Ulana”, es una hermosa novela del prolífico autor polaco Josef Ignaci Kraszewski (1812-1887), muy poco conocido en el mundo hispánico, aunque es considerado el creador de la novela histórica en su país. Fue publicada en 1843 y se centra en la vida cotidiana, en las leyendas y en las tradiciones campesinas de la Polesia rural. Tras las guerras napoleónicas, esta región abarcaba una parte de la desmembrada Polonia, entre las orillas del río Prypec, que incluía los territorios de Volhinia y Lituania. Bajo la influencia del Romanticismo, la novela fue escrita en un momento de exaltación del mundo campesino eslavo, en contra del predominio de los países y las culturas occidentales. El autor establece paralelismos entre la autenticidad del alma popular y la decadencia o hipocresía propia de las clases sociales que conspiran en la ciudad.

Un joven terrateniente regresa a su aldea decepcionado de la vida mundana. Se protege de un fracaso amoroso en la soledad de los campos, en la caza y en la contemplación de la naturaleza. En una de sus cacerías descubre a una joven campesina de sorprendente belleza por quien se obsesiona. Se trata de Ulana quien, aunque casada y con hijos, no rehúye nuevas experiencias.

Seducida por el patrón, Ulana descubre un amor apasionado al que se entrega ciegamente. Saborea la galantería, el despertar de los sentidos, la sensualidad y el abandono. Olvida sus deberes familiares e ignora la censura de los suyos, quienes consideran el adulterio una falta imperdonable. En aquellas regiones, el destino de los campesinos está en manos del patrón para quien trabajan, sirviendo en el castillo o cultivando las tierras. Pero en los hogares, por humilde que estos sean, la autoridad descansa en el marido, quien llega a apalear a la esposa para controlarla. Ulana se siente invencible con la protección de Tadeuz, el patrón, y desafía al viejo marido, quien es forzado a alejarse por temporadas de la aldea.

Josef Ignaci Kraszewski

El autor advierte que la vida de los campesinos es miserable, no solo por las precarias condiciones en las que malviven, sino por la tiranía que se ejerce sobre ellos. De estas injusticias se nutren leyendas sobre la desobediencia, los límites morales y el castigo que cae sobre quienes los traspasan. Pero, aún en condiciones inhumanas, las gentes humildes tienen dignidad y la rabia contra los tiranos puede explotar un día. Así sucede en una leyenda donde el campesino incendia es castillo del patrón para defender su honor. El marido decidirá repetirla.

La novela plantea la tesis de que la locura de amor deshumaniza a la mujer. Ulana, aferrada obsesivamente a Tadeuz, no solo desprecia una vida entregada al trabajo, sino que abandona a los hijos y se muestra indiferente ante el drama del marido, que muere abrasado por las llamas.

Kraszewski, él mismo un terrateniente, fue el espejo de la Polonia de su tiempo. Primero defensor de la tradición, sus viajes por Francia e Italia le permitieron desarrollar una nueva conciencia social en favor de los derechos de los campesinos; propuso incluso el reparto de las tierras. Y, sin embargo, no fue capaz de redimir a su personaje Ulana. Ésta, repudiada y abandonada por el hombre que ama y menospreciada por los suyos, debe morir para que se restablezca el orden. Igual que en Aline, del suizo Ramuz, de la que me he ocupado en otra columna, la mujer no encuentra aquí otra salida que el suicidio.

Consuelo Triviño Anzola en Acento.com.do

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