rol de las universidades en la recuperación de conocimiento de nuestro pasado, la obligatoriedad de políticas públicas democráticas, y sobre todo, el levantamiento de las informaciones estadísticas, y de estudios cualitativos, que contribuyan a la redefinición de prioridades, mecanismos legales y procedimientos para romper el cerco de la discriminación racial, de género, opción sexual, condición social de pobreza y marginalidad para alcanzar oportunidades de participación ciudadana favorables y no condicionadas por el discurso y la palabra de instituciones y practicas sociales no participativas y excluyentes.

Diálogos de tambores nos permitió debatir y conocer diferentes agentes comprometidos con la temática de forma tal que impactó el encuentro en aquellas instituciones, personalidades e iniciativas públicas dispuestas a transitar el camino de la visualización étnica, la democratización social, la igualdad y de la diversidad del tejido sociocultural de los pueblos americanos y del mundo.

Lograr el reconocimiento de la diferencia respecto al otro, lanzarse a plenitud en la construcción de una convivencia social, requiere tolerancia, universalidad del mundo. Estas miradas no sesgadas sobre la cultura evitan una medición biológica en la interacción humana y un marco crítico en la percepción y en las maneras de relacionarnos en un mundo que ni nadie se parece a nadie, y todos provenimos de un mismo tronco ancestral y biológico común, los primates.

Todo lo acordado en este encuentro debe ser también memoria, debe ser también compromiso, debe influir sobre lo cotidiano, sobre lo personal, sobre los social, sobre las políticas públicas y sobre lo conceptual y lo formativo.

La lucha por reivindicaciones étnicas, por el reconocimiento de la africanía como parte fundamental de las sociedades americanas, debe seguir en alto como faro de debate, denuncias cuando se produzcan violaciones al derecho de tener derecho a manifestar nuestras identidades y nuestras formas culturales diversas.

La visión crítica del pasado para el logro de una recomposición de la historia hasta ahora contada, que facilite acomodar los protagonistas de la historia americana y dominicana, en el lugar que cada uno tuvo y tiene en el continente y en la sociedad dominicana, son prioridades del debate y de la convocatoria a la que debemos darle continuidad en el tiempo, para evitar que ella misma sea mañana memoria borrosa del pasado, y no compromiso vivo del presente.

Debatir para registrar el pasado como hechos inevitables, hacen que, pasado y presente se entrecrucen formando las sociedades americanas y reconociendo los aportes de cada una de ellas al entramado de estas complejas y paradisíacas sociedades que, a pesar del dolor histórico, son estos hechos del pasado, sus más significativos componentes de vitalidad y esencialidad. Es recordar para no olvidar y no repetir errores, sin trauma y sin resentimiento.

Los temas de la afrodescendencia, por sus implicaciones en la vida democrática latinoamericana, del Caribe y en nuestro país, obligan a repensar su tradicional manera de asumirse y Diálogos de tambores, nos invitó, no solo a la reflexión y al debate, sino al cambio de paradigmas, de políticas públicas más incluyentes, participativas, con el prisma de la diversidad y el principio de dicho encuentro, de que todos somos afroamericanos y todos tenemos el blanco y el negro, delante y detrás de las orejas.

Una memoria del encuentro evita que se pierda en el tiempo la sustancia de este, por eso es menester que la transcripción de los debates, discursos, intervenciones y otras formas de participación oral, puedan quedar como documento memorial de lo allí tratado.

Dos mujeres encabezaron el diálogo de la primera jornada, la señora vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell y la Ministra de Cultura del país, Milagros Germán, además de varias instituciones estatales y organismos internacionales se hicieron eco en el acompañamiento de estas jornadas, panelistas y portadores nos embriagaron con sus palabras, ideas y practicas sociales y un público entusiasmado, preocupado y comprometido siguió a pie puntilla el diálogo de Tambores con excepcionales resultados. El espacio frontal del Museo de Arte Moderno, junto a la Plaza de la Cultura, fue el lugar, por cierto que debe ser pensado como escenario para encuentros, ferias, festivales y sitio de divertimento y recreación con sentido cultural sano y de alegría, para convertirlo en escenario de arte público por parte del Ministerio de Cultura.

El sábado se hicieron presente los tambores, los portadores y quienes son responsables de mantener la tradición sagrada afroamericana, conocidas como servidores de misterios o caballo de misterio que, junto a los conversatorios con los públicos, investigadores, portadores, gastronomía, toques de tambores, grupos tradicionales y buena vibra, se pasó una bonita y significativa jornada en la explanada bien preparada para el encuentro, acompañada de la arborización de la Plaza de la Cultura y el frontal del Museo de Arte Moderno, donde se pudo recuperar memoria social, reafirmar identidades, ratificar derechos culturales y sugerir políticas públicas, incluyentes, de igualdad y oportunidades para todos y todas en un país profundamente mestizo, con un evidente predominio de una cultura afroamericana, aún pendiente de ser asumida a plenitud.